El fenómeno del yogur helado griego que conquista Valencia
Un producto artesano, fermentado con kéfir, que ha llegado para quedarse: la nueva apuesta del incansable Tito Perelló
Hace apenas unos veranos pedir un poke bowl en Valencia era casi una excentricidad saludable. Con el tiempo, el original plato hawaiano se ha vuelto ... tan cotidiano como la baguete o el zumo de naranja natural. Ahora, la ciudad que todo lo digiere (culinariamente hablando) se rinde al helado de yogur griego, otra tendencia que llega para quedarse El greek frozen yogurt ha aterrizado en España, y Valencia vuelve a ser escenario de lo nuevo. El formato comprende barra luminosa, tonos blancos y azules y esa textura densa y cremosa que pide foto antes de la primera cucharada. Pero detrás de la estética cuidada hay un producto artesano, fermentado con kéfir, hecho con ingredientes naturales y una historia que huele a verano eterno. Y en el epicentro de este fenómeno, un nombre propio: Kefi.
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Tito Perelló no es un recién llegado al mundo de la gastronomía saludable. En 2018 fundó City Poké, uno de los primeros locales de poke bowls en España. «Fue una etapa apasionante. Aprendí que un restaurante no es solo un concepto, se trata de una marca con alma», recuerda. Con City Poké introdujo un nuevo modelo de street food pero con sentido, capaz de integrar ingredientes frescos, recetas sin azúcares añadidos, productos de proximidad y salsas gourmet creadas por el chef estrella Michelin Raúl Aleixandre.
Seis años después, el joven emprendedor valenciano vuelve a adelantarse a la curva junto a su socio Rafa Brandez. «En Kefi trasladamos esa misma filosofía de calidad y autenticidad, pero al terreno del placer. El yogur griego artesanal lo tiene todo, textura, sabor, salud y una historia potente», explica. A mediados de 2023, Perelló detectó cómo el greek frozen yogurt triunfaba en países como Estados Unidos, Francia o Emiratos Árabes. «Era cuestión de tiempo que llegara a España», cuenta. Pero lo que le conquistó no fue la moda, sino la autenticidad de un producto natural, con textura, carácter y fermentado con kéfir, el ingrediente ancestral de nombre casi místico fundamental para conseguir esa cremosidad adictiva. Su fermentación lenta y viva aporta cuerpo, sabor y beneficios digestivos, pero, sobre todo, una sensación de producto real y elaborado sin prisas.
Kefi o cómo visitar Grecia en el centro de Valencia
Entrar en Kefi es sentirte por un momento en una terraza blanca de Santorini. Luz natural, detalles azules, suelo empedrado, aire de calma y una barra donde el yogur se convierte en arte. «No somos una heladería ni una cafetería. Somos una experiencia en torno al yogur griego», afirma Tito. Y no exagera. En Kefi no hay cucuruchos ni bolas de helado, sino creaciones artesanales con toppings gourmet como miel con pistachos, fruta liofilizada, salsas naturales o el ya famoso aceite de oliva virgen extra Olicinar con sal Maldon. Sí, aceite en un postre. Y sí, funciona. «Es un contraste mágico. Lo cremoso del yogur con lo salado del aceite y la textura crujiente de la sal. Además, usamos un aceite ecológico de Montoro, Córdoba, con un aroma increíble», relata.
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El resultado es una propuesta que combina placer, estética y autenticidad. Un postre que se saborea con el paladar y se disfruta con la vista. En la era de las marcas que se paladean primero a golpe de scroll el diseño es parte del menú, y Kefi lo entiende a la perfección. «La gente vive las marcas también a través de lo visual. Queríamos que cada rincón transmitiera ese mood griego, relajado y luminoso». Los espacios Kefi son bonitos sin ser pretenciosos y cálidos sin ser empalagosos. Allí cada detalle está pensado para transmitir esa alegría tranquila que da nombre a la marca. Porque Kefi significa, literalmente, entusiasmo por la vida. Y se nota.
En un momento en el que todo lo saludable parece venir con manual de instrucciones, Kefi propone una fórmula ganadora, natural pero deliciosa. Un equilibrio que encaja con lo que busca el consumidor actual que son productos honestos, apetecibles y con un punto emocional. «Ya no se trata de contar calorías, sino de disfrutar sin excesos. Partimos de ingredientes reales, yogur, kéfir, frutas, frutos secos, salsas naturales… y dejamos que el sabor hable por sí mismo», resume Tito. Más allá del producto o del diseño en Kefi tienen claro que el verdadero desafío está en la consistencia del negocio. «En City Poké aprendimos que escalar sin perder esencia es lo más difícil. Por eso en Kefi hemos apostado desde el principio por procesos claros, estética cuidada y un equipo que cree en el proyecto», detalla. Ese equipo compuesto por jóvenes formados en hostelería, diseño y atención al cliente, es el alma del concepto. Cada local funciona como un pequeño embajador de la marca, transmitiendo esa energía positiva que hace que uno salga con ganas de volver. Y es que, como dice Tito, «Kefi no es solo un nombre, es una actitud».
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Valencia como laboratorio
Si algo caracteriza a Valencia es su capacidad para experimentar. Lo ha hecho con los brunchs de autor, con el poke y ahora con el yogur griego. «Es una ciudad con mucho talento creativo y un público abierto. Además, tiene una escala perfecta para testear ideas sin perder cercanía», apunta Perelló. El ecosistema gastronómico valenciano está viviendo un momento brillante con una cartera renovada de jóvenes chefs, proyectos con propósito y una comunidad que valora tanto el diseño como la experiencia. Y, en ese contexto, Kefi encaja como una pieza más de un mosaico gracias a su combinación de innovación, alma mediterránea y un futuro que pinta dulce. Tras su abrumador éxito en Valencia, Kefi ya ha abierto en Zaragoza y prepara nuevas tiendas en Murcia y Madrid con el objetico de alcanzar las doce aperturas en 2026.
Quizá el éxito del yogur griego no sea solo una cuestión de sabor o estética, sino de filosofía pues, cuando todo parece acelerado, este producto nos recuerda que las cosas buenas necesitan tiempo, y es que el kéfir no entiende de atajos, pues fermenta cuando tiene que fermentar. Tal vez por eso el resultado es tan satisfactorio. Lo que Kefi ha logrado no es reinventar el yogur, sino convertirlo en un símbolo de equilibrio, de alegría tranquila y de hedonismo saludable.
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