Urgente La jueza de la dana cita a declarar al jefe de la emergencia 15 meses después de la tragedia
Efectivos de la UME en Lorca, La Palma y Valencia. PACO ALONSO/AFP/DESIREÉ MARTÍN/EFE/CHEMA MOYA

El Ejército, ante tres catástrofes: Lorca, La Palma y Valencia

La rápida reacción de la UME en Lorca, La Palma y Utiel contrasta con lo tarde que pidió el Consell efectivos de Tierra

Jueves, 5 de diciembre 2024, 01:27

La tierra en Lorca, el fuego en La Palma y el agua en Valencia trazaron las tres catástrofes naturales más importantes en lo que llevamos ... de joven pero trágico siglo XXI en España. Cuando cientos de miles de personas se enfrentaron cara a cara con el terror elemental que provoca la naturaleza desbocada, las distintas administraciones fueron sometidas a complicados exámenes para las que, el tiempo lo ha demostrado, no estaban preparadas. Prácticamente ninguna. Desde la inacción de las primeras horas en un CECOPI paralizado en l'Eliana hasta la llamada aterrorizada del alcalde de Lorca al delegado de Gobierno de Murcia («necesito que me mandes todo lo que tengas»), pasando por un viejo cuartel reconvertido en campamento de refugiados mientras el magma y el humo cubrían el mar, las tres catástrofes naturales cuentan historias similares pero distintas, tan distintas que, en algunos puntos, parecen el guión de una película mala.

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Vayamos primero a Murcia. En Lorca, el 11 de mayo de 2011, el suelo tembló. Lo hizo con fuerza. A las 17.05 horas, el primero. 4,5 en la escala de Richter. El segundo, hora y cuarenta minutos más tarde, 5,1 y apenas un kilómetro de profundidad. Muchos lorquinos estaban ya en la calle cuando el mundo retumbó de nuevo, pero aún así hubo que lamentar nueve muertos y el 98% de los edificios de la localidad, afectados. En esa noche gélida, los vecinos de esta ciudad de 90.000 habitantes, 40.000 de ellos en el casco urbano, durmieron donde pudieron, ante casas que crujían y se estremecían (a las 23 horas hubo otro terremoto). Esa misma noche llegaron los primeros efectivos de la UME, que arribaron precisamente desde Bétera (la Comunitat y Murcia, siempre hermanadas).

Y llegaron por el entonces alcalde de Lorca, Francisco Jódar, cogió el teléfono y llamó al delegado de Gobierno en la Región de Murcia, Rafael González Tóvar. «Necesito todo lo que me puedas enviar», le dijo. «Hombre, Paco, no será para tanto», repuso González Tóvar. «Te digo yo que sí», fue la escueta respuesta. Pasada la medianoche llegaron los primeros militares. A la mañana siguiente, los primeros efectivos del Ejército de Tierra, 80 infantes, llegaron a Lorca. Lo que hizo Tóvar no es muy distinto de lo que hizo, en las horas oscuras y frías y húmedas de la tarde del 29 de octubre, el alcalde de Utiel, Ricardo Gabaldón. Cogió el teléfono y llamó a todo el mundo para pedir ayuda. A las 15.20 horas llegaron los primeros efectivos de la UME, horas después de que la Delegación de Gobierno los ofreciera e instantes después de que la entonces consellera de Interior, Salomé Pradas, los requiriera.

La magnitud de la tragedia no es igual. Sí en términos sentimentales, emocionales, pero no en términos materiales. Los casi 70 pueblos afectados tenían que gestionar sus peticiones de ayuda a través de un 112 que rozó el colapso y de un CECOPI manifiestamente inoperante, con incomprensibles (así como inexplicables e inexplicados) fundidos a negro en las peores horas. En Murcia, aunque nunca se declaró el famoso nivel 3 de emergencias, que habría derivado el control al Gobierno, dado que sólo había un pueblo afectado la gestión fue mucho más rápida. En Valencia, el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, reclamó 500 militares el día 31 y otros 5.000, el día 2.

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En la mañana siguiente del terremoto, el Gobierno que entonces dirigía José Luis Rodríguez Zapatero puso en marcha un comité de crisis en el que el presidente del Gobierno capitaneaba un equipo multiministerial. Pedro Sánchez presidió la reunión constitutiva de la Comisión Interministerial para el desarrollo de medidas urgentes para el territorio afectado por la DANA, en la que están presentes decenas de ministerios, el 6 de noviembre, ocho días después de la barrancada.

En La Palma ocurrió algo similar, con tiempos ligeramente más largos debido a la distancia que separa la isla de la Península. En el paraje de Cumbre Vieja se abrieron dos enormes fisuras de 200 metros de largo, con hasta ocho bocas que comenzaron a lanzar al aire toneladas de material incandescente. Tres lenguas de lava corrieron hacia el mar. Las primeras estimaciones hablaban de unas 10.000 personas afectadas. Según el informe sobre las actuaciones y medidas emprendidas tras la erupción del volcán de Cumbre Vieja (La Palma), de marzo de 2022, elaborado por una comisión mixta entre el Cabildo y el Gobierno, Sánchez viajó a la isla el mismo día en que comenzó la erupción. En los primeros días fueron evacuadas cerca de 5.000 personas. Conforme avanzaban las coladas, el número se fue incrementando hasta sobrepasar las 7.000.

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Las autoridades canarias identifcaron, en un primer momento, a aquellos vecinos que no podían recurrir a una alternativa habitacional en la isla. En paralelo, el Ejército de Tierra puso a disposición de la población las 907 plazas del Acuartelamiento «El Fuerte» para, en colaboración con Cruz Roja, acoger a cerca de 200 vecinos evacuados, incluyendo a 46 personas dependientes, y priorizando a las personas con movilidad reducida. Eso ocurrió al día siguiente. Estas instalaciones sirvieron, además, para albergar al dispositivo sanitario y de atención psicológica de Cruz Roja, así como a los efectivos de la Unidad Militar de Emergencias y del resto de las Fuerzas Armadas que paulatinamente se trasladaron a la isla. Empezaron a llegar esa misma noche. Efectivos de la UME lo hicieron a la 1 de la madrugada hora canaria.

En total, las Fuerzas Armadas desplegaron 260 efectivos (189 de la Unidad Militar de Emergencias y 71 del Ejército de Tierra) y 78 medios, así como 171 agentes de la Guardia Civil y 100 de Policía Nacional. Según el propio Ministerio de Defensa, efectivos del Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire se pusieron en marcha desde el primer día ayudando en la evacuación de zonas afectadas, retirando cenizas de los tejados para evitar derrumbamientos o en colaboración con la Agencia Estatal de Meteorología para el seguimiento de las erupciones.

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