'La mujer de negro': sugestión metateatral para infundir terror en Valencia
La obra, que estará en el Teatro Talia hasta el 29 de junio, demuestra que un buen sonido e iluminación y dos buenos intérpretes hacen posible que uno sienta miedo en el teatro
Sugestión. Quizás es la mejor palabra para definir 'La mujer de negro', la obra dirigida por Rebeca Valls que adapta a las tablas la conocida ... novela de Susan Hill. ¿Es posible pasar miedo en el teatro? Quizás antes lo fuera, en el pasado, cuando no estábamos sobreestimulados de efectos especiales millonarios y la industria del cine no abusaba del género de terror a razón de dos estrenos por semana.
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¿Se puede sentir miedo en un patio de butacas hoy en día? Pues si no es miedo, lo que uno siente al ver representada 'La mujer de negro' se le parece mucho. La obra tiene sustos de esos en los que uno pega un grito sin quererlo. Tiene tenebrismo, personajes diabólicos que aterran, inocentes que son levantados del suelo, como invadidos por una maldición. Y además de todo eso, tiene virtudes de las que carecen muchísimas películas que consideramos de terror: un argumento sólido, efectos especiales muy solventes y precisos -algo muy complicado de ejecutar en vivo y en directo- y unos personajes muy bien construidos e interpretados.
La obra, que se podrá ver en el Teatro Talia hasta el 29 de junio, está versionada por Stephen Mallatratt e interpretada por los actores Jordi Ballester y Diego Braguinsky.
La fama de esta historia no es para menos. Ya son 30 los años que la obra lleva representándose de manera ininterrumpida en Londres. Más de 10 millones de espectadores la han convertido en la pieza de teatro no musical más longeva de la historia, solo superada por 'La Ratonera' de Agatha Christie.
Cuenta la historia de Arthur Kipps, un abogado sumamente atormentado que contrata a un actor profesional para que le ayude a contar las terribles vivencias que le ocurrieron y que jamás ha podido confesar a nadie. A base de práctica, Kipps irá desgranando su historia en los ensayos de teatro, sin saber que rememorar la tragedia hará que esta, irremediablemente, se repita.
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'La mujer de negro' tiene varias virtudes que no pasan por alto: la primera es el hecho metateatral que la envuelve. El teatro dentro del teatro: dos hombres que se dedican a ensayar una obra en una sala vacíoa y se pasean por el patio de butacas con total naturalidad, analizando las motivaciones de este u otro personaje. Esto ayuda a que el espectador entienda las pretensiones de todos mejor que si fuera una representación al uso. Te lo mastica todo para que no tengas que esforzarte en entender nada.
Otra virtud es el componente psicológico que lo envuelve todo. La obra consigue que, sin necesidad de estar todo el rato dando sustos -que los hay-, uno no deje de sentirse inquieto y turbado en todo momento. Sorprende que algo que no consiguen tantas películas que cuestan millonadas, lo consiga 'La mujer de negro' con una escenografía tan sencilla.
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Porque esa es su otra de las razones por las que hay que ir a verla: la obra hace de la escasez escenográfica toda una virtud. Los personajes te enseñan a imaginar con ellos. Un caballo, una carreta, un lago, un cementerio… La imaginación tiene un poder fundamental en la representación. Lo comenta el propio Diego Braguinsky: «No hace falta tirar dos litros de sangre para dar miedo». Y es verdad. Lo saben bien Nacho Diago y Víctor Lucas, encargados, respectivamente, del ilusionismo y el sonido de la obra. Si sabes dónde iluminar, qué sonido reproducir o qué ocultar tras una humareda que aparece de la nada; si todo ello lo haces en el momento exacto, entonces el éxito está asegurado. Y lo cierto es que 'La mujer de negro' juega con el público atinando continuamente con los tiempos.
Todas esas virtudes consiguen sugestionar, como decíamos al principio, a quien está sentado en el patio de butacas. Porque a veces el poder de la sugestión no está en las grandes explosiones a todo tren. Quizás, con una pequeña llama encendida en el punto exacto y en el momento preciso sea más que suficiente.
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'La mujer de negro', definitivamente, consigue infundir un terror sugestivo que además demuestra que el miedo puede ser un arma tremendamente poderosa para explorar los entresijos de la psicología humana.
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