Jaque a la generación Z
Dos grandes crisis económicas en 12 años desdibujan el futuro de 600.000 jóvenes valencianos. Formados, inquietos, globalizados, pero con pésimas expectativas laborales que alejan la estabilidad para formar una familia
Primero fueron los 'millenials' y luego la Generación Z, nacida entre mediados de los 90 y la primera década de 2.000. Nunca antes supieron tantos idiomas, nunca estuvieron tan hiperconectados como nativos digitales, nunca habían conocido tanto mundo o tenido una formación tan prolongada. Pero los valencianos de entre 18 y 29 años viven con una mezcla de pesimismo, resignación e incertidumbre su puente hacia su futuro por culpa de dos grandes crisis, la de 2008 y, ahora, la de la pandemia. También por una fuerza política en la que mayoritariamente no confían al entender que no vela suficientemente por sus intereses.
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Y lo que está en juego es mucho. Sin su estabilidad, la Comunitat no tendrá un relevo generacional, cada vez habrá menos familias estables. Nacerán por tanto menos hijos y el envejecimiento de la población, que toca techo año tras año, seguirá agravándose.
El último estudio del Consell Valencia de la Joventut (CVJ) esboza su perfil. Su identidad está marcada por la gran recesión de 2008, la revolución tecnológica y, ahora, la pandemia. Más libres y globalizados pero con menos oportunidades y expuestos a más precariedad que los adultos. Con formación dilatada y retraso a la llegada de la vida adulta por el desempleo. Abocados a emigrar, resignarse o aceptar condiciones precarias. Esto les aleja del matrimonio, que ya llega a la edad de 37 años en la media de la Comunitat, según el INE. Dudan de que la sobreeducación les abra puertas y perciben una creciente competencia entre semejantes por el trabajo. Con desconfianza respecto a las instituciones políticas o partidos.
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¿Cómo son estos jóvenes?
Proyecto de vida «imposible»
Y, ahora, lastrados por la pandemia. Pilar Blasco, politóloga y presidenta del CVJ augura el efecto nefasto: «Van a vivir una época realmente complicada. Llueve sobre mojado y sus problemas se acrecientan. El riesgo es que pasen desapercibidos y no haya una respuesta a lo que están sufriendo». A la juventud «se la prejuzga muchas veces y no se valora suficientemente sus problemas de paro o salud mental, que se pueden agravar». El riesgo, ahonda, «es que acaben como los grandes olvidados». Y con contratos temporales y pérdida de empleos «no van a poder salir de casa ni formar familias ni tener hijos». Un proyecto de vida, «sencillamente imposible».
Entre las virtudes de nuestra juventud Blasco apunta: «Son comprometidos y día a día luchan por salir adelante. El supuesto pasotismo no es real ni está generalizado. Se sobreponen a todo lo que les está pasando y nos consta que luchan por sacar sus vidas adelante». La gran incógnita es si les quedará fuerza y esperanza ante una pandemia que les sacude de lleno. Y no sólo por privarles del ocio nocturno o las reuniones de colegas.
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Agustín Domingo | Profesor universitario
«Todo está en hibernación»
«Cualquier iniciativa revolucionaria ahora está en hibernación. Ahora no se plantean llevar a cabo una huelga ni una movilización».
Andrea Soler | Psicóloga educativa
«No hay que estigmatizarlos»
«Sería importante realizar un esfuerzo para no estigmatizarlos. Hay que ofrecer mensajes de responsabilidad y de comprensión».
Ángel Pozo | Psicólogo
«Los padres hemos de hacer nuestro trabajo»
«A la cabeza de todo hemos de educarles en valores sólidos para que la base de la tarta sea lo más fuerte posible. Y eso nos toca a los padres».
Según el Observatorio de la Emancipación, ocho de cada diez jóvenes valencianos no estaban independizados antes de la pandemia ni lo estarán ahora. Entre los pocos que sí lo estaban había mujeres jóvenes de más de 24 años y jóvenes extranjeros que vivían en su mayoría en pareja. Son los que, en mayor proporción, han tenido que recibir ayuda o volver a casa de los padres.
Independencia y empleo
El porcentaje de emancipación en la Comunitat ha bajado al 17% en el primer semestre de 2020. Eso significa que 9.000 jóvenes, según la institución, han perdido la independencia por culpa de la nueva crisis. El CVJ augura ya que la pandemia complicará la salida del 'nido' de un 40% de la juventud valenciana.
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La crisis económica por el Covid también se ha traducido en la destrucción de empleo juvenil. Con una reducción interanual de 4,4 puntos porcentuales, la tasa de actividad en el segundo trimestre de fue del 49%.
La Comunitat aparece ya como la región de España donde las jornadas a tiempo parcial están más extendidas entre la población joven. La tasa de paro juvenil supera del 31%. Ha aumentado en tres puntos porcentuales en un año y en siete respecto al primer trimestre de 2020.
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Según el último índice Manpower Group de la Cámara de Comercio de España, los menores de 35 años con baja formación y empleados en pequeñas y medianas empresas de hostelería son el sector laboral más penalizado.
El Observatorio de la Emancipación constata que el acceso a la vivienda propia o alquiler es prácticamente imposible para una persona joven en solitario. «Requiere destinar casi la mitad de su salario para el pago de la hipoteca o el 75% para la renta de un alquiler».
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Un estudio del CVJ sobre los efectos de la pandemia en jóvenes revela el daño a nivel humano de las restricciones ante el virus. «Han reducido su socialización y los ha abocado aún más a las relaciones por internet». En general, anhelan la educación presencial que se truncó en el confinamiento y casi la mitad de los encuestados considera que el confinamiento ha afectado a su salud mental.
En cuanto al temor a la enfermedad, al 40% no le preocupa demasiadocontagiarse del coronavirus. Creen que lo superarán sin problema, pero la inmensa mayoría sí siente preocupación por si sus mayores enferman.
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Silvia Felgueras | Estudiante
«Si España no da trabajo, escaparé»
Silvia es hija única de un ebanista y ama de casa. Grado superior en Infantil y estudiante de Periodismo. Con 21 años, era una niña en la recesión de 2008. Lidia con la pandemia en plena juventud. «Está siendo duro. Mis padres se contagiaron hace un mes. Para mí es raro no poder salir tanto, no poder despejarme...» A su entender, «esto nos va a hacer mucho daño, con un mercado laboral aún más difícil». Silvia no confía en los políticos: «Deberían cambiar y progresar con ideas nuevas». Y contempla el horizonte de trabajar fuera si las cosas se complican. «Si España no da trabajo, escaparé al extranjero», augura. Desearía independizarse «pero no hay dinero, y menos para formar una familia. Quiero priorizar mi trabajo».
Jordi Badía | Agricultor
«Necesitamos apoyo de los políticos»
Jordi Badía es un joven agricultor de 26 años y pertenece a uno de los pocos sectores que ha podido trabajar con normalidad en estos últimos meses. Reconoce que el principal problema al que han tenido que hacer frente ha sido «la menor demanda de algunas variedades de arroz debido a la situación con los restaurantes», explica. A la hora de concretar sus peticiones a los políticos, el tema que más le preocupa es el de la necesidad «de que nos dejen quemar la paja del arroz. Si no queremos que la Albufera y los seres vivos que están en ella sufran un desastre, han de permitirlo». Ahora «los jóvenes necesitamos el apoyo de los políticos y ellos no se dan cuenta, incide. Destaca que se sienten «muy desamparados» en cuestiones como esta: «Si no se quema podemos llegar al mes de agosto y ver cómo nuestra cosecha, nuestro modo de vida, se muere sin remedio», agrega. Con una década de experiencia en el campo, Jordi lamenta la escasa presencia de jóvenes en el campo «debido a la falta de ayudas y al mucho papeleo que hay que hacer para conseguir alguna», recuerda. En cuanto a su futuro, «sin duda» se ve entregado a la labor agrícola «dentro de 30 años».
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Quique Boluda | Seminarista
«Hay problemas para hacerse un hueco»
Quique Boluda, vecino de Quart de Poblet de 19 años, es uno de los 43 seminaristas que inicia el que se prevé un largo camino antes de convertirse en sacerdote. Con «la incomodidad de las clases online» en la situación actual, es consciente de los «problemas de los jóvenes para hacerse un hueco en el mundo laboral». Entre sus amistades las preocupaciones son, por el momento, «más los exámenes que los contratos laborales». Cree que en un contexto como el actual «hay que ser disciplinado» y seguir lo que marque la normativa. Estuvo confinado algunos días por causa del Covid. «Lo pasé como si fuera un resfriado», recuerda. Reconoce que aunque al principio se interesaba por las noticias relacionadas con la pandemia «ahora prefiero seleccionar». Es aficionado a la música. «Toco el órgano y el piano». Ama el frontón y a las novelas históricas, entre ellas las de Santiago Posteguillo. Estima que la labor de los políticos «no es nada sencilla. Ellos hacen su trabajo. Creo que es muy fácil opinar desde fuera pero no sé lo que haría si estuviera en su piel». Sobre el futuro, su intención es continuar como hasta ahora, «haciendo lo que siento que me hace feliz».
Christian Herrera | Empresario
«En los inicios tuve que renunciar a muchas cosas»
Con 30 años recién cumplidos, el propietario de la cadena de restaurantes Little Thai, con cinco establecimientos en Valencia y uno en Torrent, recuerda el mes de septiembre de 2013, cuando con 22 años, decidió ocupar un nicho de mercado vacío. «En los inicios tuve que renunciar a muchas cosas para tener lo que tengo ahora, como los viajes de la carrera, el ocio o la vida social», recuerda. La pandemia le ha provocado seis meses de parón, pero desde octubre «ya tenemos cifras similares a las del año pasado». Su objetivo de expandirse por todo el territorio nacional#se aplaza por un tiempo pero está seguro de llevarlo a cabo.
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Ana Silvestre | Salto al empleo
«Mando currículums y ni me contestan»
Una excelente formación y un sueldo de 200 euros por cinco horas de trabajo. Es la situación actual de Ana, de 23 años, hija de un médico y una matrona. Atesora un doble grado de Comunicación y Relaciones Públicas, Gestión Comercial y Markenting por el ESIC. Títulos de Inglés, Francés y Valenciano, proyecto Erasmus en Budapest, prácticas en una ONG...
Su salto al mercado laboral llega en plena pandemia. «Me puse a buscar trabajo de lo mío en septiembre. Mandé currículums a 40 empresas. Muchas ni contestan». Al final, la primera oportunidad llegó gracias «al amigo de un amigo». Su jornada de trabajo es «a tiempo extremadamente parcial», bromea. «Esta pandemia nos lo pone aún más negro a los jóvenes. Antes veía posibilidades, pero con la que está cayendo lo tenemos muy complicado para un trabajo estable». Vive con sus padres y tiene pareja. «No contemplo ni la independencia ni el horizonte de matrimonio e hijos. Me encantaría formar una familia, pero hoy no es realista».
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El futuro de su generación «es incierto» y «dependerá mucho de adaptarnos y persistir, pero habrá quien se derrumbe», pues «seguiremos trabajando de manera inestable y mal pagada».
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