Paraje de la Pea, donde estaba proyectado el embalse. JESÚS SIGNES
Las obras que pueden salvarnos de otra dana 1: la presa de Vilamarxant

El embalse que protegería Valencia, seis décadas en el tintero

El plan sur preveía también un embalse aguas arriba del Turia para laminar posibles avenidas, pero su construcción se paró

Lunes, 14 de julio 2025, 00:36

En algún momento entre las 2 y las 4 de la madrugada del 14 de octubre de 1957, el agua del Turia comienza a anegar ... el barrio de Marxalenes. A las 4.15 horas, por el cauce viajan 2.700 metros cúbicos por segundo. Miles de personas despiertan con el agua hasta el cuello. A la tarde siguiente otra riada anega la ciudad, con niveles superiores a la nocturna, pero Valencia estaba sobreaviso. Mueren decenas de personas, 82 según el recuento oficial. La tragedia hizo que la dictadura se planteara la necesidad de desviar el cauce, sobre todo después del discurso del entonces director de LAS PROVINCIAS, Martí Domínguez Barberá, que en la exaltación de la fallera mayor de Valencia soltó la famosa frase «cuando enmudecen los hombres… ¡hablan las piedras!». Dimitió pero el desvío del cauce se empezó a estudiar. De ahí salió el plan sur, que desvió el río. Sin embargo, queda pendiente una obra: la presa de Vilamarxant.

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El embalse, situado aguas arriba del paraje de la Pea, se planteó en 1960. Aunque algunas fuentes indican que formaba parte de una de las alternativas al plan sur, el llamado plan centro que no desviaba el cauce pero quería un gran embalse en el Camp del Túria que permitiera laminar avenidas, lo cierto es que la mayoría de ingenieros de caminos, canales y puertos consultados, e intervinientes en las distintas comisiones de investigación, creen que la presa es imprescindible para dos cuestiones: laminar avenidas en el nuevo cauce, sí, pero también acumular agua.

Y es que cabe recordar que la presa que se plantea en Vilamarxant ya tenía el proyecto hecho y las expropiaciones realizadas cuando en los años 90 se pararon las obras. La cerrada estaba hasta elegida: el embalse, que tendría una capacidad similar al de Forata, iba a ir entre la Llometa dels Gats y los montes situados frente a ella, junto al Mas del Riu, ya en Benaguasil. La trayectoria de la obra coincidía aproximadamente con un camino que hay ahora entre el Mas dels Frares y el antiguo Molí de Vela, junto al río Turia. En esa zona, de hecho, se hicieron incluso expropiaciones del campo, pero el proyecto se desestimó a principios de la década de los 2000 y no ha vuelto a estar encima de la mesa. En el nuevo plan de resiliencia de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), de hecho, no hay ni rastro del proyecto de la presa de Vilamarxant.

El BOE publicó el 7 y 15 de noviembre de 1960 el decreto que autorizaba al ministro de Obras Públicas para celebrar el concurso de construcción del 'Pantano de Villamarchante' y la convocatoria de dicho concurso para la ejecución de las obras, con un presupuesto de 270.544.473,53 pesetas. De esta forma, el Gobierno de Franco cumplía la recomendación de levantar dicha infraestructura, según lo previsto en la 'Ordenación técnica de la ciudad y su comarca' para librarla del riesgo de riadas. Dicho documento señala que la ubicación prevista, y no otra, era -es- esencial para recoger las posibles avenidas de las ramblas Primera y Castellana, puesto que pueden duplicar el caudal torrencial del río.

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La gran duda es si el nuevo cauce precisa la presa. El presidente del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, Javier Machí, cree que sí. También lo cree la Federación Nacional de Comunidades de Regantes de España (Fenacore), que celebró una jornada técnica sobre la dana en Madrid tras la que se pidió al Ministerio de Transportes (Mitma) que asuma las competencia de agua para impulsar las inversiones pendientes en infraestructuras hidráulicas. Los regantes españoles continúan con su presión al Gobierno para que construya estas infraestructuras pendientes que calcula que ascienden a un total de 3.000 millones de euros. Para Fenacore retomar estas actuaciones sería «la principal lección que nos deja la dana».

Para los regantes la transferencia de competencias a Transportes «resultaría determinante para agilizar las obras hidráulicas que permitirán mitigar las consecuencias de inundaciones devastadoras como las de Valencia, pero también contribuiría a evitar catástrofes tan precipitaciones tan persistentes como las de las últimas semanas, ayudando a su vez a almacenar el agua y a distribuirla durante las cada vez más habituales sequías».

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Capacidad del Turia

Una de esas obras es la ya famosa presa de Vilamarxant. El Ayuntamiento de Valencia también se ha mostrado a favor de revisar la capacidad del nuevo cauce y, aunque el Consistorio no habla a las claras de presa de Vilamarxant, la primera edil María José Catalá sí ha dicho varias veces que hay que mirar si el cauce puede con toda el agua que llegaría a él si se juntara, a la vez, una tormenta grande en la cabecera del Turia y otra en la cuenca del Poyo, toda vez que la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) ya ha explicitado su intención de desviar al plan sur el Poyo y la Saleta. Los bomberos de la ciudad, de hecho, temieron quedarse aislados esa noche porque su puesto de mando avanzado estaba en un puente y llegaron a pensar que el río se iba a desbordar.

Así las cosas, ¿evitaría la presa una inundación? Sí. Y no. Si ocurre lo que ocurrió el 29 de octubre, con tormentas fortísimas estacionadas en el mismo sitio durante casi 24 horas, olvídense. Casi nada salvaría Valencia. El Turia se saldría. Con la presa de Vilamarxant, eso sí, habría una oportunidad. Pero el riesgo de rotura planearía sobre el embalse. Como en Tous, y casi en Forata, unas precipitaciones masivas como las de 1982 y 2024 podrían provocar una rotura de la presa. Pero si eso no pasara (y no debería), la presa sería beneficiosa para la supervivencia de la ciudad. El embalse permitiría laminar la avenida: el agua se mantendría reservada hasta que fuera necesario comenzar a aliviar de forma controlada, como pasó con Forata donde, eso sí, se produjeron crecidas en el Magro.

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Y eso que el 29 de octubre el nuevo cauce del Turia estuvo a punto de salirse. Si aguantó, en parte es por el azud del Repartiment. Consiguió laminar la inundación y evitó que Valencia quedara bajo las aguas, pero a las 4.35 horas de la madrugada del día 30 de octubre, el caudal del que registró era de 2.030,93 metros cúbicos por segundo, ligeramente menos de lo que voló por el Poyo hacia l'Horta Sud. En La Presa, en Manises, y en Vilamarxant los caudales se quedaron en 1.756 y 1.946 metros cúbicos por segundo a las 22.35 horas del día 29 y a las 2.25 horas del día 30, cuando se experimentó la crecida más importante del nuevo cauce. Por suerte, la rambla Castellana apenas aportó agua en esa noche. De haberlo hecho, podríamos estar hablando de una tragedia en Valencia.

La presa de Vilamarxant, precisamente, se plantea aguas abajo de la Castellana y de la Primera, dos ramblas peligrosas que hacen que el área del alto Turia sea la segunda con más peligrosidad de la CHJ, sólo por detrás de la del Poyo, tal como el ingeniero Teodoro Estrela puso en negro sobre blanco en el informe remitido a la jueza de la dana la pasada semana. Julio Gómez-Perretta, hijo del arquitecto del plan sur, recordó que la obra de su padre se crea con el efecto de recoger todo el agua del río Turia, pero advirtió de que para estar «completo» falta el pantano de Vilamarxant. De hecho, apostó por construir presas de cabecera entre la zona de Vilamarxant y la de Cheste y Chiva y para crear zonas de recogida de agua y «tener un margen de tiempo de reacción». Mientras, en el cauce intermedio hasta llegar a Torrent, señaló la necesidad de «detectar qué áreas podemos utilizar» para generar cuencas y «presas intermedias» para ir «diseminando el agua».

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