Toda una vida girando en torno a una rueda
Raquel Carpio, la campeona nacional de gimnasia acrobática que se marchó a Alemania para seguir formándose y ha llegado a trabajar en el Circo del Sol
El próximo verano, la Universidad de New Jersey acoge el Mundial de la IRV (Internacional Wheel Gymnastics Federation). La organización espera romper todos los récords en esta disciplina de gimnasia llamada rueda alemana. España no cuenta con ningún representante. De hecho sólo contó en una ocasión con una atleta. Fue la valenciana Raquel Carpio (Jarafuel, 1977) allá por el año 2011. «Organicé un Campus y empezaron a conocerme más. Para ir a un campeonato de este tipo el país debe tener Federación, fui invitada por Alemania, allí me conocían porque había estado perfeccionando mi técnica y vieron que tenía un nivel aceptable para acudir», recuerda. Sobre lo que experimentó en aquel momento, relata: «Me sentí muy orgullosa. Fue una experiencia única representar a tu país y más en una disciplina tan poco reconocida», comenta esta licenciada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.
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Aquel Mundial no fue su primera experiencia ante un jurado deportivo. Ni mucho menos. En 2005 Raquel se proclamó campeona de España de Gimnasia Acrobática.
Aunque pocos reconocen la rueda alemana como deporte, la mayoría, por no decir todo el mundo, la reconoce a simple vista. Quizás, sin saberlo, ha visto actuar a Raquel. Esta valenciana ha sido protagonista en el Circo del Sol o en el Friedrichstadt Palast de Berlín: «En el teatro con el escenario más grande del mundo». Sus cualidades y belleza de su espectáculo no pasan desapercibidas más allá del deporte, de hecho fue finalista en el programa de televisión 'Tú sí que vales'.
Nunca pensó Raquel que aquel día en el que se fijó en un viejo objeto en el gimnasio del centro educativo de Cheste le iba a cambiar la vida: «Me interesé en aquella rueda y mi profesora de la asignatura de Gimnasia investigó acerca de quién nos podría enseñar a utilizarla. Contactó con dos chicas alemanas de la Federación y nos dieron algunas clases», rememora. A partir de aquel momento, su vida ha girado, y nunca mejor dicho, en torno a esos dos grandes círculos paralelos unidos por seis travesaños. «Tenía que buscarme la vida para mejorar, me marché a Alemania. Me he pasado la mayoría del tiempo practicando sola, me acostumbré», reconoce Raquel, un ejemplo de tenacidad, disciplina y esfuerzo por lograr la excelencia en un deporte tan poco desconocido como bello.
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