Habría puesto la mano en el fuego por ello: antes doy con un trébol de cuatro hojas o me clavo la aguja en el pajar ... que hallo inspiración en la entrevista a una exconcursante de Gran Hermano. Pero mira por dónde viene Nagore Robles a sacarme del error. Dice la hoy presentadora que de no cruzarse en su camino el popular concurso le aguardaba una vida totalmente distinta. Dejo de leer a partir del renglón en que se autodefine como «una tía muy interesante», tampoco es plan de tentar a la suerte, y me centro en su reflexión primigenia para darle la razón. El futuro viene lleno de esquinas, cada cual con su punto ciego. Es la sobada historia de la pelotita de tenis en 'Match point', tan bien reflejada en aquella peli de Gwyneth Paltrow titulada en España 'Dos vidas en un instante', repaso a cómo la fruslería de perder un metro puede cambiarnos el porvenir.
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Mazón tiene ocasión de verla en Prime Video. ¿Qué habría sido de él sin la dana? Con la oposición desarmada, seguramente galoparía hacia una prórroga de mandato, quizá con mayoría absoluta para sacudirse su tábano ultra. Seguiría estrechando manos, dejándose ver por las carreras populares. Igual hasta retomaba la canción ligera. Nadie sabría dónde y con quién come, ni andaría el chafardeo político pendiente de su currículo y del registro del Colegio de Abogados. Sin la dana Mazón pisaría moquetas en vez de franquear puertas traseras, más o menos como la Paltrow al ver partir aquel metro. Pero eso ya no importa. Imposible la redención, confunde con brote verde la hoja caduca.
¿Y Morant? ¿Qué habría sido de Morant sin la tragedia? Tal vez continuara afincada en la cara oculta de la luna, ¿puede repetirme su nombre, Diana qué?, pero la lluvia de octubre le vino como agua de mayo -indeseada, faltaría más- y ahí anda subida a un tren de alta velocidad, ni comparación con aquel cojitranco de Bejís que casi los descarrila. Es su baza, aunque ahora debe decidir cómo quiere llegar a destino, con las manos limpias o untadas de fango. Llamar a un presidente de la Generalitat provocador por asistir a la procesión cívica, tras escucharse en su guardia de corps que ensucia el 9 d'Octubre con su presencia, es golpear muy bajo. Ya los conocemos a todos, puro paripé, otro día en la oficina, el jueves abrazos y canapés, pero si hay altercados Morant no podrá ocultar la mecha. ¿Qué necesidad tiene? Hábilmente desactivada la teoría de la responsabilidad compartida, la izquierda controla el relato y en este monotemático amanecer de otro octubre rojo rentabilizará más la elegancia que el juego subterráneo. Dejar hacer. Dejar pasar.
Según la picadora política acelera me pregunto dónde fijará los límites, sus cuchillas a todo trapo, vísceras revoloteantes de acá para allá. A qué altura clavará la pica de la decencia, esa frontera imaginaria que ningún pie déspota y malhadado osaría atravesar. Acabo donde empecé, busco una referencia en mi cinefilia y la hallo en la escatología de los Monty Python, 'El sentido de la vida', Terry Jones atrapado en el cuerpo obeso que vomita y come, come y vomita..., su gula metáfora de nuestra impudicia hasta que explota como, si no se detiene esto, lo haremos nosotros también. Caquistocracia; la RAE ya tarda. Con gusto los encerraba a todos en la casa de Gran Hermano y allá se las apañaran, no sin antes apagar las cámaras.
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