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A Shi Yongxin le han obligado a colgar la túnica budista por sus escándalos. AFP

Sexo, desfalcos y kung fu: así ha caído el gran abad shaolin de China

Shi Yongxin ·

Las autoridades investigan al 'monje CEO' por una larga lista de escándalos

Sábado, 2 de agosto 2025, 18:13

En la página web internacional del templo Shaolin, cuna del kung fu y lugar de peregrinaje para todo entusiasta de las artes marciales y del ... budismo zen, todavía utilizan el calificativo de 'venerable' para referirse al 'gran abad' Shi Yongxin. No obstante, cada vez está más claro que de venerable tiene más bien poco: después de haber pasado 26 años al frente del templo más famoso de China, fundado hace 1.500 años en la provincia central de Henan, el pasado día 27 Shi fue relevado de su puesto debido a la investigación que está sacando a la luz un culebrón de escándalos sexuales y de malversación de fondos. «Sus acciones empañan gravemente la reputación de la comunidad budista y socavan la imagen de los monjes», sentenció la Asociación Budista de China en un comunicado.

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«Por fin cae el abad del templo Shaolin», escribía Yu Zeyuan, periodista del diario chino Lianhe Zhaobao, señalando que ya hace años había fundadas sospechas sobre las reprobables conductas del religioso. Shi era conocido como 'el monje CEO' porque hizo del templo un negocio que gestionaba como una empresa -con notable éxito-, algo que provocó muchas suspicacias en la comunidad budista.

En 2009, algún 'hacker' logró hacerse con el control de la página web y en ella escribió 'maligno shaolin Shi Yongxin, vete al infierno' en ideogramas de caligrafía china, como si fuese un grafiti 'ad hoc'. Meses después, de la misma manera se publicó una carta en la que, supuestamente, Shi se disculpaba por haber llevado «una vida materialista».

Con el caso del monje más famoso de China se puede echar mano del refranero: cuando el río suena, agua lleva. Ahora, oficialmente se le investiga por apropiación indebida de fondos destinados a proyectos de la institución budista, así como de haber violado los preceptos de esa religión al mantener relaciones sexuales «impropias» con varias mujeres. Por si fuese poco, presuntamente es el padre de al menos un hijo ilegítimo.

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Las redes sociales chinas no han tardado en desbordarse de rumores. Algunos internautas afirman que Shi trató de huír a Estados Unidos, otros que está involucrado incluso en el tráfico de estupefacientes, y muchos lo relacionan también con un negocio de prostitución. De momento, las autoridades han negado que existan esas acusaciones, al menos de forma oficial.

Según la biografía oficial del venerable Shi, el monje nació en una familia en Yingshang, provincia de Anhui, en 1965. Con 17 años ingresó en el templo Shaolin de Songshan y comenzó una carrera de varios años por diferentes instituciones religiosas que le otorgaron también voz política. No en vano, en marzo de 1993 fue elegido miembro del Comité Consultivo Político Provincial de Henan, del que el Partido Comunista se nutre para diseñar políticas en diferentes sectores.

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Un gran negocio global

Seis años más tarde fue ordenado gran abad del templo Shaolin, al que llegó con un objetivo claro: internacionalizar la institución. Que tuvo éxito se demuestra con las fotografías de Shi con importantes figuras globales: Vladímir Putin, la reina Elizabeth II, Nelson Mandela… Su última gran cita se dio el pasado mes de febrero cuando se reunió con el Papa Francisco.

Para canalizar los frutos de esta exposición mundial y poner en práctica su máster en dirección de empresas, diseñó una ambiciosa estrategia de diversificación que incluyó desde el establecimiento de un equipo de artes marciales con sucursales en diferentes países, hasta una rama de la Cruz Roja, pasando por un centro de estudios budistas. «Si China puede importar Disneylandia, ¿por qué no van a poder importar otros lugares el templo Shaolin?», justificó.

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Todos los programas que diseñó están abiertos a participantes extranjeros, que viajan hasta Henan para realizar diversos cursos previo pago de una jugosa suma de dinero. Se estima que el templo ingresa unos 6 millones de euros al año, sobre todo a través de los derechos para películas, juegos y un largo etcétera. De hecho, explota unas 700 patentes. Ahora se sabe que a ese flujo de capital se ha ido sumando otro más turbio: el de los regalos y las mordidas que ha cobrado.

Han trascendido regalos como el de un automóvil de lujo valorado en más de cien mil euros que recibió en 2006, obsequio del gobierno local en agradecimiento por su promoción turística. Ya entonces provocó cierta polvareda, a la que Shi no tuvo inconveniente en contestar con unas palabras que ahora cobran un nuevo sentido: «Los monjes también somos ciudadanos. Hemos cumplido con nuestros deberes y contribuido a la sociedad, por lo que es justo que recibamos recompensas».

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Shi quería disfrutar de lo mejor de ser monje, de los privilegios que le proporcionaba su papel religioso e incluso político, y también de lo mejor de ser un hombre cualquiera, con sus escarceos con mujeres y, lógicamente, sin respetar el celibato que se espera de él.

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