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t Miles de kilos. Más de 2.400 kilos de uva moscatel lleva el remolque que está llenando un trabajador. iván arlandis

Vendimia sin pruebas PCR y ozono en los alojamientos

Al campo con mascarilla. Las restricciones también toman los viñedos. Los trabajadores no comparten agua ni tijeras

ROCÍO ESCRIHUELA

Martes, 29 de septiembre 2020, 01:01

Las restricciones por el coronavirus han alcanzado a todos los sectores y el campo no ha sido ajeno a las medidas de seguridad impuestas por la pandemia. La vendimia ha llegado este año con mascarilla, desinfección de los alojamientos para los temporeros y sin pruebas PCR. Las 'cuadrillas' han tenido que afrontar la nueva normativa de una campaña que comenzó a finales de agosto y que de momento ya ha dado empleo a 700 temporeros, según fuentes de AVA-ASAJA.

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A las obligatorias mascarillas y geles hidroalcohólicos no se han sumado a la vendimia las pruebas PCR para los trabajadores, a pesar que desde las principales organizaciones agrarias sí que las solicitaron a la conselleria para que se hicieran antes de iniciar la campaña, pero «no las ha subvencionado y no se están realizando, mientras en otras comunidades sí que se han hecho cargo, como en La Rioja», afirman desde la asociación valenciana.

En cambio, los recolectores han encontrado alguna 'ventaja' dentro de las restricciones impuestas: la distribución de las viñas. Las filas de las parras están a metro y medio de distancia o dos metros y por tanto cada persona coge una tira y mantiene la distancia de seguridad con los compañeros. «Las condiciones sanitarias son las que todos conocemos y lo bueno es el espacio porque hace que no haya excesiva aglomeración de gente, no es como los campos de cítricos o caquis», explica Eladio Martín, gerente de la Denominación de Origen Vinos Alicante.

Las filas de las parras están situadas a metro y medio y permite a los trabajadores mantener la distancia de seguridad

Misma sensación comparten en la Font de la Figuera que afrontan estos días la recta final de la vendimia. El presidente de la Cooperativa La Viña José Fita, destaca que «estamos trabajando con mascarilla para mayor seguridad, pero las filas están a dos metros y por tanto de una persona a otra siempre hay una distancia suficiente». Y es que la mascarilla no es obligatoria, sólo en el caso de no poder mantener la distancia mínima de seguridad impuesta por las autoridades sanitarias. Otra de las ventajas, apunta Fita, es que el 60% de la vendimia es mecánica, así que en esa modalidad «hay poca gente y no hay riesgo». No obstante, han cambiado alguna norma ya que ahora «cada uno se llena su capazo y lo lleva al remolque, y antes una persona se encargaba de esa tarea», añade el presidente de La Viña.

«Llevar mascarilla es un poco pesado, pero al final te acostumbras». «Hoy se puede aguantar porque hace un poco de aire, pero hace unos días, con tanta calor...». Esa es la sensación a pie de campo de Pepe y la 'cuadrilla' que le acompañan en la vendimia de moscatel para la Cooperativa La Baronía de Turís. «El almuerzo lo hacen manteniendo las distancias y ahora cada uno se trae su botella de agua, no se comparte nada. La vendimia dura cuatro o cinco semanas y siempre va el mismo grupo junto» añade Ricardo Añón, técnico de laboratorio y responsable del campo de esta bodega de la Ribera Alta.

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En cambio, la obligatoriedad de llevar mascarilla sí que existe cuando el personal descarga la uva en el camión, apuntan desde AVA-ASAJA, ya que en «determinadas ocasiones resulta imposible guardar la distancia y están obligados a hacer uso de ella». Este año el material es individual para cada trabajador que trae su tijera y se les proporciona gel hidroalcohólico para la desinfección de manos en el campo, así como agua y jabón.

Los traslados hasta el terreno y el alojamiento, necesario en algunos casos, también han cambiado. Los viajes hasta el campo ahora son la gran mayoría individuales y en vehículos particulares, si comparten son familia. «Van en furgonetas y se reparte la llegada de la gente», apunta Martín, quien añade que son grupos pequeños de seis o siete personas.

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Hasta la zona de la Font de la Figuera llegan recolectores de otras zonas de la Comunitat Valenciana que este año se han visto obligados a dividirse en grupos. «Antes venían nueve personas en un traslado y ahora sólo van cinco y se hacen varios desplazamientos», explica Fita. En esta zona vinícola los viajes son diarios y no hay necesidad de pernoctar allí.

Por su parte, sí que se facilita alojamiento en la zona de Utiel-Requena donde hay terrenos de cultivo de mayor extensión. En esta ocasión se han incrementado las medidas de seguridad para evitar riesgos. Desde la Asociación Valenciana de Agricultores han reforzado los servicios sociolaborales que se prestan a los temporeros procedentes de otras regiones y países ya que van rotando por todo el territorio nacional. «Suele ser gente que repite y viene cada año porque además ya han aprendido y prefieren contratarlos», añaden.

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Fuentes de la asociación agraria han explicado que además de realizar visitas y gestiones a fin de garantizar que los alojamientos cumplen unas condiciones dignas de habitabilidad, este año «hemos desinfectado previamente las viviendas mediante máquinas de ozono y hemos distribuido gel, mascarillas desechables y toallas individuales». Además, también han hecho difusión de carteles en varios idiomas con normas sobre la pandemia.

Pero todas estas medidas han repercutido en «sobrecostes y burocracia» por eso tanto desde AVA como desde La Unió antes de comenzar la campaña, no sólo vinícola sino también de la naranja pidieron un protocolo de actuación para evitar contagios. Pero afirman que no obtuvieron respuesta por parte del Consell a quien acusan de «falta de sensibilidad». De momento, la temporada avanza sin sobresaltos por contagios y con perspectiva de obtener una cosecha de calidad.

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