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Conexiones

Dormía y sentí tres toques en la pierna. ¿Le pasa algo a mi madre? Nadie había. ¿O sí? En este mundo de individualidades en realidad formamos parte de un todo

Arturo Checa

Valencia

Domingo, 7 de septiembre 2025, 00:28

Anda estos días mi madre hospitalizada. Cosas de su enfermedad crónica y la necesidad de pasar de vez en cuando por manos médicas. Una pequeña ' ... ITV' y de nuevo a casa. Pero no van estas líneas de ese tema personal. Cero lamentos. La vida es así: pelear, remar, lamerse las heridas y seguir con una sonrisa. Cada uno tiene lo suyo. Y todos tienen algo, pese a que muchos creen que son los únicos con problemas y que sus cosas son las peores y las más dramáticas. Aquí hay para todos. De lo bueno y de lo malo. Vivir es saber apreciar mucho lo primero y relativizar lo segundo. Pero dejo los sermones y el tema temporal. Enciendo la hoguera de nuevo tras un verano de pueblo (como no), raíces y mucha, mucha familia. Pilas cargadas y nuevos relatos que narrar. Cobijen sus manos junto a las llamas (no mucho, que 'Lorenzo' aún aprieta) y escuchen lo que me pasó la otra noche. Fue esta semana, mientras mi madre estaba en la UCI. Yo trataba de conciliar el sueño un rato en casa, sin demasiado éxito. De repente, mientras estaba en una especie de duermevela, en ese instante entre el sueño y la vigilia, noté tres toques repentinos en la pierna izquierda, a la altura de la pantorrilla. Abrí los ojos sobresaltado, levantando la cabeza y mirando si alguno de mis hijos había venido a decirme algo. No había nadie. Giré la mirada al lado por si podría haber sido mi mujer, en sueños, quien me hubiera dado tres golpecitos involuntarios con el pie. Dormía hacia el otro lado de la cama. Imposible. Entonces pensé en mi madre. ¿Le pasará algo? ¿Será uno de esos presentimientos extraños que pasan de vez en cuando? Agarré mi móvil y miré la hora. El reloj marcaba las 2.26 de la madrugada. Entré en el whatsapp de mi madre. Comprobé la última conexión. Hacía justo dos minutos. Le mandé un mensaje preguntándole qué tal, cómo se encontraba y que tenía ganas de verla. No contestó hasta las 8 de la mañana. Pero, ¿casualidad o conexión lo de los tres toques en la pierna, justo dos minutos después de que ella estuviera despierta? ¿Pensaba en mí y me llegó? ¿Hay algo o alguien que conecta almas, energías o como le quieran llamar?

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Yo estoy convencido de que sí. Soy creyente, aunque no practicante. Pero sí estoy seguro que hay algo que nos conecta. Llámenle Dios, Vida, Destino, Energía o 'Mayú Maná'. Lo mismo me da. Hay algo que nos une y algo que trasciende lo que somos y el tiempo que vivimos. Que entrelaza nuestras vidas y hace que con el paso del tiempo y el refuerzo de los sentimientos, las personas se conecten de alguna forma. Me ha pasado más de una vez con mi padre, diciendo 'voy a llamarle' y telefonear él justo en ese momento. O con mi mujer, como estar pensando algo y que ella de repente pregunte justo por ese tema, apenas unos segundos después de mi reflexión interna.

Hay hilos invisibles en la vida. Conexiones entre personas con mucho vínculo. Y sobre todo que han pasado mucho tiempo juntas. No me ocurre por ahora con mis hijos, aunque bien sabe Dios (o quien sea), que me acabará pasando porque nada hay más grande en la vida de uno. Redes que demuestran que somos mucho más que el aquí y ahora. Que utilizamos el cerebro en una infinita mínima parte del poderío que en realidad tiene. Que en esta vida nuestra de individualidades, egoísmo y terapias baratas de chamanes, en realidad somos mucho más que uno. Formamos parte de una red de muchos. Con uniones invisibles. Y a ella nos debemos, en lo bueno y en lo malo.

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