Mil y una maneras de vivir confinados
Muchos valencianos pasan la cuarentena en casa con sus familias pero otros lo hacen en una parroquia, en el extranjero o incluso en un barco
Cuarentena, aislamiento, confinamiento, quedarse en casa. Estas han sido las palabras que más hemos escuchados estos días en medios de comunicación, redes sociales y en conversaciones telefónicas. Desde hace tres semanas los valencianos, al igual que todos los españoles, pasan casi todo el día en sus hogares para evitar la expansión del coronavirus y pese a que la norma general es que uno suele vivir esta cuarentena en casa de siempre junto a su familia hay un sinfín de personas que lo hace de forma diferente. No hay una norma clara para pasar el aislamiento salvo que uno no tiene que salir de casa. Y esa casa puede ser desde un piso individual hasta uno compartido, una parroquia o, por qué no, un barco.
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Ricardo Máximo y Mirera Musat. Confinados en un barco
«En lugar de aplaudir cada tarde tocamos el claxon»
Ricardo Máximo y su mujer Mirera Musat decidieron hace años cambiar la tierra por el mar y desde entonces esta pareja pasa la mayor parte del año en su yate 'Fortuna'. Una embarcación de 18 metros y con capacidad para hasta 12 personas en la que tienen que pasar el confinamiento de una forma poco habitual.
Cuando se aprobó el estado de alarma Ricardo y Mirera volvían de un viaje desde Canarias y decidieron amarrar su yate en Puerto Tomás, en el Mar Menor. Así podían estar más tranquilos ya que los desplazamientos por mar también están restringidos y los pocos barcos que salen son de pesca. Desde entonces, la mayor compañía que han tenido es la de su gato Tiger y la de los apenas ocho vecinos que también pasan la cuarentena en sus embarcaciones.
Para esta pareja el confinamiento no está siendo especialmente duro. «Estamos acostumbrados a pasar largas temporadas solos en el mar así que se podría decir que hemos estado entrenando para esto« afirma Ricardo en declaraciones a este diario, en las que asegura que limitan al máximo las salidas. »Mi mujer aún no ha puesto un pie en tierra« remarca el capitán de 'Fortuna', que destaca que el barco es casi autosuficiente ya que cuenta con placas solares, una potabilizadora de agua y muchas veces pueden pescar para alimentarse. »Ahora estamos conectados a la electricidad y agua del puerto pero podríamos sobrevivir sin ellos« insiste esta familia de aventureros.
«Cada día a las 20 horas nosotros también hacemos un homenaje a los que luchan por el coronavirus pero en vez de aplaudir tocamos el claxon» afirma Ricardo, que asegura que nunca llegó a imaginar que pasaría una cuarentena en ese antiguo yate de narcotraficantes que reformó el mismo después de comprarlo en una subasta del Gobierno. «Me considero un afortunado y creo que tengo mucha suerte de vivir así el confinamiento» sentencia.
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Lucas Bernácer. Confinado en el extranjero
«Decidí quedarme en mi piso de Hamburgo»
El confinamiento se puede vivir también desde la distancia. Y si no que se lo digan a Lucas Bernácer, un ingeniero aeroespacial valenciano que decidió quedarse en Alemania, donde termina un máster y realiza la tesis, en lugar de volver a España. Este joven de 23 años relata como ha tenido que adaptar su piso de 20 metros para compaginarlo todo. En ese espacio teletrabaja en su proyecto para el centro de investigación aeronáutico alemán, cocina, come, duerme, hace ejercicio y contacta con amigos y familiares.
«Vivir la cuarentena solo a veces se hace difícil pero consideré que era mejor quedarme en mi piso de Hamburgo después de hablar con la empresa y mi familia« afirma Lucas, que admite que el hecho de haber vivido ya solo le ha permitido »estar listo« para este escenario. »Entre semana con el trabajo y las clases de alemán online estoy bastante entretenido aunque el fin de semana si que puedo llegar a aburrirme y sentirme más solo« incide Lucas, que aún así considera que está llevando bien esta cuarentena.
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María, María y Salva. Confinados en un piso de estudiantes
«Nuestra casa es un pequeño cine, gimnasio o universidad»
El estado de alarma sorprendió a María Pérez y a Salva Pérez en su piso de estudiantes del bario de Benimaclet. Su otro compañero había vuelto al pueblo para pasar allí unas teóricas vacaciones de Fallas que nunca llegaron a producirse y María decidió quedarse en el piso para acompañar a Salva, que sabía que iba a permanecer allí la cuarentena. Los dos dieron el visto bueno para que María Bosch, pareja de la otra María, pasara el confinamiento con ellos.
Esta casa se ha convertido en un una pequeña universidad ya que por las mañanas dedican parte de su tiempo a realizar el Trabajo de Fin de Grado (TFG), en un gimnasio improvisado para hacer ejercicio y hasta en un cine ya que se han propuesto hacer verdaderos maratones de series. Las dos Marías están a punto de concluir los estudios de Enfermería y admiten que se han apuntado a la bolsa de trabajo de la conselleria de Sanidad «para ayudar en el caso de que sea necesario y terminar con la cuarentena lo más pronto posible».
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Javier Cervellera. Confinado con mascotas
«Los perros ayudan a llevar mejor estos días difíciles»
Las semanas de confinamiento son más fáciles si uno las pasa acompañado ya sea de personas o mascotas. Este es el caso de Javier Cervellera, que pasa los días en Náquera junto a sus tres perros. La oportunidad de vivir en un chalet le ayuda a entretenerse ya que siempre hay algo que hacer en la parcela. El resto del tiempo lo dedica a leer, preparar la comida y, por supuesto, estar con los perros. Aunque admite que las mascotas también están notando la cuarentena para bien y para mal ya que pese a que tienen mucha más compañía saben que los paseos ahora son mucho menos frecuentes y más cortos.
Javier señala que entre los vecinos se han organizado para ayudas a los más mayores y reducir las salidas al máximo. Por el grupo de Whats App aprovechan para encargar comida u otros enseres básicos cuando alguno de los de la calle se desplaza y hasta han intercambiado herramientas para rematar una tubería y así evitan llamar al fontanero.
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Vicente Benavent. Confinado en una parroquia
«Vivimos el confinamiento como cualquier familia»
Vicente Benavent, profesor de secundaria, es también religioso marianista y pasa esta cuarentena confinado en la parroquia San José Obrero de Burjassot, donde vive junto sus tres hermanos de comunidad, de los cuales dos son sacerdotes. Vicente señala que pasan los días «como cualquier otra familia» y que la convivencia lleva a disfrutar de buenos ratos todos juntos pero también implica alguna discusión que otra.
Vicente continúa su labor como educador de forma telemática tanto en el colegio que trabaja, El Pilar, como en Sámara, la asociación juvenil de la que forma parte, y admite que todos los días dedica un rato a hablar con su familia, que vive en Valencia. Además, indica que desde la parroquia mantienen ciertas actividades fundamentales como la entrega del banco de alimentos y remarca que se ha apostado por realizar misas, oraciones y reflexiones a través de internet.
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