Las dificultades de vigilar incendios en plena ola de calor
Los profesionales de la prevención contra posibles conatos se enfrentan a inconvenientes como la calima para proteger la Comunitat en épocas de riesgo extremo
La Comunitat ha sido víctima de más de 1.600 incendios forestales declarados en lo que llevamos de año. Hasta el 13 de agosto, todos ... ellos se habían atajado antes de que se descontrolaran. Si embargo, el de Teresa de Cofrentes de aquel día rompió una racha que habla muy bien de los profesionales de la prevención que trabajan en territorio valenciano. El de Teresa de Cofrentes ha quemado más de 500 hectáreas y se ha convertido, por tanto, en el primer gran incendio del curso. Desde la alarma sucedida en el valle de Ayora, una decena de incendios se han conseguido controlar antes de generar un nuevo desastre. Y en ese sentido, un papel fundamental lo tienen los observatorios forestales. Casetas o torres a gran altura que permiten ver a mucha distancia la presencia de humo o llamas en zona forestal. En plena ola de calor en la Comunitat, su trabajo no cambia y los procedimientos son prácticamente idénticos, aunque las dificultades se acentúan.
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LAS PROVINCIAS acude al observatorio forestal ubicado en Llombai, aquel con la vista más privilegiada para vigilar el espacio natural más preciado de la provincia de Valencia, el Parque Natural de la Albufera. Sin embargo, en plena ola de calor la calima apenas permite vislumbrar la laguna, mientras que la Devesa de El Saler apenas se aprecia. «Es la mayor dificultad con la que tenemos que trabajar en épocas con mucho calor», explica María, observadora.
En épocas con mayor riesgo de incendios forestales, la transmisión de información entre las distintas entidades expertas es fundamental. «Por un lado estamos los vigilantes, que nos dedicamos a observar. Por otro, están las unidades móviles que patrullan nuestra área de vigilancia. En épocas como esta, donde por ejemplo las tormentas secas provocan muchos incendios, nos pasan los partes de las zonas donde han caído los rayos y en función de dicha información ponemos más atención a dichas zonas», explica María.
Sin embargo, uno se asoma desde el observatorio forestal, y la calima impide ver gran parte del horizonte. Si vieran con sus propios ojos la poca visibilidad que ofrece la calima, podrían hacer saltar todas las alarmas. Pese a ello, los profesionales de la prevención están muy preparados ante cualquier circunstancia. «Obviamente con la calima va ser más complicado distinguir si se origina un fuego, pero se ve. Además, la experiencia también hace mucho», indican. De hecho, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), a la calima esta semana se han sumado el humo de los incendios del oeste de España, cuyo humo ha favorecido a que el aire en la Comunitat se enturbie. Este humo ha sido arrastrado por las rachas de viento que han dominado la península durante el fin de semana, según la agencia climatológica.
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Antonio, coordinador forestal, explica que si debido a la calima el observador puede llegar a dudar acerca de un posible fuego, se comunica con las unidades móviles en la zona y son ellas las encargadas de acudir al punto para certificar si existe alguna emergencia. Para ello, los profesionales explican que desde la panorámica que ofrece el observatorio forestal, los vigilantes tienen preparados puntos de referencia que les ayudan a situar en el mapa los posibles conatos. «Pese a la calima se puede ver que en esa dirección (mientras señala) hay una fábrica. Ese es un buen punto de referencia para luego, con el mapa que disponemos en nuestros dispositivos, saber ubicar los posibles peligros», desvela María.
En cuanto a la vigilancia de la Devesa, el coordinador forestal trata de poner tranquilidad. «El bosque de la Albufera es probablemente uno de los puntos más seguros de terreno forestal. El riesgo cero no existe, eso hay que tenerlo en cuenta siempre. Pero la Devesa cuenta con los cañones de agua que humedecen el bosque, tienen un parque de bomberos instalado en el propio terreno, tienen vigilantes del parque natural que también patrullan la zona», enumera Antonio.
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Imaginen si la vigilancia de la Albufera se ha profesionalizado, que hace unos años los ojos que estaban atentos a la Devesa se situaban con una silla y una sombrilla en la azotea de un edificio alto de El Perellonet. «Imagina cómo trabajaban los compañeros en las épocas con mayor riesgo de incendios. Faltaba cobertura, se pasaba un calor terrible, y se acabó viendo que no era eficiente», explica Antonio. Afortunadamente, todo se ha profesionalizado más en la actualidad, y los ojos que vigilan entornos naturales y las autoridades son mucho más conscientes de lo que la provincia se juega en épocas de ola de calor.
De hecho, en plena semana con riesgo extremo de incendios, la Generalitat decidió este sábado cerrar los accesos a senderos de los parques naturales de la Comunitat hasta el final de este lunes, pues la actividad humana puede ser otro factor de riesgo para que se produzcan conatos.
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«Mucha gente piensa que el trabajo del vigilante es sólo mirar y ya está, pero hay mucho trabajo detrás. Los profesionales se pasan los días cogiendo puntos de referencia, elaborando informes de situación, triangulando posiciones con las unidades móviles. Todo para que, en día de calima por la ola de calor, el espacio esté bien memorizado», explica Antonio. Según explican tanto María como Antonio, en épocas de ola de calor con alerta extrema por incendios existe otro factor clave que ayuda a atajar los fuegos con velocidad. El ciudadano. «A la gente se le comunica que estamos en riesgo de incendios y muchos quedan alerta. Por eso, en muchas ocasiones los avisos nos pueden llegar directamente del 112 porque la gente llama avisando de el avistamiento de humo en zona forestal. Nosotros recibimos esos avisos y sabemos donde mirar para confirmar si se trata de un posible conato», explica María.
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«En los últimos años se ha reconducido muy bien el comportamiento humano a la hora de respetar las alarmasde incendios. Después, por zonas, la gente lo puede llegar a tener más presente. El que vive estas olas de calor y épocas de mayor riesgo en el interior de la provincia, por lo general, suele ser más responsables con sus actos», comentan. «Sin embargo, hay una cosa que debemos tener clara. Las zonas donde hay más presencia humana acaban siendo las más conflictivas. Por accidentes, negligencias, o incluso pirómanos, son las zonas donde más fuegos se pueden originar», añaden. Otra de las dificultades de los observadores son sus zonas de sombra.
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Estos espacios son la cara contraria de las montañas de su área de vigilancia y que no pueden ver desde su puesto. Para tener cubierto todo el territorio, los observatorios forestales se vigilan mutuamente sus zonas de sombra. «Es como que lo que yo no puedo ver me lo vigila el compañero y lo que él no ve de su zona lo vigilo yo», cuentan. Por ello, en zonas más montañosas los observatorios forestales se encuentran más cerca unos de otros, mientras que cerca del litoral hay más distancia. De hecho, el de Teresa de Cofrentes, por ejemplo, fue un incendio originado en una zona muy escarpada y de difícil visibilidad.
El primer paso para atajar un incendio es la inmediatez en detectarlo, y en ello los valencianos deben agradecer la labor de los equipos de prevención. «A primeros de semana tuvimos una alerta en Siete Aguas por la caída de un rayo. El compañero del observatorio que lo vio, nada más cayó el rayo sabía que había generado llama y eso ayudó a que se atajara con velocidad», explica Antonio. Por ello, una vez más los vigilantes reclaman más recursos e inciden en la importancia de la prevención. «A nivel mediático vende mucho que haya un incendio y enseguida todos los ojos estén puestos en la extinción. Sin embargo, nuestra labor es esencial para no tener que llegar a ello. Ojalá destinen más recursos a la prevención para no tener que lamentar la sucesión de grandes incendios», destacan. Que los montes valencianos no ardan es en parte gracias a la labor de los servicios de prevención.
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