De generación en generación
Desde hace siglos, en los días centrales de agosto, nuestra tierra cuenta con un gran hito que destaca con una enorme fuerza en el calendario y que ocupa también un lugar muy especial en nuestro corazón
pRESIDENT DE LA gENERALITAT
Sábado, 8 de agosto 2015, 12:05
Desde hace siglos, en los días centrales de agosto, nuestra tierra cuenta con un gran hito que destaca con una enorme fuerza en el calendario y que ocupa también un lugar muy especial en nuestro corazón. El Misteri dElx, un tesoro literario, musical y estético que hunde sus raíces en la historia y que ha llegado hasta nuestros días transmitido de generación en generación y con una enorme fuerza, toma cuerpo ante la atenta mirada de unos espectadores que asisten a su puesta en escena con la misma emoción con la que lo hicieron sus padres y abuelos.
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El Misteri dElx no tiene fronteras. Su repercusión no entiende de divisiones administrativas, ni de lenguas o culturas. Consigue proyectarse en todas las direcciones y conmover a cualquier persona, incluso a las de culturas muy distintas de la nuestra. Ese carácter universal del Misteri es, sin embargo, plenamente compatible con su identificación absoluta con un pueblo, con unas gentes muy concretas, con los hijos y nietos de los que en el pasado asumieron con un enorme orgullo la tarea de mantener vivo y enriquecer ese patrimonio entrañable. El Misteri es de todos, pero muy especialmente de la gente de Elche, de aquellos que conocen todos sus pasajes y que sienten como algo familiar cada uno de sus aires.
Su carácter de obra excelsa de arte y de valiosísimo patrimonio histórico no impiden que los vecinos vean en el Misteri su gran fiesta. Un gran número de actos enmarcan las representaciones, y todos ellos cuentan con la participación activa de miles de personas, con su entusiasmo y su ilusión. La Basílica de Santa María se convierte en el centro de esas celebraciones, pero ese espíritu festivo que el Misteri irradia en la ciudad traspasa sus muros y llega a todos los rincones, a las calles y plazas, a los huertos y a cualquier espacio en el que los ilicitanos se unen para compartir momentos felices a lo largo de estas jornadas únicas.
Culto y popular al mismo tiempo, el Misteri tiene muy diferentes lecturas, tantas como personas se acercan a conocerlo. Para algunos su partitura contiene pasajes sublimes mientras que otros quedan cautivados por su escenografía, tan sencilla como impactante y espectacular. Unos admiran su pervivencia a través de los siglos y su fidelidad a sus orígenes, mientras que otros destacan su capacidad para incorporar nuevos elementos a lo largo de su prolongada evolución histórica. Quizá radique en esas múltiples dimensiones que confluyen en él la fuerza del Misteri y su capacidad para conmover a tantas personas.
Si algo quisiera destacar de esa magna obra construida por centenares y centenares de personas anónimas a lo largo de los años es, precisamente, su arraigo en una tierra y entre unas gentes. El Misteri es de Elche y de los ilicitanos. No puede ser trasplantado sin más a otro lugar o ser puesto en escena por otras personas. Nació en Elche, por y para la gente de Elche, y esa impronta impregna cualquiera de sus facetas y explica la identificación de la ciudad con uno de sus patrimonios más preciados.
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El universo del Misteri no es lejano ni ignoto, sino próximo y transparente. Se nos muestra año tras año sin artificios ni técnicas especializadas. Apela a nuestros sentidos sin más armas que aquellas que ha hecho siempre servir, una partitura, un texto, una escenografía, unas interpretaciones y un marco físico que son bien conocidos por todos.
No hay marketing por ningún lado, ni estrategias de comunicación o promoción, ni tampoco campañas de publicidad que expliquen su arrolladora popularidad. El Misteri no necesita ganar cuota de mercado o escalar posiciones en un ranking. No compite con ningún festival de verano o con manifestaciones artísticas o musicales. Se nos muestra tal cual es, y en esa autenticidad tiene uno de sus valores más preciados, uno de esos activos intangibles que hacen que llegue a nuestro corazón en cada una de sus representaciones.
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Este año el Misteri vuelve, como siempre, a su casa. Toma cuerpo otra vez en el seno de la Basílica de Santa María. Un grupo de niños recoge el relevo de otros muchos cientos que antes que ellos repitieron el mismo ritual otros muchos agostos. Muchos de los espectadores que este 2015 acuden a Basílica encarnaron años antes alguno de los papeles en esta fiesta de todos. Quizá sus hijos o sus nietos se preparen para hacerlo también en el futuro. El Misteri seguirá adelante, de la mano de nuevas generaciones de ilicitanos, y seguirá asombrando a todos los que tengan la dicha de asistir a cada una de sus representaciones.
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