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Nube de caldo insecticida de un turboatomizador que se va al aire por encima de los naranjos. :: v. LL.

Los aparatos de fumigar han de pasar revisión obligatoria

Se busca reducir focos de contaminación pero se deja de lado la deriva del caldo esparcido al aire por los tuboatomizadores

V. LLADRÓ

Lunes, 22 de agosto 2016, 00:57

El 26 de noviembre próximo es la fecha en la que, según la normativa vigente, todas las máquinas y aparatos para realizar tratamientos de pulverización contra plagas agrícolas han de haber pasado una inspección técnica (ITEAF) que acredite su idoneidad para aplicar productos fitosanitarios y sin contaminar.

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Viene a ser lo que la conocida ITV es a los vehículos en cuanto a comprobar sus condiciones para circular por las vías públicas, pero en este caso centrándose más en las cuestiones medioambientales, aparte de que si un equipo está en buen estado de funcionamiento en sus diversos aspectos cabe suponer que será capaz de realizar aplicaciones más ajustadas y, por tanto, resultar más eficaz contra las plagas: hacer más con menos gasto.

Sólo quedan exentos de estas revisiones periódicas las mochilas y las máquinas hasta cien litros de capacidad y los tanques que estén instalados como fijos en huertos, independientemente de su capacidad. La primera inspección valdrá para cinco años, salvo en los casos de equipos profesionales que trabajan para terceros, en cuyo caso los periodos serán de tres años, lo que más adelante se generalizará por igual a todos.

Como hemos señalado, lo que prima en estas revisiones es comprobar el buen funcionamiento general de una máquina y que no desperdicia caldo fitosanitario (la mezcla de agua con plaguicidas), por las dos razones citadas: evitar contaminaciones y ganar eficacia en los tratamientos.

Para ello se comprueban todos los elementos de los equipos y, naturalmente, se pone especial atención en comprobar que no haya ningún tipo de fuga de caldo, ni siquiera algún goteo ocasional en alguna junta, que las boquillas esparzan por igual y que tampoco goteen, que los manómetros marquen bien las presiones de trabajo...

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Sin embargo queda una gran asignatura pendiente en todo esto. La gran mayoría de los equipos actuales de pulverización son turboatomizadores que van equivados con hélices, las cuales mueven gran cantidad de aire que impulsa el caldo insecticida hacia las hojas de las plantas o árboles a tratar. Pero como resultado de ese fuerte movimiento aéreo se genera una nube que no acaba en su totalidad sobre el follaje vegetal sino que, por lo general, buena parte se pierde en la atmósfera. Miren la foto. Esa nube es el resultado habitual. No es un caso aislado, es generalizado. Evidentemente se pierde y contamina más que con cualquier goteo insignificante que, en cambio, puede ser causa de rechazo en la inspección.

No puede ser que todo este esfuerzo se diluya en los trámites burocráticos. Hay una cuestión pendiente y es la del problema de la deriva aérea. Todos los fabricantes están en ello pero no se logra dar con la solución perfecta; en cambio se pone el gran acento en nimiedades.

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