El tirón del arte inmersivo en Valencia

Ya no basta mirar un cuadro. Se impone entrar en la pieza y pasearla. La posibilidad tiene mucho tirón, tanto que se convierte en irresistible. La apuesta convence a muchos. Otros ven el ella una legítima oportunidad para la democratización del arte. Eso sí, siempre y cuando se presente conectada con las piezas originales en busca de un diálogo de contenido didáctico. Y en este punto surge la pregunta obligada: ¿Ha nacido un nuevo modelo de museo?

Al movimiento que avanza imparable se le conoce como arte inmersivo, que da lugar a exposiciones inmersivas, y pronto tendrá en Valencia un punto de referencia. Avalada por el éxito de público en experiencias previas, la empresa Layers of Reality abre una nueva etapa en el que hasta el pasado diciembre era Centro de Arte Bombas Gens. En la antigua fábrica se estrenará un espacio de arte digital –contenedor de exposiciones inmersivas, artes vivas o festivales– con la aspiración de recibir 100.000 visitas anuales. Esa es la cifra que el presidente de la firma, Artur Duart, facilitó a LAS PROVINCIAS al hablar de la propuesta y de la proyección que prevé después de que con 'Sorolla, una nueva dimensión' lograra más de 70.000 visitantes en cinco meses desde el edificio que se conoció La Base en el puerto.

¿En qué consiste exactamente esta forma de detenerse ante la pintura? Expertos en arte como Ester Alba, profesora y vicerrectora de Cultura de la Universitat de València, refiere varios factores que considera necesarios para definir la nueva tendencia expositiva. Por una parte habla de «arte digital» que se ejecuta ex profeso y que hay que considerar como «nueva técnica artística». La segunda opción apunta hacia esa «realidad» naciente –una especie de hiperrealidad– que demuestra su tirón, y que a juicio de Ester Alba se despliega como «herramienta aplicada» al arte. La especialista la defiende como alternativa «legítima», si bien no deja de apuntar que debe tener un límite que sitúa en que no sólo se persiga la «espectacularidad».

El nuevo Bombas Gens, que tiene prevista su presentación el 31 de enero, nacerá con 'Dalí cibernètic'. Que sea la primera llamada de Layers of Reality desde el espacio del barrio de Marxalenes, no significa que nos encontremos ante el estreno del arte inmersivo en la capital del Turia. Fue el Ateneo Mercantil la entidad que abrió las puertas a tantas visitas. La histórica entidad se inició en 2019 con Van Gogh, que llegó a atraer a 93.000 personas entre el 27 de julio y el 20 de octubre. El éxito llevó a que el Ateneo apostara de nuevo por la inmersión con 'El oro de Klimt', que consiguió 72.000 espectadores entre el 14 de mayo y el 25 de septiembre de 2021. Pocos meses después, desde el 28 de octubre hasta el 30 de enero de 2022, 'Impresionistas' devolvió las visitas al espacio que sumó 52.000 espectadores. Aún hubo otra propuesta, en esta ocasión de la mano de Goya, que atrajo a 35.000 visitantes.

Las cifras, sin duda avalan la «democratización» que refiere Ester Alba para hacer hincapié en que puede permitir la contemplación de una pieza que de cualquier otra manera es posible que nunca veamos. La vicerrectora de Cultura aporta otro elemento a su análisis cuando apunta que lo ideal es que la inmersión en la obra de un artista llegue acompañada de «un relato museográfico», de manera que la mirada del espectador no se desentienda del análisis y la reflexión en torno a una obra y su autor. Puede resumirse en la aspiración de ir más allá del espectáculo. Ester Alba habla de la función «didáctica» que puede aportar sumergirse en las entrañas de la creación de la mano de los medios tecnológicos.

Surge entonces el modelo que reúne en la misma muestra obras arrancadas al lienzo y digitalizadas permitiendo entrar en el cuadro –observar detalles como la pincelada o el tratamiento del color– además de compartir el encuentro con piezas originales. Estos apuntes obligan a mirar a Fundación Bancaja, donde la exposición 'Sorolla a través de la luz' ofrece esa doble mirada de la que ya han disfrutado más de 40.000 personas, como apunta la fundación, en una muestra que sigue abierta hasta el 18 de febrero.

Ester Alba no resta legitimidad a ninguna opción, pero tiene un «modelo ideal» –el que apunta hacia la complementariedad– porque «ayuda a visualizar la obra de en una experiencia estética y al mismo tiempo comprensiva». A los museos hay que ofrecerles la oportunidad de «impulsar esta apuesta, que es la ideal», afirmación que lleva implícita una reivindicación. ¿Lo conseguirán?