Tercera España
Necesitamos reconstruir la malhadada clase media, socorrido 'colchón' que alivia las fricciones entre extremos que tan ávidamente trabaja el gobierno
Chaves Nogales y su celebérrimo 'A sangre y fuego' están de moda. Pero sólo a título informativo. Propios y extraños echan de menos algo parecido ... a la «Tercera España» que, en plena Guerra civil, representó como pocos el periodista sevillano. De militancia republicana moderada, tuvo que salir de España ante el riesgo de morir asesinado por uno de los dos bandos. Clara Campoamor, republicana no socialista, también tuvo que huir del Madrid del «Terror rojo» al estallar la conflagración (6 de agosto).
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Los últimos años demuestran que nuestra política necesita esa «Tercera España» como el respirar. La concienzuda polarización que nos inocula el gobierno Sánchez por su supervivencia es el signo más evidente. Mas no el único. Es el clásico «divide y vencerás» de primero de populismo, pero seguido de la deshumanización del rival. Esto ya es de segundo de carrera. Odia que algo queda. Cainismo buscado que, en boca de un presidente de gobierno roza lo delincuencial. Y España, envilecida, se lo consiente, ya que solo se alborota contra gobiernos de derechas. Como tras sacrificar al perro Excalibur cuando el Ébola. «Asesinos» les llamaron. Y les llaman. Qué más da: el objetivo merece la pena. Añadamos que esa derecha no plantea debate ideológico, salvo honrosas excepciones. Así pierde casi todos los 'relatos'", que hoy priman más que la gestión. ¿A quien le importa una pésima gestión si la hacen las izquierdas? Pero de nuevo será el pueblo al que tanto apelan quien pague la factura. Cuando vengan mal dadas sus líderes tendrán las espaldas bien cubiertas en el Caribe, en Marruecos o donde sea. Correrán como galgos.
Estamos devorando las últimas migajas de nuestra maltrecha democracia. Una democracia «morbosa» (Ortega), aquella que sin renegar del poder político ciudadano, tiene unas limitaciones a ese poder borrosas o deficientes. Injustas. Además, la corrupción sale ya por la gatera de Ferraz. Con alguien normal en Moncloa esto habría terminado hace años. A Sánchez le han bastado seis o siete de ellos para destrozar lo construido en cincuenta. Se toma la representación popular y los compromisos adquiridos mediante promesas (programa) por el pito del sereno. Incumple su palabra como le peta. Sí, nuestra democracia vive «los minutos de la basura» convertidos en una larga agonía que no nos merecemos. O tal vez sí.
El personaje ha recurrido a todo: desde colonizar toda Institución viviente hasta ¡legislar la Historia! con una ley nociva y antidemocrática. Ya en 1910, Antonio Goicoechea decía que entre rectificar ellas o rectificar la Historia, las izquierdas preferirán lo último. No es bueno. La exasperación social, la hostilidad entre rivales, la radicalización regional, etc., desencadenaron el drama hace nueve décadas. Afortunadamente, el contexto europeo comunitario que nos acoge lo cambia todo.
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Necesitamos esa «Tercera España» urgentemente; necesitamos reconstruir la malhadada clase media, socorrido 'colchón' que alivia las fricciones entre extremos que tan ávidamente trabaja el gobierno. Una inmensa «Tercera España» centrada, laboriosa, moderada, como siempre fue desde los últimos años del franquismo hasta hace poco. Pero nos quieren pobres, dependientes, suaves como Platero, todo algodón; y pasando cursos con cinco suspensos, no vaya a ser que se queden sin parroquia.
Con los partidos extremosos o ultras a derecha e izquierda, un insolvente socialismo echado el monte, y los levantiscos nacionalismos a ambos lados, el único grupo que puede asimilarse a la «Tercera España» hoy es el Popular. Con sus muchos defectos es la única opción que mal que bien mantiene las formas en líneas generales, tiene un programa moderado y respetuoso con las instituciones, el único que busca la calma y no el enfrentamiento entre españoles. Y con un líder de esas características. Quizá en exceso, porque con tipos como Sánchez hace falta mucha mala baba. Ahí están, con diferentes estilos, Ayuso y Cayetana, que defienden y atacan. Y es necesario porque el partido teóricamente socialdemócrata y moderado tiene las bancadas llenas de hooligans con la rubia gallega, y comunista de rosicler, jaleando.
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Tardará más o menos, pero llegará el juicio final. Si consiguen terminar el mandato (cada vez más difícil) será en las elecciones 2027, y Sánchez y su partido lo pagarán caro. Para entonces veremos cómo ha quedado España, pero pinta mal. Alguien tendrá que recoger los girones y reconstruirla. La que le espera...
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