Samia Suhulu Hasan, la primera dictadora
Perfil ·
Las elecciones tanzanas encumbran a una mujer a la presidencia, pero a través de la represión de sus rivalesUna choza es incendiada al final del Mwaka Kogwa, el festival que celebra el año nuevo en la isla tanzana de Zanzibar. Es una tradición ... que los comerciantes persas llevaron a este territorio ubicado en el Océano Índico. El rito incluye la entrada en la cabaña de un par de individuos antes de prenderla fuego. No, no hablamos de una ceremonia con sacrificios humanos. Los sujetos abandonan el chamizo por una puerta trasera. Se trata de una simulación de renovación. Al parecer, como la falsa ilusión de cambio que supusieron las últimas elecciones en el país. La presidenta Samia Suhulu Hassan acaba de jurar el cargo tras obtener nada menos que el 97.7% de los sufragios..
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Tanzania responde al estereotipo africano. Sus praderas del Parque Natural del Serengueti y el cráter del Ngorongoro acogen las escenas habituales de gacelas acechadas por leones y antílopes engullidos por cocodrilos cuando realizan su migración anual. También la política local se corresponde con la realidad habitual de muchos de los Estados surgidos tras el teórico fin de la colonización.
Como sucede en otras repúblicas, Tanzania cuenta con su padre de la patria, Julius Nyerere, y una entidad hegemónica aferrada al poder que impide la alternancia. El Chama Cha Mapinduzi (CCM) o Partido de la Revolución ha gobernado interrumpidamente desde la independencia a través de una media docena de mandatos de presidentes de larga duración. Su espíritu socialista se ha diluido con el tiempo. Tras un periodo de formación única, el régimen se abrió en 1995 al multipartidismo, aunque no precisamente a la democracia real.
El país continental accedió a la independencia en 1961 y tres años después sumó el archipiélago que constituía el antiguo Sultanato de Zanzibar para crear su actual configuración. Samia Suhulu nació en Makunduchi, al sur de la isla, cuando todavía era una monarquía. Aquella niña aplicada, hija de un maestro, cursó estudios de Administración Pública en Gran Bretaña y se convirtió en funcionaria en el gobierno autónomo insular.
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La mayoría de los dirigentes africanos cuenta con una experiencia acuñada en la burocracia nacional y cierta trayectoria en empresas y organismos internacionales que les proporciona las credenciales necesarias cuando, tarde o temprano, emprenden una carrera política. Así ocurrió con la liberiana Ellen Johnson Sirleaf, el antecedente en el ejecutivo de un país africano, y que trabajó para Citibank y Naciones Unidas. En el caso de Suhulu, ese prestigio provino de su cargo como gestora de proyectos dentro del Programa Mundial de Alimentos.
La dirigente inició su trayectoria en el CCM, condición sine qua non para progresar en la función pública en Tanzania. Contaba con el lastre de ser mujer en una sociedad conservadora, pero también con la ventaja de su origen. La presencia de representantes de Zanzibar dentro del gobierno constituye una medida encaminada a contrarrestar las tendencias secesionistas de las islas, dotadas de una personalidad cultural muy diferente de la continental.
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Antes de llegar a la presidencia, Samia ocupó varias carteras y en 2014 fue nombrada vicepresidenta de la Asamblea Constituyente, encargada de redactar una Carta Magna. Su definitivo encumbramiento llegó cuando entró a formar parte de la fórmula del candidato presidencial John Magufuli, ganadora de los comicios de 2015.
No fueron buenos tiempos para Tanzania. El jefe del Ejecutivo compaginó un plan de rearme ético centrado en la lucha contra la corrupción con el recrudecimiento de la censura y la represión. Su postura contraria a la vacunación en el periodo de la pandemia acentuó la singularidad del personaje. Tras su fallecimiento en 2021, Suhulu accedió al máximo poder.
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La estrategia del gobierno fue respondida en la calle con manifestaciones duramente reprimidas
La llegada de una mujer al cargo, aunque fuera con carácter provisional, alentó la esperanza de apertura y cambio. El levantamiento de la prohibición de concentraciones políticas parecía demostrar otro talante y el año pasado se aprobó la Ley de la Comisión Electoral independiente, que propiciaba la celebración de comicios con ciertas garantías. Pero, en realidad, nada se mueve en el país del CCM, una especie de PRI a la africana.
Represión
El deseo de Samia y los suyos era el de perpetuarse a toda costa y sin escatimar en medios. La convocatoria a las urnas se acompañó de nuevo episodios de violencia, desde la desaparición de figuras políticas de la oposición al homicidio. Los rivales fueron barridos de antemano. Tundu Lissu, líder del partido Chadema y principal aspirante al ejecutivo, fue excluido tras ser acusado de traición. También corrió la misma suerte Luaga Mpina, un dirigente del CCM que abandonó a los suyos para integrarse en la izquierdista Alianza para el Cambio y la Transparencia.
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Suhulu sólo tuvo que enfrentarse a un abanico de pequeños grupos prácticamente desconocidos para la población. Su apabullante victoria del pasado 29 de octubre es la mayor registrada desde la aprobación del multipartidismo. Pero el autoritarismo no quedó sin respuesta. La estrategia gubernamental fue contestada en la calle con manifestaciones duramente reprimidas por las fuerzas de seguridad. Los ataques contra la libertad de expresión, que han incluido el cierre de plataformas digitales, han impedido conocer el número real de víctimas, aunque algunos medios hablan de centenares de muertos.
La ruptura en el seno del movimiento gubernamental es la única posibilidad de transformación en un Estado que sigue la deriva dictatorial de buena parte del continente. Esa discrepancia podría llegar desde quienes rechazan la preeminencia de los cargos llegados de la muy turística Zanzibar, en especial de Abdul Halim Hafidh Ameir, hijo de la presidenta, y al que se le atribuye la operación de limpieza política. Además, los observadores de la Unión Africana han declarado que las elecciones no cumplieron los estándares democráticos. No hay margen para el error en la tierra de los grandes felinos. Todos los indicios apuntan a que el continente asiste al surgimiento de su primera gran dictadora.
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