El sueño en los adolescentes valencianos se desploma en la última década
Los expertos advierten que el 75% de los jóvenes de entre 11 y 18 años duermen menos de las 8 horas recomendadas a causa de las pantallas y el exceso de tareas
Los adolescentes de todo el mundo occidental duermen menos, principalmente en los días laborables. Según un estudio de la OMS (la Organización Mundial de la ... Salud), sólo el 30% de los jóvenes españoles descansan las entre 8 y 10 horas diarias que recomienda este estamento. En 2010, la cifra se elevaba hasta el 75%. En el caso de la Comunitat Valenciana los datos son similares. Así lo reflejan los estudios realizados por Gonzalo Pin, coordinador del Comité de Sueño y Cronobiología de la Asociación Española de Pediatría: el 75% no duermen al menos esas 8 horas en los días laborables, mientras que en otra investigación de 2016, con datos ya al alza, era el 52%. ¿Las causas? Pues una parte importante de las culpas debe llevárselas el uso indiscriminado de las pantallas, pero también hay que hacer referencia al exceso de presión en cuanto a tareas académicas y extraescolares.
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Así lo reflejan expertos consultados para realizar este reportaje, el propio Gonzalo Pin y Sofía Rodríguez, odontóloga experta en disfunción craneomandibular, dolor orofacial y medicina dental del sueño, responsable de la clínica CráneoSalud de Valencia y que también trabaja en la Universitat de València. Ambos introducen un concepto prácticamente inédito, «educar en el sueño», algo que consideran imprescindible. «La evolución con el sueño está por venir. Ahora está creciendo a lo bestia, pero no le damos la importancia que tiene. Se lo digo a muchas familias, Igual que se educa a un niño a comer, a sentarse, a lavarse la carita y las manos, se educa en dormir. Es cuestión de introducir pequeños hábitos: desde que baja el sol no se hacen grandes actividades, el móvil se queda en el recibidor, nada de televisión en el cuarto…», señala la doctora.
«Menos horas de sueño, más problemas. Las consecuencias de este déficit no son menores. La falta de descanso afecta al rendimiento académico, la autoestima y la salud mental, aumentando el riesgo de ansiedad, depresión y trastornos emocionales. Hasta un 30% de los adolescentes podría sufrir algún tipo de trastorno del sueño», resalta Gonzalo Pin, inmerso en la actualidad en una investigación en este sentido. Una de las primeras conclusiones que extrae, y que no es baladí, es que educar tiene resultados. Sustenta esta afirmación en una encuesta realizada entre niños y adolescentes (o sus tutores) en diferentes franjas de edad. Entre los 13 y los 18 años, esto es, la adolescencia y cuando los chicos y chicas empiezan a ser más autónomos, el 63% (entre más de 700 valencianos y valencianas consultados) reconocían tener problemas y dormir menos de las 8 horas diarias. Después de ser informados sobre cómo les perjudica la falta de descanso y de algunas pautas a seguir, el porcentaje que seguía reportando problemas descendía a menos del 41%.
A los chavales de la tercera década del siglo XXI se les demoniza por el uso indiscriminado de las pantallas y de las redes sociales. Ese es un evidente problema a la hora de tener un correcto descanso. Pero tanto Gonzalo Pin como Sofía Rodríguez también hablan de los factores externos. ¿Por dónde prefieren que empecemos? Como lo de la tecnología seguro que lo intuyen, arranquemos por lo segundo. «Los horarios de sueño en nuestro país corroboran el déficit crónico», resalta Pin, que aporta datos de que más del 43% de los adolescentes se van a la cama más tarde de las 23 horas, y un 20% incluso supera la medianoche. En contraste, sus despertadores suenan, en un 85% de los casos, entre las 6:30 y las 7:30, la mitad de ellos en los 30 minutos antes de las 7 de la mañana. «Durante la adolescencia, el reloj biológico sufre una alteración natural que lleva a los jóvenes a dormirse y despertarse más tarde. Sin embargo, los horarios escolares y las obligaciones diarias no se adaptan a este cambio, lo que provoca que muchos adolescentes solo duerman entre 6 y 7 horas en días lectivos. Esta falta de sueño se traduce en una mayor somnolencia diurna, especialmente entre las chicas, quienes, según los estudios, duermen menos y presentan más dificultades para descansar adecuadamente», afirma el experto.
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Además, Gonzalo Pin señala que, con el horario de verano, el cuerpo humano de los españoles, y en especial de los adolescentes, está en continuo jet-lag: «Por mucho que le digamos que son las 8, para el reloj ambiental son las 6». Comenta que el reloj biológico central del organismo se compone de 30 billones de relojes, y para el correcto funcionamiento deberían estar todos sincronizados. «La higiene del sueño es fundamental. Como mamíferos que somos, vamos como los ciclos solares. A un pajarito nadie le tiene que decir a qué hora tiene dormir, ni a un león ni a una ballena», resalta Sofía Rodríguez.
En ese sentido, los expertos marcan un reto a nivel global, y a las autoridades en materia educativa. España es uno de los países europeos con más horas lectivas, lo que no se traduce en que sus estudiantes obtengan los mejores resultados. «El sueño insuficiente se ha convertido en un problema de salud pública que requiere la atención de familias, educadores y autoridades. Mejorar los hábitos de los adolescentes pasa por limitar el uso de pantallas antes de dormir, fomentar la actividad física, establecer rutinas regulares y concienciar sobre la importancia de un buen descanso. La generación actual de adolescentes españoles se enfrenta al reto de recuperar el sueño perdido para garantizar su bienestar físico, emocional y académico. Dormir bien no es solo una cuestión de descanso, sino una inversión en salud y futuro», señala Gonzalo Pin.
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Sofía Rodríguez es odontóloga y se declara como firme defensora de la «medicina integradora»: «El bruxismo y muchas patologías pueden derivar del sueño, todo está absolutamente ligado». Por eso, ella en CráneoSalud trabaja con un equipo multidisciplinar. Defiende una desconexión a partir de que se reduce la luz natural, hasta el punto que desaconseja consumir ciertos alimentos al final del día y realizar actividad física cuatro o cinco horas antes de irse a la cama. Claro está, eso choca con la configuración de las extraescolares en la Comunitat (y en el resto de España), en concreto las relacionadas con el deporte.
«Hace diez años nadie miraba lo que comía, pero ahora no es así. Se ha visto que tú necesitas además ciertos alimentos de día y otros de noche, porque cuando te vas a dormir tu cuerpo tiene que estar centrado en reparar y limpiar», expresa: «Todo debe estar hervido o pasado por el fuego». Respecto al ejercicio físico, la explicación de por qué no hacerlo cuando empieza a desvanecerse la luz solar está relacionada con el cortisol. Al realizar actividad deportiva se genera esta hormona, que es antagónica de la melatonina. Esta interviene en el sueño, en que sea saludable y en que se transite de forma correcta. Lo mismo ocurre con los móviles, fuera pantallas antes de dormir. «Los móviles generan cortisol», subraya Sofía Rodríguez, que aboga por dejar estos dispositivos en el recibidor cuando se entra en casa tras la jornada lectiva.
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«Las pantallas generan cortisol desde el momento que es un estímulo lumínico. Es de día, entonces yo no me voy a dormir. Y más, como vemos ahora las series, que nos ponemos como en el cine: todo negro y un foco», comenta. «El uso excesivo de dispositivos electrónicos como móviles y tabletas es uno de los principales factores detrás de la reducción del sueño. La exposición a las pantallas antes de dormir retrasa la secreción de melatonina. Además, la falta de actividad física, el consumo de cafeína y bebidas energéticas, y la ausencia de rutinas estables contribuyen a agravar el problema. El entorno familiar también juega un papel clave. Solo el 39,7% de los padres establece un horario fijo para que sus hijos se acuesten», constata Gonzalo Pin.
Este experto destaca dos fenómenos relacionados al uso de las pantallas entre los adolescentes. El 'vamping tecnológico' describe el uso excesivo de dispositivos electrónicos justo antes de dormir: «Muchos adolescentes duermen con el móvil en la habitación y lo consultan constantemente, incluso durante la noche, lo que interrumpe el descanso y favorece el insomnio». Las redes sociales son un peligro extra incluido en las pantallas: «La necesidad de estar conectados y el miedo a perderse algo (FOMO) lleva a los jóvenes a consultar redes sociales y mensajes hasta altas horas, generando una sobreexcitación mental incompatible con la relajación previa necesaria para dormir. Las notificaciones y alertas constantes pueden interrumpir el sueño, incluso después de haberse dormido, fragmentando el descanso». Pin cifra en entre el 20% y el 40% los adolescentes con un déficit del sueño en España.
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El mismo experto de la Asociación Española de Pediatría realiza la última apreciación a la que se va a aludir en este reportaje: los adolescentes que residen en zonas rurales duermen más horas y su calidad del sueño es mejor. «El entorno urbano suele asociarse a factores que dificultan el descanso, como mayor exposición a la luz artificial, ruido ambiental, contaminación y menor disponibilidad de espacios verdes, lo que afecta negativamente a los patrones
de sueño. Además, los adolescentes urbanos tienden a tener horarios más irregulares, mayor acceso a tecnologías y redes sociales, y consumen más comida rápida, factores que pueden contribuir a una peor higiene», señala Gonzalo Pin, que incide: «Los adolescentes rurales no solo duermen más, sino que también presentan mejores indicadores de bienestar psicológico y social, así como una mayor percepción de apoyo familiar y escolar. La falta de sueño en adolescentes urbanos se asocia con menor autoestima, peor rendimiento académico, mayor prevalencia de síntomas como fatiga y dolores de cabeza, y una mayor probabilidad de sufrir trastornos mentales».
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