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La producción de «Maestros cantores de Nuremberg» en el festival de Bayreuth LP

Bayreuth 2025, la Ciudad de la Vaca Multicolor

Daniele Gati es uno de los directores más demandados y entre las pocas orquestas que dirige está la Orquesta de la Comunitat con la que en noviembre ofrecerá la integral de Brahms

César Rus

Valencia

Jueves, 7 de agosto 2025, 12:43

La gran apuesta de Bayreuth para este 2025 era la nueva producción de 'Maestros cantores de Nuremberg' a cargo de Daniele Gatti. El maestro ... italiano ya triunfó en este teatro con 'Parsifal' y volvía, esta vez, con una obra que es su especialidad y que ha dirigido en Salzburgo y Milán.

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Sin embargo, el resultado superó todas las expectativas a nivel musical, no solo por la excelente dirección de Gatti, sino también por un reparto redondo, sin fisuras, algo muy difícil (conceptualmente casi imposible) en una ópera con tantos papeles importantes, y menos importantes, para lo que es necesario encontrar una voz adecuada: desde Hans Sachs hasta el Sereno estuvieron por encima de las exigencias musicales de la partitura.

Pero lo más importante, sin duda, fue la dirección de Daniele Gatti. Es uno de los grandes directores de la actualidad y, por cierto, entre el reducido número de orquestas con las que trabaja se encuentra la Orquesta de la Comunitat (la única española que dirige) con la que interpretará en noviembre la integral de las sinfonías de Brahms en lo que será, casi seguro, uno de los grandes acontecimientos del año.

En cuanto a este Wagner, su lectura fue detallista, preciosista, al destacar cada aspecto musical a la perfección. Con esos mimbres, se puede permitir un tempo dilatado, pues ese espacio es ocupado siempre por la atención a los detalles. Ya en la obertura dejó el listón en lo más alto, y su maestría se mantuvo a lo largo de toda la obra; por ejemplo, dirigió la fuga del segundo acto con una exactitud que yo solo había escuchado en disco. Pero si hubo un momento en el que se superó lo sublime fue en el quinteto del acto tercero. Gatti contaba con un magnífico equipo vocal del que supo sacar todo el rendimiento al crear un momento mágico para la eternidad del recuerdo en todos aquellos que asistimos.

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Como decía, el reparto fue redondo. Lo encabezaba un Georg Zeppenfeld como Hans Sachs que sigue confirmándose como el gran bajo wagneriano de nuestro tiempo. En principio, la tesitura puede parecer un tanto alta para su voz, pero tiene la flexibilidad e inteligencia para encontrar la posición adecuada de forma que la voz sonaba clara y brillante. Pero es esa manera de cantar Wagner, como si fuese casi lied, con la flor de los labios (algo solo posible en Bayreuth), lo que hace de él un artista de primer nivel. Su Sachs, humano, simpático y emotivo, marca un hito para la historia del rol.

Michael Spyres aparece como un Walther inverosímil. Cantante de origen belcantista, siempre ha tenido una singular voz de tintes baritonales. Al inicio de su carrera el instrumento sonaba algo irregular y destartalado por los acentuados cambios de registro, pero la verdad es que ahora suena sorprendentemente homogéneo. Su Walther estuvo cantado exquisitamente con un fraseo impecable y toda una paleta de colores que rara vez se escucha en Wagner. Fue, en definitiva, un Walther belcantista y, por cierto, algo hay de Bellini en la manera de alargar las melodías por parte de Wagner en su canción. Eso sí, cuesta creer que Spyres pueda conseguir los mismos resultados en roles de Wagner más pesados fuera de este teatro.

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Christina Nilsson firmó una Eva exquisita gracias su voz de gran calidad tímbrica y brillante emisión. Michael Nagy fue un Beckmesser soberano en lo vocal, a veces incluso demasiado noble (como le pasaba a Prey), pese a la excelente caracterización del rol. Yo, sin duda, prefiero un Beckmesser bien cantado como este a uno histriónico.

Jongmin Park parece haber madurado en dos años una década. Lejos queda su Gran Inquisidor de la Scala (2023) de voz poderosa pero vacía o incluso su Pogner en Madrid en 2024. Ahora su voz en este papel ha ganado peso, sabiduría e intención en el canto. El resto del reparto contaba con auténticas maravillas, casi lujos, como Jordan Shanahan, Christa Mayer, Matthias Stier, Tobias Kehrer… En fin, una auténtica noche de estrellas de las que se escuchan juntas en muy raras ocasiones.

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La producción de Matthias Davis es de indudable atractivo visual. El primer acto se desarrolla en lo que parece una sección del propio teatro; la escena más atractiva es la del acto segundo con una ciudad que parece de juguete para cerrar con una escena de la pradera presidida por una gran vaca multicolor hinchable. No creo, por desgracia, que sea una referencia a Nietzsche… En cualquier caso, es un espectáculo bastante conseguido y con momentos de contagiosa felicidad subrayado con un coro que en la pradera estuvo insuperable. A nivel dramático es más bien clásica, sin profundizar demasiado en los personajes. Lo más llamativo es esa pareja protagonista que, a instancias de Eva, abandona finalmente la ciudad dejando a Beckmesser y Sachs enzarzados en una bizantina discusión sobre la tradición musical.

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