Pues miren, me ha convencido. El alcalde de Xàbia, digo. Que va a rebajar el IBI en un 17% a sus ciudadanos y que, además, dice que esto no va a suponer ninguna merma en los presupuestos y que estarán equilibrados.
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No sé, la verdad, cómo lo ha hecho. Porque en otras partes hablas de bajar impuestos y te miran raro. Pero si al de Xàbia le cuadran las cuentas –y tiene la suficiente inteligencia como para comprender hacia dónde vamos y la suficiente sensibilidad como para aliviar a sus vecinos- pues no entiendo por qué a los demás no.
¿Hacia dónde vamos? Con los precios de la luz disparados pese a ser un suministro que podríamos considerar básico, los costes empresariales están creciendo a pasos agigantados y esto se suma a la crisis de las importaciones. Están comenzando a subir de precio algunos alimentos básicos, como el aceite o los huevos, y la Asociación de Fabricantes y Distribuidores, AECOC, alertó en su congreso celebrado la pasada semana en Barcelona de que los precios del llamado “gran consumo” van a subir, lo que incluye desde los macarrones hasta el champú.
De momento, pero solo de momento, el dinero que nos viene de Europa está conteniendo esta avalancha, pero todos sabemos que ese dinero nunca sale gratis. Solo hay que ver la bronca indisimulada que existe en el propio seno del Gobierno a cuenta de la reforma laboral. O cómo están yendo a la greña las comunidades autónomas a cuenta de los Presupuestos Generales del Estado.
El año que viene nos suben el “autónomos”, comprar o heredar una vivienda saldrá más caro gracias a los cambios en los valores de referencia y, bueno, recemos porque sea este un invierno cálido. Y saldrán más cosas. En Dénia, por ejemplo, también nos suben la basura.
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Así que si cuando llegue el momento de pagar el IBI de 2022, que llegará, los vecinos de Xàbia vean que en vez de subir -que suele ser lo habitual- les baja, pues gracias por gestionar mejor los cuartos que apoquinamos y que tanto cuestan de ganar. Que me ha convencido el asunto este del IBI de Xàbia, vaya.
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