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Interior del restaurante. L.P.

El restaurante que se comió un cine: así es por dentro Alegal, la apertura más esperada (y espectacular) de Valencia

El nuevo establecimiento se inaugura este jueves con una propuesta gastronómica nacida de su alianza con el chef malagueño Dani García, en su primer proyecto en la Comunitat

El descubridor

Miércoles, 17 de septiembre 2025, 11:15

Para tantos valencianos, los Cines Aragón son más que una sala donde se exhibían hasta su cierre los mejores estrenos que poblaban la cartelera ... de Valencia. Forman parte de su memoria sentimental, como lo prueba que cuando esas dos palabras se pronuncian en presencia de cualquier habitante de esta orilla del Turia, salta como un resorte la catarata de recuerdos. Ahí fue donde fulanito vio esta película o donde zutanita no olvida el impacto que todavía perdura de aquella cinta de Kubrick, de Eastwood o de otros apellidos célebres del séptimo arte. Los cines también fueron durante demasiado tiempo una presencia enojosa en una esquina muy codiciada de la ciudad. Largos años cerrados, cuando los primeros operarios acometieron su transformación hace unos meses, el alma ciudadana se quedó medio en suspenso: qué iba a pasar allí. Una pregunta despejada hace unos días en LAS PROVINCIAS (será un restaurante) que esta semana se termina de resolver: los viejos cines reabren el jueves al servicio de una ambiciosa idea de hostelería, que lleva por nombre Alegal y que por dentro ofrece el aspecto que explican las líneas que siguen.

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Lo primero que llama la atención es que, por si alguien lo había olvidado, este inmenso espacio operaba en efecto como sala cinematográfica: ahí reside uno de los principales atributos (su dimensión apabullante) que añade espectacularidad a un espacio desde luego deslumbrante. Esa magnitud de sus salas, desde la pieza central rematada por una imponente chimenea facturada en mármol verde, hasta las estancias más reservadas, esconde uno de sus sellos diferenciales y ya habla del propósito de sus promotores: Alegal juega a lo grande. Empieza el baile, nunca mejor dicho. Así se llama la empresa valenciana que explotará el local, en alianza con el multiestrellado cocinero andaluz Dani García, que desembarca en Valencia para encargarse de la parte gastronómica de acuerdo con la declaración de intenciones que le trasladaron los dos jóvenes emprendedores valencianos cuando contactaron con él.

Salim Bravo y Alex Valmaña van contando estos detalles mientras recorren los 1.200 metros cuadrados que ocupa su nuevo restaurante, que abre esta semana y que ahora ofrece la imagen propia de todo negocio a punto de cortar la cinta inaugural. Prisas, preparativos, un cierto alboroto… pero también la clase de gestos concentrados en sus promotores y en la plantilla, formada por 120 personas, que hablan del rigor con que se concibió Alegal, condensado en esta frase: «Es más que un restaurante: es un proyecto de vida». Un proyecto al que se accede a través de una puerta que da directamente a la antigua sala cuatro de los cines, hoy la dependencia clave de todo el conjunto porque sirve como eje desde donde circulan el resto de recorridos: allá al fondo, la impresionante cocina, donde esta tarde sudan el delantal los jovencísimos miembros del equipo que capitanea el chef Ángel García, cuyo apellido coincide con el del cocinero malagueño pero carecen de relación familiar: la propuesta que Dani trae a Valencia se filtra por la carta que Bravo y Valmaña tienen en la cabeza para su negocio y se emplata mediante el genio de las manos valencianas que estarán en el día a día entre fogones.

El diseño, deslumbrante, disfruta también de ADN valenciano: es obra del reputado profesional Pablo Peyra, quien ha ideado un espacio desbordante de referencias cinematográficas. Iluminación, decoración y otros detalles muy ricos en dos y tres lecturas, como capas de sutil información, que podrán paladear los 300 comensales que forman su aforo, tarifado todo a precios contenidos: entre 35 y 40 euros el tiquet medio. La pareja de responsables de este proyecto guía la visita por esos rincones donde se destila el tributo al mundo del cine que surge en tantos detalles pero (sobre todo) en un intangible: la atmósfera. Alegal disfruta de un ambiente que remite desde luego a su antiguo cometido, muy rico en sorpresas que descubrirá la clientela cuando se inaugure este fin de semana, convocadas para dotar de un aire dramatúrgico, repleto de guiños, la experiencia de sentarse a gozar de su carta.

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Una experiencia por cierto romántica, porque todo el proyecto respira ese tipo de sentimentalidad con que fue alumbrado. Dicen sus promotores que se enamoraron rendidamente del local y se entiende a partir de esa confesión el resto de argumentos que enarbolan para justificar la pasión con que nace Alegal. La calidez de los materiales decorativos, el aire misterioso que distingue a los reservados que festonean el piso superior (y sus enigmáticos espejos espía), esa propuesta divertida y pícara que abanderan para seducir a una Valencia que, según su olfato, estaba esperando un restaurante de esta naturaleza precisamente aquí, en este emplazamiento que aspira a operar como un nuevo centro urbano para el ocio y la gastronomía. Con su sala de postres concebida como el taller de un orfebre, el estilo de películas como Babilonia y El gran Gatsby como sello diferencial en esta atmósfera tan personal o esos baños donde aguarda un arsenal de chupitos para entretener la espera… Y una restauración a la altura de quien la firma, el gran Dani García. El chef que protagoniza el otro relato de esta historia de amor: la forjada cuando Salim y Alex se dirigieron a él con un punto de divertida insolencia, conquistaron su interés y lo reclutaron para esta aventura valenciana. Con una advertencia. «No os voy a enseñar a hacer arroz».

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