Viñedo afectado por el pedrisco en el interior de la Comunitat. LP

El verano más complicado para el campo valenciano: pedrisco, olas de calor y buitres

Agricultores y ganaderos tratan de reponerse de un inicio de campaña difícil con daños que ascienden hasta los 63 millones

Javier Gascó

Valencia

Sábado, 19 de julio 2025, 00:00

No está siendo un inicio de verano sencillo para el sector primario valenciano. A pesar de que las lluvias caídas durante la primavera animaban ... a pensar que la campaña estival podía ser magnífica tanto para los ganaderos como para los agricultores de la Comunitat, todo comenzó a truncarse entre abril y mayo, cuando las primeras granizadas golpearon con fuerza los viñedos de la zona de Villar del Arzobispo. A partir de ese momento, una quimera.

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El granizo dio paso al sofocante calor, que no sólo favoreció al estrés hídrico de los campos, sino que también secó los montes del interior en los que este verano debían pastar los ganados de numerosos pastores valencianos. Y por si eso fuera poco, la llegada masiva de hambrientos conejos a la zona del Camp del Túria y de agresivos buitres a las montañas de Los Serranos ha añadido un nivel de dificultad al asunto.

El pedrisco fue el primer enemigo de la temporada para el campo valenciano. Desde la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) se han contabilizado un total de ocho tormentas con granizo de gran intensidad repartidas por la Comunitat desde el mes de abril. Según las estimaciones de la asociación agraria, alrededor de 20.000 hectáreas de cultivo se han visto dañadas por los efectos de tempraneras tormentas de verano.

Aunque es habitual que entre agosto y octubre se sucedan episodios de estas características en la Comunitat, los productores aseguran que nunca antes habían vivido una situación similar ni por la violencia, ni por la asiduidad de las mismas. Desde AVA-ASAJA, además, añaden que al tratarse de granizadas rápidas e inesperadas que descargan con fuerza en cuestión de minutos muchos de los pequeños productores afectados no tienen los campos asegurados, sobre todo en el sector citrícola, al todavía desconocer qué cantidad de producto podrán recolectar en la campaña. De modo que el daño no es sólo material y moral, sino también económico. En concreto, desde la asociación agraria cifran en 63 millones los daños que ha causado el pedrisco en todas las zonas afectadas.

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También en el campo, las plagas de conejos y de jabalíes se convierten en un quebradero de cabeza durante los meses estivales para muchos pequeños productores de hortalizas. Los tomates, los melones y las sandías se convierten en un manjar especialmente para los roedores cuando llega el calor.

Desde el sector ganadero todavía no se ha hecho un cálculo de las pérdidas económicas a las que se enfrentan en un verano marcado por el sofocante calor y los ataques al ganado.

Antonio, Mariano, Marco y Pepe son sólo algunos de los muchos afectados por este inicio de verano convulso para el sector primario valenciano.

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  1. Mariano Agricultor en Sagunto

    «Tengo naranjas con muchas marcadas. Eso ya no se borra»

A sus 66 años Mariano tiene varios campos de naranjas y de aguacates en la zona del Camp de Morvedre, donde asegura que la tormenta del pasado sábado golpeó con fuerza. «Lo del sábado nos hizo polvo. El aguacate cicatriza bien y queda tiempo de recuperación, pero el cítrico es más pequeño y todo el daño que tiene ya es para la campaña que viene», indica el agricultor mientras lamenta lo sucedido, ya que se esperaba una gran cosecha este año: «Estábamos bien de agua, de tamaño y de producción».

Pese a todo confía en poder salvar parte de su producto, aunque sabe que ya no tendrá la misma salida en el mercado: «El comercio quiere la perfección y con las tormentas es complicado. Tengo naranjas con veinte marcadas y eso es una herida que no se borra. Igual por dentro está bien, pero la gente compra por la vista».

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  1. Pepe Agricultor en Olocau

    «Esperan a que el tomate madure y se lo comen todo»

Los conejos se han convertido en un quebradero de cabeza para Pepe, un jubilado de Bétera que trabaja un pequeño huerto en Olocau como afición.

El verano es la época de los tomates y los melones, por lo que pasa varios meses preparando el campo para ello. «Me gusta venir cuando no pega mucho el sol para tenerlo todo apañado. En verano, sobre todo, me acerco a regar y a recoger el producto», comenta.

Sin embargo, este mes de julio está siendo algo distinto. Tanto él como sus colegas, que también tienen pequeñas tierras en el corazón del Camp del Túria, sufren de continuos ataques de conejos: «Ya no es que te destrocen el campo, es que encima mordisquean todos los tomates cuando ya está para recoger».

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Las propuestas caseras para evitar los ataques son múltiples: desde botellas de plástico hasta redes caseras. Ninguna ha resultado ser eficiente, al menos hasta el momento.

  1. Antonio Ganadero en Aras de los Olmos

    «Los buitres están más hambrientos y no tienen reparo en atacar»

«En el último ataque me han matado dos corderos», explica disgustado Antonio, un ganadero de Aras de los Olmos, que en los últimos meses ha detectado que los buitres que solían revolotear la zona son mucho más agresivos a la hora de cazar. «Ya hace años que los buitres atacan a nuestros animales terminales o que se quedan solos, pero últimamente hemos detectado que están más hambrientos y no tiene reparo en atacar a un rebaño normal», indica el pastor.

La problemática se agrava ahora en verano, cuando los ganaderos habitúan a buscar espacios de sombra para dejar a sus ovejas pastando y descansando. Ese es el nuevo escenario preferido de los buitres: «No pueden atacar en cualquier parte, ya que luego necesitan campo libre para coger vuelo».

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Es decir, los buitres se adueñan de las granjas y de las zonas próximas para cazar «cuando tienen hambre», sin demasiadas preocupaciones. De hecho, los ganaderos denuncian que, además de atacar con asiduidad, los buitres «también se nos bañan en los abrevaderos», ensucian el agua y dejan sin beber al ganado. «Las ovejas si el agua está sucia no beben. Antes se mueren que beben de ahí», lamenta.

  1. Marco Ganadero transhumante

    «El verano está siendo peor que el pasado. Voy a necesitar más agua»

Para Marco el problema no son los buitres, sino las altas temperaturas. Tiene una explotación de 700 ovejas en Elche que cada verano traslada a los montes de Ontinyent para que puedan pastar sin tener que sufrir las elevadas temperaturas ilicitanas.

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En lo que va de temporada estival, el ganadero ya ha hecho cálculos y lo tiene claro: «Las olas de calor de junio lo han secado todo. Los montes tienen poco para pastar, así que voy a necesitar más agua y más comida».

El depósito de aguas pluviales que tiene en su nave también está vacío este año, por lo que va a tener que adquirir «dos o tres cubas de agua» a una empresa del pueblo.

«Las ovejas son muy listas. Pastan mientras tienen reservas de agua en el cuerpo. Cuando ven que se les acaba, dan la vuelta», indica el ganadero

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