CONSERVANDO LA TRADICIÓN CULTURAL Y GASTRONÓMICA DE UN PUEBLO

Viernes, 12 de septiembre 2025, 09:00

Empieza el mes de septiembre y la mayoría volvemos de nuevo al trabajo. Este verano han sido infinidad de pueblos los que han celebrado sus ... fiestas. Fiestas con raíces religiosas o patronales, grandes eventos como la Tomatina de Buñol, la Cordà en Paterna, los Moros y Cristianos en la Villajoyosa o els Bous a la Mar en Denia, son algunos de los más representativos e importantes. Sin embargo, existen otras poblaciones que también celebran sus fiestas, aunque no sean tan afamadas. Muchas de ellas, por no decir todas, están vinculadas a la gastronomía y es aquí donde yo me quiero detener. Normalmente hablamos de una gastronomía tradicional donde aparecen recetas muy típicas y como no, los dulces típicos asociados a cada una de las fiestas.

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Hoy quiero contarles un ejemplo que yo vivo y disfruto de cerca durante el mes de agosto en las fiestas de mi pueblo. Alcàsser es un pequeño municipio de unos diez mil habitantes, como otros muchos que existen en nuestra geografía, que durante la segunda quincena del mes de agosto celebran las fiestas en Honor al Santísimo Cristo de la Fe y seguidamente celebran la típica semana de 'bous al carrer'. En ambas fiestas la gastronomía está muy presente y seguro que a muchos de ustedes también les trae buenos recuerdos las fiestas del pueblo donde viven o donde pasan el verano. Se trata de una riqueza que marca la identidad de los que allí viven y aunque no todos las viven igual, como les decía, la gastronomía siempre es un pilar importante.

Una gastronomía que normalmente va ligada unos dulces tradicionales. En mi pueblo, los dulces tradicionales por excelencia son el plato de gloria, la pelota dulce o las cocas de arrope y borrachas. Estos son los más comunes durante las fiestas de agosto. Pero una vez llega la semana de 'bous al carrer', el pueblo se viste de fiesta y este es el hilo conductor de una tradición donde la gente sale a almorzar, de rondas y a comer todos los días. Unos días sales con los amigos de toda la vida, otro con los del trabajo, otro con los que has practicado deporte, con los de la banda de música, otro día de disfraces o con los de la quinta. Vamos, que si quieres puedes salir toda la semana. Pues bien, esto supone que centenares de personas todos los días salen a comer y actualmente la oferta gastronómica se reduce a pocos bares y restaurantes, ya que muchos de ellos han cogido sus merecidas vacaciones y tienen cerrados sus locales.

Y es aquí donde las asociaciones y concretamente las fallas cogen el relevo y se organizan para dar de comer junto con los bares y restaurantes que quedan abiertos a centenares de personas cada día. Pues bien, bajo mi punto de vista, el papel de las Fallas está siendo determinante a nivel general, facilitando que dichas fiestas se puedan llevar cabo, ya que sin todos ellos difícilmente la fiesta podría subsistir. Este año han participado tres fallas y les he preguntado qué han cocinado, para cuántas personas y cuántas personas han colaborado desinteresadamente.

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Falla Nord, la más joven

La falla más joven, creada recientemente, es la Falla Nord y ha ofrecido almuerzos por la mañana a cerca de quinientas personas. Almuerzos de tortilla de patata, embutido, pisto, habas con embutido, etc. Todo un festín de almuerzos gracias a la colaboración de unos sesenta falleros.

Falla Raval, con años de antigüedad

Por otro lado, tenemos la falla Raval con muchos años de antigüedad, la cual ha preparado comidas y dulces tradicionales para nada más y nada menos que mil doscientas personas, lo que supone arreglos de paella para unas setecientas personas y cincuenta kilos de arroz, de fideuá para unas trescientas personas y más de sesenta kilos de anguilas para preparar allipebre para unas doscientas cincuenta personas. De picoteo, unas dos mil quinientas albóndigas de bacalao y de postre el clásico «plat de glòria» junto con el tradicional cremaet que preparan. Todo ello, gracias a la colaboración de unas ciento cincuenta personas.

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Falla Mercat, muy longeva

Y por último, tenemos a la falla Mercat, que también cuentas con muchos de años de existencia y han preparado almuerzos y comidas. Han dado almuerzos a más de setecientas personas y a más de quinientas personas para comer. Los almuerzos de tortilla de patata con embutidos, Chivito y Almussafes, aunque también han preparado el tradicional conejo al ajillo y allipebre los fines de semana. Para comer, paella valenciana, fideuá y paella de puchero con su puchero con todos los ingredientes por un lado y su correspondiente arroz con longanizas por otro. Todo ello cocinado y servido por casi un centenar de falleros repartidos por turnos a lo largo de la semana.

Y lo mejor de todo ello, es que cada año se superan. Durante estos años he podido observar una clara evolución y como la calidad de sus paellas valencianas, de sus fideuás o de sus paellas de puchero han alcanzado un nivel altísimo. Cada falla tiene su estilo, adaptándose al personal, a sus posibilidades y espacio. Unos cocinan paellas buenísimas de ración, elaborando paellas con más de cuatro kilos de arroz, con el punto exacto de cocción, con la carne tierna y dorada, lo cual no es nada fácil y valoro muchísimo. Otros prefieren que cada mesa tenga su propia paella, o preparan comidas como la del puchero con dos pases, es decir, primero con el arreglo y después con el arroz. Bestial.

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Humanamente la labor que realizan como asociación tiene un valor incalculable. Personas de todas las edades trabajan codo a codo durante el mes de agosto y bajo mi punto de vista son un ejemplo a seguir en cuanto a los valores que se desprenden del trabajo que realizan. Compañerismo, esfuerzo, coordinación y mucho trabajo a lo largo de toda la semana y las semanas previas para organizarlo todo.

Y por supuesto, gastronómicamente tienen toda mi admiración, ya que están transmitiendo nuestro legado culinario más arraigado de generación en generación, conservando así la tradición cultural y gastronómica del pueblo. Un ejemplo que estoy seguro que se repite en infinidad de pueblos de nuestro país. A esto le llamo riqueza y futuro y por ello he querido rendirles este pequeño homenaje. Enhorabuena a todas las asociaciones de todo tipo que contribuyen a perpetuar el legado gastronómico de nuestro país.

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