El 'padre de la dana' avisa: habrá más y no sólo en otoño
Ángel Rivera publica un libro donde analiza el fenómeno del 29-O desde el punto de vista de la meteorología y avisa: hay que estar preparados para un nuevo modelo climático y debe mejorarse la coordinación y la comunicación para mitigar los efectos de esta clase de catástrofes ·
Ángel Rivera era en 1982 un recién llegado a Aemet (entonces, Instituto Nacional de Meteorología), superado el periodo de aprendizaje bajo la tutela del maestro Mariano Medina, mito de TVE. Era todavía una España donde el saber científico en este ámbito del conocimiento carecía de la autoridad que ha alcanzado con el paso del tiempo. Una España donde los medios de predicción aún balbuceaban, lejos del nivel de otros países, como se pudo percibir con ocasión de la catástrofe que significó su bautismo de fuego: la pantanada de Tous. Aquel episodio sirve como precedente para sus reflexiones de parecida índole, aunque más cercanas en el tiempo, a propósito de la tragedia del 29 de octubre, que activan el libro recién publicado por la editorial Letrame, 'Danas', donde cuenta sus impresiones y recuerda su condición de padre de ese vocablo, que llegó a la RAE luego de su insistencia. «La idea era cambiar en nuestras publicaciones el término gota fría, que ni es gota ni fría. Sabíamos que era popular pero dana era técnicamente mucho más clara. Hablar de borrascas en niveles altos de la atmósfera nos parecía mucho más coherente. Y dana es muy corta, suena bien... Ha hecho fortuna».
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- ¿Qué recuerdos tiene de la tragedia de Tous?
- Yo llevaba ocho o nueve años en AEMET. Me acababa de integrar en el equipo de predicción que dirigía Mariano Medina, así que la viví en primera persona. Fue la primera vez que me tuve que enfrentar a esa clase de situación formando parte del equipo de predicción. Pero la pantanada de Tous, en comparación con la dana del 29 de octubre, fue algo mucho más concentrado. No fue tan amplia ni tan potente, sobre todo porque los máximos picos de incidencia se centraron en una zona que no está excesivamente poblada. Lo que pasó es que luego vino bastante avenida de agua hacia el embalse. Y como la presa no resistió, pues... Ahí estuvo el problema.
- ¿De entonces data su preocupación por ese ámbito de la predicción?
- Claro. Es que eso marcó un cambio de inflexión en todo. En meteorología, en Aemet, en Protección Civil... En todo. Hay que darse cuenta de que en esa época no había ni planes de avisos ni nada de nada. Los medios eran poquísimos, poquísimos, poquísimos... Había que trabajar con técnicas antiguas de meteorología, casi a mano. Ya había algún modelo, pero no era perfecto. Y entonces lo que se vio aquel día fue una posibilidad de lluvias muy fuertes. Desde la desembocadura del Ebro, prácticamente hasta el Cabo de Gata, se sabía que en esas zonas iba a haber algún problema fuerte, pero no se podía especificar mucho más. Se dio la predicción ya por la tarde en Radio Nacional, que era donde se podía llegar con los medios y con la nula planificación que había de de avisos. Los primeros datos de predicción en España empezaron a partir de ahí, a los tres años de la pantanada.
- Esa referencia me sirve para la siguiente pregunta. Una amiga que tenía familia en Tous me contaba cómo la gente se puso a salvo con medios tan precarios como el aviso por la megafonía, en un coche del Ayuntamiento. Usted ha mencionado otro aviso muy elemental, el de Radio Nacional. Era 1982. Métodos muy básicos salvaron vidas en Tous, hace más de 40 años...
- O por teléfono. La gente entonces también se avisó por teléfono, el que había, no el móvil.
- Precisamente lo comentaba en relación con la dana. Con medios más sofisticados...
- Pero yo creo que la cuestión técnica de avisos en la dana funcionó bien. Fue un problema más bien de comunicación. Lo que yo pienso es que habría que hacer más ejercicios preventivos, más simulaciones. Comprobar que toda la coordinación va a ser perfecta. Porque la información sí que circulaba y la predicción era bastante correcta, con un aviso de alerta roja ya desde por la mañana, que era importantísimo, porque cuando los predictores dan un aviso rojo es que se dan cuenta, viendo los modelos, de que hay un peligro muy cierto. Yo he vivido en primera persona cuando fui jefe de predicción lo que supone de avisar de alerta roja y no es una cosa que sea fácil en absoluto. Hay que pensarlo mucho, porque uno sabe lo que se moviliza, lo que se pone en marcha, lo que puede pasar... Y uno le da muchas vueltas. Y cuando digo uno, digo el equipo de predicción, así que calculo que el día de la dana se dio el aviso haciéndolo lo mejor que se pudo y con la mejor información que se pudo. Ahora, esa información luego se podía haber distribuido mejor, se podía haber comprendido mejor.
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- ¿Y qué falló entonces?
- Yo creo que lo que falta mucho también es cultura de riesgo, de explicar bien las cosas. Y que realmente la gente sepa como actuar. Yo lo que contemplo en un plan de avisos futuros es que sean mensajes muy sencillos. Es decir, cómo le pueden afectar a usted y qué tiene que hacer en esta situación. Y eso tiene que ser un mensaje conjunto, no solamente local, sino de una coordinación profunda. En el libro propongo un mecanismo donde trabajan conjuntamente meteorólogos, protección civil, comunicadores...
- ¿Y una única voz, no diecisiete? Usted propone algo parecido a un centro de coordinación como el de huracanes en Estados Unidos.
- Yo de ninguna manera estoy diciendo que se quite ninguna competencia a ninguna comunidad, porque está transferida. Y la última palabra sería siempre de la comunidad autónoma, pero que antes haya habido un centro que ya da toda la información técnica coordinada, ordenada totalmente, para que sea una decisión que se pueda tomar. Yo creo que merecería la pena, porque vamos hacia un tipo de medio ambiente un poco más complejo. Lo estamos viendo con los fenómenos de desestacionalización, este tipo de lluvias tan bestias... Creo que hay que replantearse cosas y para mí es fundamental esa coordinación entre los distintos actores. No puede ser solamente que meteorología diga tal cosa sino después ver exactamente cómo influye esto en los cauces y sobre todo cómo comunico esto. Cómo le llega a la gente una idea muy clara de lo que pasa. A lo mejor no hace falta que sean 500 avisos de lluvias intensas sino explicar qué hacen estas lluvias intensas, si van a dar lugar a desbordamientos o posibles inundaciones en estas zonas, refrescando el mensaje cada media hora por los móviles.
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«El día de la dana hubo un fallo de comunicación, de coordinación. Porque el dato de Meteorología con la previsión de alerta roja sí que estaba»
Ángel Rivera
Meteorólogo
- Hay una reflexión de fondo a ese respecto. Cuando estamos en la playa y vemos bandera roja, automáticamente sabemos que no hay que bañarse. El rojo es señal de peligro, pero cuando estás en alerta roja, ¿exactamente qué significa alerta roja? ¿No cree que falta algo más de precisión? Algo que te diga lo que significa alerta roja y que la gente lo tenga interiorizado.
- Es que hay que jugar con las posibilidades que nos da la ciencia. El día de la dana cayeron 700 y pico litros en Turís y sin embargo en Valencia no cayó nada. Es imposible determinar hora y cantidad exacta de qué puede caer en cada sitio. Pero lo que sí se sabe por los meteorólogos es que ese tipo de situaciones son absolutamente peligrosas y que donde descarguen el riesgo de vidas y bienes es clarísimo. Y eso se pone junto al aviso rojo porque es fundamental. Lo que pasa es que hay que hacer más trabajos de concienciación, que se conozca todo eso, porque Meteorología es dueña, digamos, del agua hasta que llega al suelo: cuando llega al suelo, ya es competencia de otros. Ahí es donde habría que integrar mucho más las informaciones porque la gente te puede decir: 'Vale, me caen 200 litros. Y qué me quiere decir usted con eso'.
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- A eso me refería.
- Claro, pero para que la gente lo entienda se necesita no sólo a los meteorólogos, sino a gente de Protección Civil y, si me apura, hasta comunicadores que sepan realmente cómo decir eso concretamente a la gente. Que le llegue adentro, que lo entienda. ¿Cómo lo cuento en tres palabras para que llegue claramente a la población esa alerta?
- El mensaje que se lanzó por los móviles el 29 de octubre era muy mejorable. Añadía confusión. ¿A eso se refiere?
- Sí, así es.
- ¿Y falló algo más? ¿Algo más que la incompetencia política?
- Hubo indudablemente un fallo de de comunicación, de coordinación, porque el dato sí que estaba. No sé si se calibró bien ese impacto, el tsunami que venía. Creo que no se conocía bien la parte, digamos, de de hidrología, de avenidas...
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- ¿Y qué conclusiones se pueden extraer?
- Que hay que desmentir, como hago en el libro, que la dana sea estacional. Es un fenómeno de otoño pero no sólo de otoño. Ocurre en cualquier época del año, porque están cambiando algunas cosas como las circulaciones atmosféricas de niveles altos y eso nos va a llevar a una nueva meteorología. Y hay que prepararse para ella. El cambio climático también está haciendo que se modifique. Yo vi un primer cambio a principio de los 90, pero luego a partir de 2014 está habiendo cambios bastante significativos. Llevamos diez años con esos cambios. Y no estoy seguro de que eso sea simplemente una oscilación natural de la atmósfera. Ojalá fuera así pero me temo que no van por ahí los tiros.
- ¿Y este octubre en Valencia? ¿Tenemos que estar preparados para acontecimientos semejantes? Usted iba a presentar este lunes su libro y lo tuvo que suspender...
- En la zona mediterránea, con la cantidad de energía disponible que hay en el mar, siempre hay que estar preparados. Cualquier pequeña cosa, cualquier pequeño forzamiento natural... Y ya digo que las cosas están cambiando y hay que reaccionar. Por eso me preocupa lo que digo, la coordinación entre todos los actores que intervienen en todo esto. No puede ser solamente meteorología, es meteorología y más cosas.
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