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Clarisa Leiva, junto al mostrador de productos con los que trabajan, y que ya tenían en el puesto del mercado de Ruzafa. damián torres

La Chata, la abuela que inspiró el último restaurante abierto en Ruzafa

Sergio Bernardo y Clarisa Leiva querían un lugar en el que los clientes se sintieran como en la casa familiar, sin prisas y con los sabores tradicionales, después de darles una vuelta de tuerca

Jueves, 10 de noviembre 2022

Clarisa Leiva y Sergio Bernardo andan entre la barra y el teléfono, gestionando pedidos y tomando reservas. Atendiendo a los clientes que van entrando en ... ese rincón del barrio donde hace ya algún tiempo decidieron vivir y trabajar, y que han transformado a su gusto. «Todo comenzó con una parada en el mercado de Ruzafa». Y después de decirlo, Sergio rectifica. Porque el ultramarinos abrió debido a que en la pandemia les hizo plantearse un reseteo, una vida más tranquila, tras muchos años al frente de un restaurante. «Por primera vez en mi vida no tenía estrés», reconoce Sergio Bernardo.

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Pero a él y a su pareja, Clarisa Leiva, les va la marcha, así que aquí están de nuevo, con un local abierto hace dos meses que bebe de su trayectoria, que es restaurante y a la vez es tienda. «Los clientes nos decían que volviéramos», reconoce esta pareja, que ha andado junta cuando las cosas andaban bien, cuando el barrio se apoyó durante los peores momentos del confinamiento y también cuando vieron que las tiendas gourmet tenían difícil encaje si todo vuelve a la normalidad y si los costes suben como lo están haciendo.

Y, ¿qué es Ultramarinos la Chata? Es un local con mucha personalidad, y Sergio mira a Clarisa, la artífice de convertir el espacio en un lugar que recordara a la casa de sus abuelos. De hecho, 'la chata' era el apodo de la abuela de Sergio, y 'el chato' el del abuelo de Clarisa. «Por eso la cocina es tradicional, pero le damos una vuelta». Y con esta filosofía crean, por ejemplo, un humus de lentejas que sabe al guiso de las abuelas, y que encima tiene sorpresa, con tropezones de costilla. «Viene gente mayor que nos dice que se está comiendo las mismas lentejas que preparan en familia, con una presentación que llega mucho a la gente joven», explica Sergio.

Además, no querían convertir su restaurante en un lugar donde se comiera por turnos, donde el reloj marcara los tiempos. «Sí distribuimos las reservas cada quince minutos porque la cocina es lo que es, muy pequeña, y hay que dar un buen servicio. Pero la idea es que la gente venga y se sienta como en el salón de su casa». A la entrada, una estantería con todos los productos que ya tenían en su puesto del mercado, la mayoría de proximidad, de productores locales y que Sergio y Clarisa seleccionan con cuidado. «La mayoría son marcas valencianas y de kilómetro cero, proyectos familiares, pequeñitos, de gente del barrio o del pueblo de al lado. Y todos se identifican mucho con nosotros y nuestra manera de trabajar», dice ella.

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-¿Es importante para vosotros trabajar con gente así?

Clarisa: Muy importante. De hecho, cuando empezamos a hablar del nuevo proyecto tuvimos ofertas muy suculentas de vinos, cervezas… y dijimos que no. La Chata tiene una esencia, una magia, y no podemos ahora cambiar esa filosofía. El objetivo es apoyarnos los unos a los otros, porque los pequeños también existimos.

-¿Crees que esa filosofía tiene que ver con la pandemia?

Clarisa: Tiene que ver con la pandemia. Y gracias a esos momentos he conocido muchos proyectos nuevos. También es cierto que un año después a la gente toda esa filosofía se le olvidó, y al barrio también. Lo vivimos en nuestras propias carnes.

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Sergio: Las ventas bajaron y nos dimos cuenta de que la restauración seguía a tope, por lo que pensamos que había que apostar, hacer la tienda más grande para que la gente se pudiera sentar. Pero, eso sí, que permaneciese la esencia.

-¿Uno se puede reinventar todas las veces que quiera?

«Por supuesto», dicen los dos al unísono.

Clarisa: Sólo hacen falta ganas, pasión por lo que haces y un buen equipo, porque si no hay equipo no hay nada.

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-¿Por qué os habéis mantenido en Ruzafa?

Clarisa: porque somos del barrio, vivimos aquí. Porque la Chata está ligada a Ruzafa desde sus inicios, y este lugar tiene mucho que ver con nosotros.

-Decidme algo que haya que pedir en Ultramarinos La Chata.

Sergio: Ahora que los almuerzos se han puesto muy de moda, aquí hay que probarlos.

Clarisa: Tenemos un carpaccio de manitas de cerdo, un plato de toda la vida reinventado. Además, nuestra cocinera hace unos arroces de locos. Hay que probar el arroz al horno, y también tenemos en carta un all i pebre de pulpo que está muy rico.

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