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Tom Hanks y Carly Rae Jepsen. La canadiense grabó el vídeo de su single ‘I Really Like You’ en febrero con dos invitados de excepción: Tom Hanks y Justin Bieber, que hace un cameo.

Esta película me suena

Woody Harrelson y Tom Hanks son los últimos actores en incorporarse al mundo del videoclip

miguel perez

Jueves, 17 de septiembre 2015, 21:25

Woody Harrelson aguarda en una celda los minutos previos a su excarcelación. De pronto, un policía llega y le conduce a por sus pertenencias. El actor exhibe su rostro más profundo. Abismal. Abisal. Como en una escena de True Detective. Tras cambiarse de ropa y dejar su uniforme de presidiario, el agente le deposita en la puerta de la cárcel. Afuera espera su hija. En la ficción y en la realidad. Zoe Harrelson. Los dos montan en un coche y se alejan. Intercambian unas pocas frases. No saben qué decirse por mucho que Woody se esfuerza en buscar una conexión con la joven. Se les ve incómodos mientras el coche se aleja del penal y él mira por la ventanilla. Fin.

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El cortometraje dura ocho minutos. ¿Cortometraje? No. Es el último videoclip de U2, que sirve de soporte para divulgar Song for Someone, el tercer single extraído de su reciente álbum Songs of Innocence. También es la sublimación definitiva de los vídeos musicales. Reconvertidos en auténticas piezas cinematográficas, ya no queda en ellos vestigio alguno de aquellos largos contrapicados que mostraban al artista de turno bailando en un escenario en plena efervescencia ochentera o, si había suerte y eras David Bowie, los Stones o Whitesnake, bien rodeados de decorados, planos exteriores y modelos, cuestión esta última inevitable con David Coverdale por medio.

El vídeo de Song for Someone es un caso claro de relación simbiótica entre el cine y la música, un vínculo que se ha fortalecido con el paso del tiempo desde que John Landis rompiera las reglas de juego con Thriller. Landis se ocupó en 1983 de materializar en un clip la obsesión de Michael Jackson por su película Un hombre lobo americano en Londres. La coreografía de Thriller puede considerarse un número de musical que desde su estreno en diciembre de 1983 hasta la actualidad ha sido visto por unos 500 millones de personas. Fue el primer videoclip en ingresar en el Registro Nacional del Cine de Estados Unidos. Los medios anunciaron sus catorce minutos de duración como una circunstancia insólita que lo sacaba de su elemento natural, la música, y lo elevaba a la categoría de cortometraje. Llegó a emitirse durante semanas en los cines.

Veinticuatro horas

Hoy, aquellos mismos cronistas empalidecerían frente a las veinticuatro horas de duración de Happy, la canción de Pharrell Williams cuyo clip dura todo un día y en el que pueden verse a diferentes rostros famosos -presentadores, músicos, jugadores de baloncesto y los actores Jamie Foxx y Steve Carrell- bailando en las calles de Los Ángeles junto a ciudadanos anónimos. Por fortuna hay versiones abreviadas y en la interactiva el espectador dispone de un reloj para elegir qué horas del día quiere visionar.

Claro que nadie sabe cuánto durará el récord temporal de Happy o el de visionados de Thriller, el corto que estableció nuevos parámetros de consumo y promoción en la industria global del pop y el rock. Gracias a las nuevas tecnologías y a Youtube, en cuestión de meses el vídeo de Elastic Heart, de la cantante Sia, que protagonizan el actor Shia LaBeouf y la joven bailarina de 12 años Maddie Ziegler sucintamente vestidos y encerrados en una jaula, ha cosechado nada menos que 270 millones de visitas.

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El clip muestra una espectacular danza cuya coreografía pertenece al prestigioso y sensible Ryan Heffington, colaborador también de Arcade Fire y Sigur Ros. Sobre todo, se trata de un ejemplo de videocreación y de talento interpretativo de muy alto octanaje. La perfecta narración de una historia con el único recurso de los gestos y el movimiento corporal. No hay un sólo minuto de erotismo. Sin embargo, ha acabado calentando muchas cabezas que han creado hipótesis sexuales o de dominación de todo tipo. La propia Sia ha tenido que salir al paso para pedir que nadie vea nada raro en lo que es una perfomance artística.

No obstante, Elastic Heart sirve para recordar que, en ocasiones, a la tecnología la carga el diablo y que el clip musical incluye a una audiencia muy versátil, en la que caben desde adolescentes -la industria siente clara predilección por este sector- hasta adultos formados y... padres proclives a escandalizarse. Y por extraño que parezca, no conlleva el mismo efecto acudir al cine a ver cómo una persona taladra una rodilla en una película de Lars von Trier que encontrarse de repente a un hombre y una menor dentro de una jaula en un inofensivo canal de música por cable.

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Polémicas aparte, el negocio del vídeo musical trata esencialmente de generar beneficios mutuos a todos sus protagonistas. Por ejemplo, el corto dirigido por Vicent Haycock para U2 aporta una "nueva dimensión" a Song for Someone, según explicó, gozosa, la propia banda irlandesa el día del estreno. Y resulta indudable que la presencia de Woody Harrelson también multiplica su poder promocional.

Para el protagonista de Asesinos natos posiblemente sea una experiencia divertida e interesante, que le pemite reivindicar su talento profesional al incursionar en un registro actoral distinto donde todo gira alrededor de la gestualidad. En los clips musicales los diálogos escasean. Y Harrelson ha conseguido como nadie que Song for Someone se convierta en la agridulce metáfora del viaje a la libertad sin apenas abrir la boca.

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Antes que él, un largo número de actores se han acercado a este formato por distintos motivos. El cantante italiano Antonello Venditti le dio la oportunidad de salir en un rodaje a Angelina Jolie cuando tenía 16 años al proporcionarle el papel principal de su canción Alta Marea. Jolie mostró luego predilección por los chicos malos y protagonizó clips para Meat Loaf y los Rolling Stones. Otro actor que se estrenó en el mundo del vídeo musical fue Jason Statham que, antes de dedicarse a romper brazos, apareció en Run to the Sun de Erasure.

Otros ya venían consolidados. Más que a Bruce Willis vestir camiseta de tirantes, a Arnold Schwarzenegger le gustan los riffs potentes. Ha trabajado con Bon Jovi, Guns N Roses y AC/DC, incluso convertido en un sosias de Angus Young con pantalones cortos. Claro que su participación en el vídeo de la canción de los australianos Big Gun no es solo diversión. En una época donde las discográficas y las majors cinematográficas tienen muchos intereses en común, es fácil encontrar a actores metidos a personajes de videoclip con fines promocionales de sus películas. Schwarzenegger puso su rostro a Big Gun como parte de la banda sonor de El último gran héroe americano. Igual que los planos de Robert Downey Jr. se suceden en el clip de Iron Man, a cargo de la misma AC/DC.

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Carly Rae, fenómeno viral

Por cierto, Robert Downey Jr. debe sentirse especialmente agradecido a este formato. Elton John le eligió personalmente para que fuera el protagonista de I Want Love a principios de la década pasada, cuando nadie daba un duro por el actor de Sherlock Holmes tras un pasado tormentoso que incluía la cárcel y un programa de rehabilitación de drogas. Y al reves, en I Really Like You es la cantautora canadiense Carly Rae Jepsen quien le debe mucho a Tom Hanks. Su divertido papel en esta sofisticada minipelícula lo ha transformado en un fenómeno viral con millones de visionados.

Llegar a extremos cinematográficos como los de esta canción o de Song of Someone no ha sido tarea fácil. El clip ha sido una suerte de laboratorio experimental que ha ido sumando módulos a lo largo de cuatro décadas. Existe una especie de coincidencia general en que todo comenzó con Bohemian Rhapsody. Bruce Gowers, ingenioso realizador británico que ha dirigido a Rod Stewart, Prince, Paul McCartney y eventos como el Live Earth o las galas de los Emmy y American Idol, fue el responsable en 1975 de la preciosista grabación de Queen, que, con sus contrastes, claroscuros y multiplicación de lentes, daba testimonio de los recursos tecnológicos de la época sabiamente administrados. En España, Lazarov rompía mientras tanto con el zoom y los caleidoscopios.

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De todo aquello a la tecnología virtual 360 grados que utiliza Björk en Stonemilker, estrenada recientemente en el MOMA de Nueva York, media todo un universo. Aunque si de lo que se trata es de retratar el alma de un músico, nada como Brian de Palma grabando a un jovencísimo Bruce Springsteen mientras canta Dancing in the Dark en 1984. Pura telerrealidad.

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