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Ernesto Martínez, familiar de dos víctimas mortales de la dana. Javier Martínez

Ernesto Martínez, familiar de dos víctima mortales: «Hay esperanzas de encontrar a los desaparecidos, ¿por qué no?»

El tío de Elisabet Gil llama por teléfono a la Guardia Civil una vez al mes para preguntar si hay alguna novedad en la búsqueda de su sobrina

J. Martínez

Valencia

Jueves, 28 de agosto 2025, 23:21

La búsqueda de las tres personas desaparecidas por la dana dejó de ser hace tiempo una prioridad para la Guardia Civil y las Fuerzas Armadas, ... pero sigue activa diez meses después de las catastróficas inundaciones y se centra en algunas zonas delimitadas por programas informáticos de geolocalización y radares de sondeo terrestre.

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«Todavía hay esperanzas de encontrar a mi sobrina y las otras dos personas desaparecidas, ¿por que nó? Somos conscientes de que cada vez es más complicado, pero tenemos que seguir intentándolo», afirma con optimismo Ernesto Martínez. Cada cierto tiempo, una vez al mes, el vecino de Chiva llama por teléfono a la Guardia Civil para preguntar si hay alguna novedad en la búsqueda.

«Me dicen siempre lo mismo, que no hay nada nuevo, pero yo soy optimista y no pierdo la esperanza. Algún día aparacerá Eli, y se lo digo a su hijo para que tenga también confianza», explica el vecino de Chiva.

El fatídico 29 de octubre, Elisabet Gil, de 38 años de edad y vecina de Cheste, viajaba en un coche junto a su madre con destino al Hotel La Carreta, donde ambas trabajaban. Iban a bordo de un Ford Focus que conducía Elvira Martínez (61 años), que fue hallada sin vida días después en el barranco del Poyo en el término de Quart de Poblet. Elisabet murió también aquel día, pero su cuerpo no fue localizado y sigue siendo una de las tres personas desaparecidas por la dana.

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Poco antes de que el Ford Focus fuera arrastrado por la riada, la mujer grabó dos vídeos con su móvil desde el interior del coche y los envió, a través de la aplicación de WhatsApp, al director del hotel para avisarle de que no iba a poder llegar al trabajo. Las imágenes y los datos de geolocalización del teléfono de Elisabet fueron analizados por la Guardia Civil y la Unidad Militar de Emergencias (UME) para acotar el área de búsqueda.

Algunos tramos de la rambla del Poyo, entre Cheste y Ribarroja, se rastrearon dos veces por diferentes equipos de búsqueda para cerciorarse de que no había ningún sitio sin reconocer. Iván, el hijo mayor de la mujer desaparecida, participó también en el operativo de búsqueda de su madre en la zona donde se perdió su pista. El joven de 19 años lleva en su piel un tatuaje de un tigre y una rosa dedicado a su madre. Los Topos Aztecas, una organización mexicana especializada en la búsqueda de desaparecidos, organizó otro operativo en la zona para tratar de localizar a la vecina de Cheste. Y un helicóptero y drones sobrevolaron el barranco y montones de cañas en los campos aledaños.

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Buscaron a Elisabet y a las otras dos personas que siguen desaparecidas, José Javier y Francisco, con todos los medios y personal disponible. El mayor operativo de rastreo realizado en España, con un perímetro de más de 500 kilómetros cuadrados, permitió localizar a muchas víctimas con perros adiestrados y batidas diarias de cientos de guardias civiles, policías, militares y voluntarios.

«Aunque la búsqueda sigue activa, sabemos que ha decaído y podemos entender los motivos, pero nos cuesta mucho hacernos a la idea de que tu ser querido sigue bajo tierra y nadie lo encuentra», dice Ernesto con el ceño fruncido. «Ya no hay batidas ni ruedas de prensa. El tiempo pasa y quedaremos en el olvido, y por eso llamo por teléfono a la Guardia Civil con la esperanza de que haya alguna novedad», insiste el tío de Elisabet.

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Reconoce que su optimismo no es compartido por otros familiares desde que suspendieron las labores de rastreo en el barranco del Poyo, pero su perseverancia en la búsqueda del cuerpo de su sobrina mantiene vivos sus recuerdos. «He pensado muchas veces en Elvira y Eli. El coche de mi hermana se lo llevó el agua cerca del circuito de Cheste. En el vídeo que grabó mi sobrina se ve claramente la angustia que estaba pasando. Entra en pánico», señala Ernesto. Y Elvira intenta mantener la calma y se muestra «fuerte como una roca, como ella era siempre, luchando hasta el final y buscando un árbol para agarrarse», añade el familiar de las víctimas.

Las otras dos personas que todavía siguen desaparecidas son José Javier Vicent Fas (56 años) y Francisco Ruiz Martínez (64 años). José Javier se encontraba con su hija en una casa de campo en Pedralba cuando fueron sorprendidos por la riada. El nivel del agua llegó hasta muy pocos centímetros del techo. El cuerpo sin vida de la joven apareció dos días después en una playa de Sueca, a unos 70 kilómetros de distancia, y de su padre no hay rastro hasta la fecha.

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Francisco Ruiz Martínez desapareció en la zona del polígono de Montserrat cuando acompañaba a sus dos nietos de cinco y diez años. «Al parecer los subió al techo del vehículo, pero cuando llegaron los policías él ya no estaba allí. El agua debió arrastrarle cuando iba en busca de ayuda», relató el alcalde de la localidad, Sergio Vila. El vecino de Montroy estaba al cuidado de sus nietos aquel día, porque su hija y madre de los niños tenía que ir a trabajar a una peluquería en Torrent.

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