Medina Cantalejo no se atreve con el abusón
El jefe de los árbitros, tan gallito para sancionar a un jugador modesto, evita pararle los pies al medio oficial del Real Madrid
Quieren hacernos creer que lo acaecido el domingo pasado en el Bernabéu es un capítulo más de la guerra Madrid-Barça, el «y tú más» ... de las ayudas arbitrales para ambas entidades, tan favorecidas a lo largo de la historia, cuando la realidad es mucho más grave. Es un fallo sistémico. Toda la arquitectura de la competición se resquebraja porque las coacciones desde Real Madrid Televisión hacia el colectivo arbitral surten efecto en árbitros pusilánimes como Hernández Hernández (HH), encargado ese día del VAR. En los audios filtrados a espaldas de la federación, que ha iniciado una caza de brujas, HH califica de «braceo» el puñetazo de Vinicius sobre Pozo, defensa del Almería, y no insta al árbitro de campo a ir a verlo al monitor, cuando sí lo invitó en tres acciones a beneficio del Real Madrid y lo indujo a equivocarse en dos de ellas. HH no pudo con la presión y volcó el partido de lado del equipo de Ancelotti cuando iba perdiendo 0-2 ante el colista Almería.
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El partido será recordado durante generaciones porque el abusón se salió con la suya y humilló al pobre Almería, que estaba jugando el encuentro de la temporada. La principal víctima fue el conjunto andaluz y después todos los demás equipos, pero sobre todo el Girona, rival con quien el Madrid se está disputando la cabeza de la Liga. El Barça, siempre tan protagonista, levanta la bandera de la reivindicación, pero no es el más indicado: el caso Negreira (17 años pagándole más de siete millones de euros al vicepresidente de los árbitros) lo desautoriza.
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El problema, por tanto, no es si HH es mejor o peor árbitro. Que esté más o menos preparado. Que tenga más o menos personalidad. La responsabilidad está en el presidente del Comité Técnico de Árbitros (CTA), Medina Cantalejo, al permitir jornada tras jornada los menosprecios hacia el colectivo que él dirige por parte de un canal oficial del Real Madrid, RM Televisión, en contraste con la dureza del CTA hacia aquellos jugadores que osen criticar en público una actuación arbitral (cuatro partidos para Gayà y otros cuatro para David López, del Girona).
Esa hipocresía de ponerse estupendos con el «no me toquen a mis árbitros» para evitar convertirlos en el pim-pam-pum, pero nos quedamos quietos cuando se trata de castigar a uno de los dos grandes. ¿Se imaginan a una televisión del Valencia CF, pongamos por caso, repartiendo estopa contra el árbitro de turno antes y después de cada partido? Pues eso: inimaginable. El propio Medina Cantalejo, preguntado por esos vídeos de la fábrica madridista, reconoció el daño potencial de los mismos: «Claro que no me parece correcto, me parece inadecuado, una presión tremenda...». Pero no mueve un dedo al respecto. Ni una sola sanción. Como no movió HH al ver la agresión de Vinicius a Pozo. El miedo les paraliza. El sucesor de Rubiales al frente de la Federación, Pedro Rocha, tampoco respira para no perder el sueldo astronómico de su antecesor. Y el Gobierno de Pedro Sánchez no ha querido llevar a cabo una reforma a fondo de la federación tras la dimisión forzada del impresentable Luis Rubiales. El Ejecutivo ha hecho suya la frase de el joven sobrino Tancredi a su tío, el príncipe Frabizio Corbera, en la célebre novela El Gatopardo (1958) de Giuseppe Tomasi di Lampedusa. «Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie».
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