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Estudiantes en una biblioteca de Valencia. Irene Marsilla

Estudiantes de Selectividad: «Es muy agobiante que todo tu futuro dependa de un examen»

Los jóvenes viven con nervios las últimas horas antes de presentarse a la prueba de acceso a la carrera

Lunes, 5 de junio 2023

«Mucha cafeína llevamos en el cuerpo para tener 17 años. Si no no aguantamos», cuenta Daniel Edo. Está con sus amigas descansando en el ... parque de la Biblioteca Pública Pilar y Faus, en la calle del Hospital. Faltan pocas horas para que tengan que realizar la Selectividad. Sus caras hablan por sí solas. Sienten una gran presión en el pecho. Saben que se juegan mucho. Y les parece injusto. «Es muy agobiante que todo tu futuro dependa de un examen», dice el joven. Mónica, Carla y Pilar, que están sentadas con él, asienten con la cabeza y con ojos de cansancio.

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La Selectividad es el momento en el que los jóvenes ven cómo los sueños de su infancia penden de un hilo. En sus cabezas, les atormenta constantemente la pregunta: «¿Llegaré a la nota de corte?» Pilar Verdeguer tenía pensado estudiar Comunicación Audiovisual «pero al ver que pedían un 11 escogí un plan B e intentaré entrar en diseño de interiores».

Daniel, 17 años

«Puede que consiga entrar en Derecho pero, ¿y si con 30 años me doy cuenta de que no es lo mío?»

Los chicos se revelan ante la popular frase: «La inteligencia no se mide por las notas». Ante esta premisa responden: «Claro que no, pero lo que necesitas es la nota». Daniel quiere estudiar derecho. Puede que le hubiera gustado estudiar Biología pero, para cuando se lo quiso plantear tenía 16 años y ya tenía que elegir una modalidad de Bachillerato que definiría a qué grados universitarios podría acceder en un futuro.

Este es otro de los puntos que los mantiene en vilo: «Nos hacen decidir demasiado jóvenes a lo que nos queremos dedicar el resto de nuestras vidas». Porque a cada decisión que uno toma siempre le acompaña el miedo a equivocarse. «Puede ser que consiga entrar en Derecho pero, ¿y si cuando tenga 30 años me doy cuenta de que no es lo mío?», dice angustiado el estudiante.

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La asignatura a la que más le teme es a Matemáticas de Ciencias Sociales. Sólo un fallo en un número y ya todo su examen estará mal. Sabe que el más mínimo error podría impedirle tener el futuro que desea. Pero antes de decidirse, ya ha estado mirando las tablas de salarios. Quiere ser fiscal en Bilbao «porque cobran mejor».

Todavía no han llegado a la etapa adulta y ya tienen en mente que deben elegir una profesión que les vaya a dar de comer en un futuro. Carla Calvo quería estudiar artes escénicas, pero le daba miedo las salidas que pudiera tener. Así que dejó esa idea a un lado y va tratar de acceder a un Ciclo Superior de Integración Social mientras se forma para ser piloto de aviones. La chica piensa ir a por todas y luchar por conseguir la profesión que desea. «Si fracaso, pues fracaso».

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Todos ellos tienen un plan B debajo del brazo. Daniel se ha inscrito en una Formación Superior de asistencia a dirección por si no consigue entrar en Derecho. Mónica Miralles ya habla de que si no la aceptan en la carrera de Diseño de Interiores tratará de pasar el año que viene trabajando o estudiando para obtener más títulos de idiomas.

Hoy las bibliotecas valencianas son testigos de la angustia de los estudiantes, que tratan de memorizar cada coma de sus libros de texto. Decididos a dar un último empujón para conseguir acceder a la carrera deseada. Pero a la gran mayoría, los nervios ni siquiera les están dejando comer o dormir.

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Nuria Pérez, 18 años

«Es muy frustrante. Te meten demasiada presión»

Nuria Pérez ha empezado a echar mano de las pastillas de melatonina que venden en las farmacias para poder conciliar el sueño. Quiere entrar en Magisterio y tiene sus horarios de estudio perfectamente organizados. Cuatro horas por la mañana y otras dos horas por la tarde, porque luego tiene que ir a su entrenamiento de pádel. Tiene la confianza de que en el instituto los han preparado bien para poder superar la Selectividad sin problemas. Pero los nervios siguen ahí: «Es muy frustrante. Te meten demasiada presión», cuenta sin perder la sonrisa.

Sin duda, a quienes más presentes tienen es a sus amigos que quieren estudiar carreras como Medicina. Aquellas en las que las notas para poder ingresar van más allá de la excelencia. En las que un error te puede poner en una lista de espera infinita. «Mis amigas que quieren ir a esta carrera lo están pasando francamente mal», admite Nuria.

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Hay algunos estudiantes que lo llevan mejor, otros peor. Pero la verdad es que todos gestionan los nervios «lo mejor que pueden». La suerte ya está echada. Sólo falta confiar en que tanto esfuerzo dé sus frutos.

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