La zona cero de la ilusión por el Gordo de la Lotería de Navidad
Lotería A unas horas de que empiece el sorteo, la administración La Millonaria, ubicada junto al barranco en Paiporta, registra largas colas para llevarse la suerte
Ya no quedan décimos en la administración de lotería de la calle Primero de Mayo de Paiporta, conocida como la Millonaria, que no salgan de ... la máquina. Tampoco los hay acabados en las terminaciones 5 o 9. Los manchados de barro se agotaron hace unos días porque eran los más codiciados, aunque el marido de Cristina Piles, la lotera, garantiza que los números que imprime la pequeña impresora pertenecen a Paiporta, porque así lo exigen los clientes. «Ojalá saliera premiado uno de los que hemos vendido casi íntegramente en esta administración», ruega Cristina, mientras la cola de gente llega varias veces durante la mañana hasta la esquina, muy cerquita ya del barranco del Poyo. Entre quienes esperan pacientemente a que les toque el turno -una cola más entre las muchas que hay que hacer en el día a día de los municipios afectados por la dana- hay vecinos de Paiporta, militares de Salamanca y Málaga o gente que llega desde la ciudad de Valencia y otros municipios cercanos. Incluso hay quien ha venido desde más lejos, como unos jóvenes que han viajado desde Castilla La Mancha para probar suerte en la zona cero de la dana, con esa leyenda tan extendida de que en aquellos lugares azotados por una tragedia la suerte es más propicia.
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Dice Cristina que si tocara el Gordo no sería la primera vez, sino la segunda, ya que en el año 89 su padre repartió 18.500 millones de las antiguas pesetas con el número 61.714. Es decir, casi íntegro, orque en aquella época el Gordo suponía el reparto de 20.000 millones de pesetas. A la lotera le alegra ver este jaleo a las puertas de su administración, y aunque las ventas se hayan podido duplicar desde que abrieran el pasado 2 de diciembre la realidad es que han perdido mucho. «Todo el negocio quedó arrasado», y cuenta cómo aquella tarde del 29 de octubre se asomaron para ver cómo iba llenándose el barranco y a las seis y media decidieron cerrar. «Corriendo, cuadramos la caja, y todavía se quedaron unos décimos encima de la mesa que no me dio tiempo a guardar...». Su marido se quería quedar dentro, pero Cristina reconoce que se puso histérica. Y menos mal, porque el local es una ratonera sin salida.
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«He venido miles de décimos embarrados. La gente los prefiere así»
Daniel ha venido de Torrent para comprar un décimo y se lleva cinco. «Ya no pregunto a nadie más», ríe. Uno para un amigo, otro para un hermano, otro para su madre... Detrás de él, unos militares de Málaga que llevan varios días limpiando garajes han hecho un descanso a media mañana para acercarse a la administración. «Nos ha pedido la familia», dice Marta, que lleva puestas todavía las gafas de protección para evitar los gases tóxicos acumulados.
La administración repartió prácticamente íntegro el Gordo de Navidad en 1989 y ahora espera repetir
Hay un ambiente de expectación entre quienes compran lotería. Aunque sean de Paiporta. «Es que ya nos merecemos que nos pase algo bueno, ¿no crees?», pregunta Teresa, que todos los años se queda un décimo de la administración de Cristina, y este año no iba a ser menos.
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Como sucede con otras administraciones de lotería de los municipios afectados por la dana, la Millonaria ha abierto en condiciones algo precarias, esperando que en unos meses puedan acometer una reforma del local. «Hay que retirar todo el revestimiento de las paredes y volver a pintar, pero de momento teníamos que abrir». Para el sorteo del Niño todavía les quedan décimos embarrados, que salen de la caja fuerte casi como estaban aquel fatídico día.
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