Damasco al rescate de Malí
Esta tela de algodón teñida a mano es la esperanza de un país atenazado por el yihadismo. Allí le llaman bazin y tiene su propia semana de la moda
julia fernandez
Jueves, 3 de diciembre 2015, 20:51
Si tiene dos euros en el bolsillo, tiene el dinero con el que sobreviven a diario ocho de cada diez ciudadanos de Malí, que ya son dieciséis millones. El país africano, situado bajo Argelia y Mauritania, es uno de los más pobres del mundo, y eso que posee oro, uranio y sal. Pero esto no es óbice para que se mire al espejo y se acicale como una novia que va a casarse. Los malienses están acostumbrados a caer y levantarse con la más blanca de sus sonrisas.
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Hace unos días, Bamako, la capital de este Estado que fue colonia francesa hasta 1959, celebró la segunda edición de FestiBazin, su particular semana de la moda, donde los modelos lucen las últimas creaciones de los diseñadores locales, hombres y mujeres en los que las autoridades confían para sacar a la economía del pozo en el que se encuentra.
El agujero, ya de por sí importante, se hizo más grande con el sangriento golpe de Estado de 2012 que depuso al gobierno democrático que lideraba Amadou Toumani Touré y que acabó con la secesión unilateral de Azawad, en el extremo norte del país, donde Al-Qaida ha encontrado refugio y desde donde se organizó el secuestro del lujoso hotel Radisson Blu de la capital hace unos días. Los terroristas tomaron por rehenes a 170 personas, la mayoría turistas, durante varias horas. Cuando la policía los liberó, encontró 19 cadáveres.
Paradójicamente, en plena recesión económica, política y social, el sector de las telas ha experimentado un crecimiento sin precedentes. Las que más llaman la atención de los turistas son las conocidas como bazin. Aunque las visitas han caído en picado por la presión de los yihadistas en un país que atesora cuatro lugares declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO: Tombuctú, las antiguas ciudades de Djenné, la tumba de los Askia y los farallones de Bandiagara. Si antes concedían quince visados al día, ahora no llegan a cuatro.
El bazin es un tejido de lujo, que se utiliza sobre todo en los vestidos para citas y fiestas realmente especiales. "Si vas a una boda y tu traje no es de bazin, no quedarás bien", subraya el modisto Baba Serme, especialista en la confección masculina. Está elaborado a partir del algodón, uno de los cultivos históricamente más importantes de Malí. Sin embargo, la crisis agrícola ha llevado a los artesanos a importar la materia prima desde otros países. Ni siquiera la tejen ellos, lo que compran es la tela una vez ya terminada. "Los productores más grandes y mejores están en Alemania, Austria y la República Checa", desvela Hassan Bassoum, propietario de Bassekou Gamby y Freres, una de las cuatro tiendas especializadas en bazin blanco de Bamako.
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Intoxicaciones y quemaduras
El papel de los malienses en la fabricación de lo que nosotros llamamos damasco o brocado se limita al teñido, aunque no puede hablarse de una labor menor: es la que le dota de su peculiaridad y la que le convierte en el centro de atención de los turistas y de los profesionales. "Lo almidonamos y lo teñimos suavemente con nuestros manos", detalla la diseñadora María Bocoum.
Eso sí, a los artesanos no les sale gratis. Lo pagan caro... Hasta con la vida. El proceso para impregnar la tinta en la tela tiene riesgos y cientos de niños se intoxican, queman o incluso mueren al contactar con los productos químicos que se utilizan, entre ellos la sosa cáustica. Tocan o ingieren accidentalmente las soluciones mientras sus padres trabajan con ellas en talleres muy rudimentarios. De ahí que cada vez se levanten más voces para regular el sector y profesionalizarlo.
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Una de ellas es la de Abdoulaye Sanoko, director general de la Agencia de Promoción de las Exportaciones: "Tenemos que ayudar al sector del teñido para cumplir con las normas, por ejemplo, las de la African Growth and Opportunity Act", una institución que les abre las puertas para entrar con preferencia en el mercado de Estados Unidos. No es baladí este asunto porque China pisa los talones de Malí en la producción del damasco.
Aminata Bocoum, la promotora de FestiBazin, lo tiene claro: hay que seguir invirtiendo y haciéndose a la idea de que no solo hay que teñir, sino también tejer para no depender de otros países y crear más puestos de trabajo. Lo que ayudaría a industrializar la economía del país, ahora totalmente dependiente de la agricultura y la ganadería. "No es probable que ocurra en un año, ni en dos, ni en diez, pero seguro que llegará. Conseguiremos montar toda la cadena de producción", enfatiza esta mujer emprendedora que tiene una ambición: "Sueño con que Malí se convierta en el mayor productor de bazin del mundo".
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