Urgente Los WhatsApp de Pradas muestran que Presidencia conoció que había un fallecido por la dana a las 16.28 horas
Una de las montañas rusas de Terra Mítica. LP

Terra Mítica, 25 años en la montaña rusa

El parque valenciano, el primer gran proyecto del PP, se mantiene vivo un cuarto de siglo después sin apenas actualizaciones y en una constante crisis de resultados y visitantes

Javier Gascó y A. Rallo

Valencia

Lunes, 18 de agosto 2025, 00:52

Aquella pintada de 'España 92, Valencia 0' quizá fue el inicio de todo. Una percepción de que la Comunitat se situaba varios peldaños por debajo ... de lo que merecía. Desantendida, marginada... Esa sensación, instalada en parte de la sociedad valenciana, se canalizó y multiplicó con la llegada de un presidente ambicioso, en la acepción negativa del término al observar el final de su carrera. No era otro que Eduardo Zaplana. Fue él el precursor político de un parque de atracciones que situaba a la Comunitat en foco de ese turismo familiar y masivo. «La gente percibió que a sus intereses un gobierno de centro derecha les venía bien», resumió en su última entrevista en televisión, en La Sexta. No podía ser otro emplazamiento que Benidorm donde el político había sido alcalde antes de saltar a la Generalitat. Se eligieron unos terrenos que habían sido pasto de las llamas unos años antes. Hoy, la ley actual impide estas recalificaciones. El enclave gozaba, además, de un microclima privilegiado: calor y pocas lluvias, una circunstancia que podía ser un freno a la llegada de visitantes.

Publicidad

Pero nada salió como se esperaba. La política de los grandes eventos, en este caso grandes proyectos, nació precisamente con Terra Mítica que caminaba en paralelo a la Ciudad de las Artes y las Ciencias, una idea esta que, sin embargo, nació del socialista Joan Lerma. «Era una gran demanda de los empresarios», comenta una fuente del Consell que alumbró el parque. Pero también –cómo no– la guinda a un proyecto político. ¿Qué gobernante renuncia a coronar su etapa con un proyecto de estas características? En Terra Mítica se repitió el error en el que incurrieron buena parte de los iniciativas impulsados por el PP, con la Fórmula 1 como mejor ejemplo. La factura la terminaron pagando los valencianos. El parque no se podía haber ejecutado sin la inversión pública y el sostén de las cajas valencianas, hoy desaparecidas del ecosistema. Los socios privados no eran significativos. A ese factor ya relevante se le añadieron unos sobrecostes notables. Y, por último, el virus de la corrupción, que no tardó en aparecer. Una trama que se gestó y creció en el seno de las obras de construcción del recinto.

Aquello fue el arranque de un tortuoso proyecto. Este año se cumple un cuarto de siglo desde la inauguración del que estaba llamado a ser «el mayor parque de atracciones construido nunca en España», como presumía el director de Terra Mítica, Miquel Navarro. Desde entonces, cientos de miles de valencianos han visitado unas instalaciones por las que han ido pasando los años sin demasiada renovación en cuanto a las instalaciones y atracciones. Más bien todo lo contrario. La suspensión de pagos llevó a vender el recinto al Grupo Santa María, gestores de parques acuáticos.

Una inversión inicial desproporcionada y unas cifras de visitantes muy por debajo de las expectativas han hecho del proyecto de Terra Mítica una montaña rusa mucho más vertiginosa que cualquiera de las que se pueden encontrar en sus más de 900.000 metros cuadrados. Los 45.000 millones de pesetas (unos 270 millones de euros) que iba a costar el proyecto terminaron multiplicándose casi por dos, derivando en un pozo económico de muy difícil salida.

Publicidad

El parque afirma que en los últimos cinco años ha recibido 700.000 visitantes de media, lo que superaría su récord histórico

Más complicado si cabe, si la acogida del proyecto no fue la que sus diseñadores se imaginaban. En sus primeros años, el parque se marcó como objetivo alcanzar los tres millones de visitantes anuales. Según los datos de asistencia registrados, el año 2001 alcanzó su máximo histórico, cuando 2,2 millones de personas vieron Benidorm desde sus propias atalayas. A partir de ahí, una caída paulatina de los visitantes que obligó a los diferentes propietarios a reducir los meses de apertura de la instalación. Ni la llegada de Paramount al accionariado –mantuvo un contrato de gestión entre 2002 y 2004–, ni los diferentes intentos de catapultar el parque a lo que en su día se imaginó que debía ser permitieron alcanzar las cifras de negocio esperadas.

En la actualidad, el parque abre en su totalidad durante la temporada estival (del 28 de junio al 7 de septiembre) y permite el acceso a tres de sus zonas entre mayo y noviembre. A pesar de que no existe un registro anual de visitantes, desde la compañía indican que en los últimos cinco años han recibido una media de 700.000 visitantes. Una cifra que resulta cuanto menos llamativa, ya que incluso supera la última registrada de manera oficial, la del año 2011, cuando hasta Terra Mítica llegaron 678.962 personas.

Publicidad

La pandemia frenó la aparente recuperación del recinto. 2019 fue el único año que obtuvieron beneficios

Al respecto, el director del Instituto de Investigaciones Turísticas de la Universidad de Alicante, Josep Ivars, considera que desde el inicio hubo un error de planteamiento en el proyecto de Terra Mítica. «En organización turística existe una máxima que dice: 'Si lo construyes, vendrán', pero no siempre es así. La planificación no dio el resultado esperado. Se optó por un proyecto muy ambicioso. Había alternativas que no convencieron porque eran más modestas», indica el experto en turismo de la Costa Blanca. De hecho, el proyecto de Terra Mítica responde a una necesidad de «rejuvenecimiento de los destinos turísticos de sol y playa», que encontraron en los parques temáticos un revulsivo para atraer a un mayor número de familias, durante todas las épocas del año y que puedan disfrutar de estancias más largas en el destino. Sin embargo, «el sobredimensionamiento llevó al fracaso al proyecto». En ese punto coinciden Josep Ivars y Toni Mayor, histórico empresario hotelero de Benidorm, quien considera que se fue «muy rápido, con mucho optimismo a hacer algo que creíamos que podía atraer una demanda mucho mayor». Lo que surgió como un chaleco salvavidas para un destino que parecía hundirse terminó viendo como Benidorm logró salir a flote por méritos propios –con una importante renovación hotelera y un relevante apoyo de la Generalitat– mientras el faraónico proyecto iba cavando su propia fosa.

Cuatro años fueron suficientes para que Terra Mítica acumulase una deuda de 219 millones, fruto de nuevos gastos desproporcionados y de un sinfín de inversiones que jamás obtuvieron el resultado esperado. El resultado: una suspensión de pagos que se alargó hasta 2006. Aquel primer golpe no podía ser el definitivo, ya que Terra Mítica estaba diseñado para convertirse en uno de los grandes símbolos turísticos de una Comunitat presidida por Eduardo Zaplana que veía como otras regiones crecían a pasos agigantados y ella se quedaba atrás.

Publicidad

Quizá la ambición fue desmedida, pues el gobierno valenciano aportó de sus arcas unos 255 millones para financiar el macroproyecto. Es cierto que parte de ese dinero se recuperó mediante la venta de diez terrenos en el año 2017. Sin embargo, las dudas sobre el coste que Terra Mítica ha tenido para los valencianos permanecen. Para algunos, como Toni Mayor, «la Generalitat recuperó todo el dinero que puso, porque a los que se llevó por delante la crisis fue a los bancos que son los que pusieron el dinero y luego desaparecieron». Otros, como Josep Ivars, se limitan a considerar que la apuesta por Terra Mítica «fue muy arriesgada tanto en la construcción como en la planificación», y «ese riesgo no es capacidad de la administración pública asumirlo».

Entre los costes para la Comunitat podrían incluirse las 450 hectáreas de terreno «no urbanizable de especial protección forestal» que quedaron calcinadas durante el verano de 1992 en un sospechoso incendio. Fue entonces cuando comenzó la historia de Terra Mítica, siempre envuelta de polémica. Al fuego que posibilitó la recalificación de las parcelas en las que se ubica el parque temático más grande de la Comunitat se le fueron sumando otras cuestiones controvertidas a medida que el proyecto avanzaba.

Publicidad

Tras un primer lustro más complicado de lo esperado, Terra Mítica recuperó ciertas esperanzas respecto a su futuro a partir de 2005. Un plan de saneamiento que permitió reducir las pérdidas y la venta de unas parcelas por 85 millones al empresario Enrique Ortiz permitieron levantar la suspensión de pagos. De nuevo, optimismo desbordado entre los impulsores políticos del proyecto, nuevas inversiones para renovar las atracciones (se estrenaron una montaña rusa 4D y una torre mirador de 100 metros de altura) y el propósito de alcanzar el millón de visitantes.

Pero, entonces llegó la crisis de 2008, con la correspondiente marcha de las entidades bancarias que habían puesto de su parte para que el megaproyecto viera la luz, como Bancaja, la CAM o Caja Rural, y una sangría de pérdidas imparable.

Noticia Patrocinada

La solución pasó por la venta. El grupo Santa María, propietario de Aqualandia y de Mundomar, se hizo con el parque en 2010 al primero arrendar, y posteriormente comprar más del 70% del paquete accionarial a la Generalitat y a las entidades bancarias que estaban inmersas en el proyecto. Desde entonces, una lucha incansable por levantar cabeza mediante una importante reducción de gasto que alcanzó su mejor cifra en 2019, cuando los resultados de la compañía volvieron a dar beneficios de 699.000 euros, algo que no sucedía desde 2007. La conversión del parque en destino, mediante la construcción del Grand Hotel Luxor multiplicó las posibilidades de la instalación, que, sin embargo, se vio afectada con la llegada de la pandemia en 2020.

Dos años consecutivos (2020 y 2021) con pérdidas de más de 6 millones dieron paso a un 2022 en el que el grupo Santa María recuperó en cierto modo las buenas sensaciones al obtener una facturación de 13,5 millones y reducir sus pérdidas a la mitad. Los de 2023 son los últimos resultados anuales en los que se aprecia un ligero aumento de la facturación (13,6 millones), que, sin embargo no se traduce en una nueva reducción de las pérdidas.

Publicidad

Desde la compañía aseguran que los objetivos siguen siendo los mismos en lo referido a crecimiento cuantitativo y cualitativo, pero Terra Mítica sigue siendo un parque demasiado poco atractivo para valencianos y visitantes. Sin embargo, todavía hay optimismo entre el sector empresarial de Benidorm. Toni Mayor confía, y mucho, en que Terra Mítica podrá «resurgir como el Ave Fénix». De hecho, cree que el parque tiene «más futuro que pasado y presente».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete a Las Provincias al mejor precio

Publicidad