Crece la decepción docente
EL ESTADO DE LA EDUCACIÓN ·
Los recursos extraordinarios que llegaron por la pandemia no han venido para quedarse, pero medidas como los ámbitos o la titulación con suspensos, de tapadillo, síDesde que nació el Consell del Botánico y el concepto de mestizaje como una cremallera que cosiera el reparto de departamentos, hace ya seis años, ... la Conselleria de Educación se referenció como uno de esos ejemplos exportables que en la escuela llaman buena práctica. Algo así también ha sucedido con la gestión escolar de la pandemia, donde la Comunitat Valenciana se ha convertido en una mención inexcusable en muchos discursos sobre lo que había que hacer. Incluso, como se opinaba en esta tribuna hace escasas semanas, la inicial tensión con el sector de la concertada ha dado paso a una relación fluida y colaborada. En este relato, se daba por supuesto el idilio con el profesorado de la pública, al menos así trasladado, con carácter general, desde los sindicatos representativos del sector. No por falta de disputas y diferencias laborales, sino por un apriorismo de coincidencia ideológica.
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Dicho esto, desde el principio la política educativa valenciana del Botánico ha sido un equilibrio entre dar mayor papel al profesorado (reconociéndole, pidiendo su opinión, dándole autonomía) y el dirigismo legislativo. Es la doble alma de la izquierda educativa, la de la prevalencia del profesorado sobre el sistema y la del Diari Oficial como metodología pedagógica. Y, ya se sabe, al final cualquier gobierno, todos, tienden a romper el equilibrio a su favor. Les es difícil aguantar dejando hacer a otros.
Es pronto para decir si esta relación pasa por un bache o un cambio de sentido. La combinación de factores, y que en política lo estable termina desestabilizándose, está provocando un crescendo en la crítica, en las voces decepcionadas, en los encontronazos de base ¿Generalizado? Nunca se podrá decir, pues siempre está el manido recurso de la mayoría silenciosa. Así, me quedo que las habituales voces del sector han subido un puntito el tono. Y han aparecido nuevas voces críticas, de colectivos, que es lo común en lo educativo.
Uno de los temas de conflicto han sido las oposiciones, algo habitual con el peso que tienen los interinos en la plantilla. Sin embargo, otros dos frentes aumentan su nivel de conflicto. Por un lado, la ratificación de la exigencia de trabajar por ámbitos en primero de la ESO, una metodología que no todos los profesores comparten.
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El otro conflicto es el nuevo modelo de orientación. El 70% de las direcciones de los SPE ha dimitido, un Fuenteovejuna que no le pasó, que recuerde, al PP en ninguno de los frentes educativos en su época de gobierno.
Por último, no ayuda la mala suerte de la vacunación del profesorado, priorizado por ser colectivo esencial pero ha terminado lleno de incertidumbre por lo acontecido con las dosis AstraZeneca.
No obstante, la principal causa de desafección puede estar en que las plantillas extraordinarias y las ratios reducidas introducidas este curso por la pandemia no han venido para quedarse. Estos últimos dos años han tenido dos tendencias para afrontar el reto de la COVID-19: las medidas normativas aprobadas de urgencia y los recursos añadidos. Ahora, cuando avanza los planes de vacunación y se retoma, a poco, la normalidad prepandémica, desaparecen los recursos y se quedan las nuevas normas: los ámbitos, la titulación con suspensos, la poda curricular, las competencias... Y por eso vuelve esa sensación docente de gato por liebre, que los cambios no cuentan con su voz ni traen mayores recursos. Los profesores ya han probado las ratios bajas, y les gustan.
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