Tiago P. Barachina, Arantxa Cortés y Candela Mora en el Rialto. Iván Alandis

Los jóvenes de Valencia también escriben teatro

Los autores dramáticos reclaman mayor reconocimiento para su oficio y más apoyo para producciones

Laura Garcés

Valencia

Sábado, 6 de diciembre 2025, 00:44

Se levanta el telón y sobre el escenario aparece un actor o varios actores enmarcados en un decorado acorde con el contenido de la obra. ... Se proyectan luces y en ocasiones hasta se escucha música. El espectáculo está servido. Cada función será distinta, pero las palabras que se pronuncien serán las mismas. Serán las que haya escrito el autor o la autora de la pieza, esos grandes desconocidos del universo de la interpretación. En la literatura no todo es novela, poesía o ensayo.

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Sí, el teatro se escribe. Aunque parece que se olvida, es así. Y entre los valencianos hay no pocos dramaturgos, algunos de ellos, como los que hoy se han reunido con LAS PROVINCIAS, muy jóvenes. Son el futuro del arte de la escena y en esta conversación cuentan muchas cosas. Hablan de aquello que les gusta de su trabajo, pero también –quizás habría que decir, sobre todo– de aquello que les duele: falta de consideración, dificultades a la hora de ser contratados, escasez de editoriales que publican teatro, ausencia de apoyo para que les produzcan sus piezas, la precariedad que les aboca a compaginar el oficio de escribir con la interpretación y hasta con la producción.

Arantxa Cortés, Candela Mora y Tiago P. Barrachina retratan la realidad que rodea a los nuevos autores de teatro en Valencia. Se abren camino en un mundo en el que tienen que sortear muchos obstáculos. El primero, en el que los tres coinciden, es luchar por conseguir el reconocimiento de un trabajo que pasa desapercibido porque siempre está detrás del telón: escribir el texto.

«No está recnocido que el teatro se escribe»

«No está nada reconocido que el teatro se escribe. Sólo se piensa en la puesta en escena», advierte Arantxa Cortés. También Tiago P. Barrachina, de 24 años, alza la voz para afirmar que «el teatro se escribe».Se pronuncia de manera tajante porque está convencido de que existe «cierta ocultación del dramaturgo. No se nos concibe como parte del proceso del espectáculo teatral». Y a este coro que reclama mayor visibilidad se une Candela Mora, de 27 años, incidiendo en lo mismo: «No se tiene conciencia de que la obra se ha escrito. Vamos al teatro a ver la cabeza del cartel. Hay que reivindicar que alguien lo ha escrito». Al escenario que los tres coinciden en describir, Tiago -muy interesado en que se recupere el término «literatura dramática»- añade que la poca atención hacia el autor «se observa tanto entre las nuevas generaciones como entre el público mayor».

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Guardan en sus libretas otra fuente de reivindicación: «No se publica teatro. Vas a las secciones de teatro de las bibliotecas y de las librerías y encuentras muy pocos títulos». Éste es el criterio de Candela, que no se queda sola en la apreciación. Arantxa recalca que «hay muy pocas editoriales que publiquen teatro». Surge entonces el conflicto: «No se publica porque no se vende». ¿Qué fue antes el huevo o la gallina? La pregunta queda en el aire en un ambiente que saca a la luz otra inquietud. Para avanzar no se pueden conformar con escribir. Arantxa, Candela y Tiago cuentan con varias obras escritas que ya han puesto en escena, pero no les basta.

La necesidad de compaginar trabajos

Tienen que compaginar la autoría con la interpretación e incluso con la producción. «Soy actriz, dramaturga, directora y productora», apunta Arantxa, quien lamenta que desde las instituciones «se nos llama teatro emergente y nos dan ayudas. Pero luego no muestran confianza para concedernos una producción. Y esa sería la verdadera ayuda». Vuelve la coincidencia de opiniones: «Hay programas y certámenes de dramaturgia destinados exclusivamente a jóvenes y es genial. Entiendo que responden a la necesidad de cuidar la inserción laboral en un sector precario, pero la inserción laboral de la dramaturgia pasa por introducir a los jóvenes en un circuito cultural entendiéndolo como industria». Candela apunta que ante la «situación social tan vulnerable que vivimos, nos resulta muy difícil entrar. Nos buscamos la vida como podemos; la dramaturgia está muy desprotegida».

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A pesar de todo, conforme al testimonio de los tres invitados de LAS PROVINCIAS, los autores siguen, viven con pasión el oficio. «Los jóvenes que escriben teatro vienen con mucha fuerza. Hay un resurgimiento de una nueva narrativa» –pero cuidado– «en parte impulsada por la precarización del trabajo. Esto lleva a generar tus propios textos para poder trabajar en el teatro», advierte Arantxa, que el próximo 19 de diciembre estrenará la pieza 'La fe' en el escenario de Rambleta.

A todos estos asuntos se suman otras cuestiones que a su juicio ayudan y han ayudado porque alguna experiencia ya tienen. El único varón que participa en esta cita sostiene que hay un «resurgimiento como consecuencia de la aplicación de algunas medidas que ya han empezado a dar sus frutos. Desde hace un tiempo, la Aveet (Asociación Valenciana de Escritores y Escritoras de Teatro) ha generado un circuito de encuentros en los que se habla de teatro, hay contacto entre los dramaturgos». Es una iniciativa que Tiago ve con muy buenos ojos porque escribir «es un trabajo muy solitario». Candela pone el acento en la importancia de «las residencias como un medio ideal para compartir experiencias con otros autores».

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Representan el futuro de la dramaturgia valenciana y tienen muy claro lo que buscan sin dejar de pisar la realidad, la misma calle. Quieren llevar a sus páginas las cuestiones de candente actualidad. «Me interesa la justicia, cómo se vertebra en nuestra sociedad. Soy hijo de mi tiempo y es inevitable que me preocupen la precariedad y las esperanzas truncadas de una generación que es la mía», relata Tiago. También Arantxa transita por ese camino: «Me mueven los temas de la realidad social inmediata» y no niega que en sus textos «hay planteamientos políticos». A Candela le atrae la filosofía, «tomo lo elitista y lo bajo a la tierra. Bebo de los clásicos con propuestas muy contemporáneas».

Cada uno tiene su estilo. Por eso son creadores literarios que luchan contra lo que no les satisface y disfrutan de aquello que les ayuda a convertir en realidad el sueño de escribir obras que salten a las tablas. Estrenan sus obras cuando les es posible y si es necesario hasta se producen ellos mismos. No encuentran barreras para conseguir que se levante el telón para mostrar una pieza de su creatividad.

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