Stefania Di Nicola Ramírez
Martes, 5 de agosto 2025, 00:17
Falleras con abanicos, bolsas con botellas de agua fresca y vecinos deleitándose desde sus balcones viendo al Cristo salir de la Parroquia del Niño Jesús ... del Huerto. Así vivió ayer la pedanía de El Palmar la romería del Santísimo Cristo de la Salud, acto que se celebra cada 4 de agosto con una emotiva procesión donde se pide protección para el humedal y para las comunidades que lo rodean, y que culmina con un tradicional paseo hasta el corazón de la Albufera. La dana, que también dejó su huella en el parque natural, marcó un emotivo acto que también se vistió de fiesta.
Publicidad
Merche, una vecina de la pedanía, contó que esta peregrinación, que se lleva haciendo desde hace 49 años, era «más importante que nunca», después de un año en el que Albufera y los pueblos cercanos a ella fueron gravemente afectados por la riada del pasado 29 de octubre.
A la salida del Cristo de la parroquia, se oían gritos entre los ciudadanos del vecindario: «¡Visca el Cristo de la Salud!», gritaban entre rezos y aplausos. «Llevamos más de dos décadas mostrando la imagen del Cristo con mucha fe, que incluso para los que no son creyentes o los turistas que nos visitan es emblemático», dijo Jordi Peiró, el director de la orquesta y coro de El Palmar mientras desfilaba en la Plaza de la Sequiota.
Tras el paso por la Plaza de la Sequiota, la comitiva –encabezada por la imagen del Cristo y acompañada por la orquesta y el coro– prosiguió su recorrido en un desfile hasta llegar a los embarcaderos. Allí, vecinos y visitantes subieron a las tradicionales barcas que los conducirían hasta el corazón de la Albufera, donde tendría lugar uno de los momentos más emotivos de la jornada: la misa sobre el agua.
Publicidad
Este acto es solemne pero también alegre, por lo cual no faltaron las palmas y la música de la orquesta en la travesía hasta el 'Lluent', o el centro del lago. Las barcas se golpeaban suavemente, las personas reían, se reencontraban y se saludaban, haciendo de esta festividad a la vez un acto que une a su gente. Los conductores de los botes decían entre risas, «por las carreteras es una cosa, y por la Albufera otra».
En ese entorno único, rodeado de naturaleza, se leyó el Evangelio según San Marcos, poesía en honor al Cristo y se llevó a cabo la bendición de las aguas, un rito cargado de simbolismo que pide su purificación y renovación. Durante la ceremonia también se elevaron plegarias por los pescadores, para que no falten los buenos alimentos que provienen del lago, y se pidió que la Albufera continúe siendo un motor de vida y sustento para las familias de El Palmar y sus alrededores.
Publicidad
Al finalizar la misa y cuando el sol comenzaba a descender, las barcas regresaron lentamente entre los reflejos dorados producidos por el atardecer. Este, ya de por sí mágico, se volvió aún más especial con las embarcaciones deslizándose entre las matas de la Albufera.
El acto contó con la presencia de la alcaldesa pedánea Gema Estevens Dasí, la alcaldesa en funciones y concejala de Recursos Humanos y Técnicos, Julia Climent, diputados autonómicos o la consellera Marián Cano. A su vez, la fallera mayor y la fallera mayor infantil de 2025, Berta Peiró García y Lucía García, guiaron a los fieles hacia los embarcaderos.
Suscríbete a Las Provincias al mejor precio
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión