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Antonio Gali Balaguer en 2009. La Voz de Galicia/Santi M. Amil

El asesino en serie valenciano que ha puesto en vilo a una aldea gallega

Antonio Gali, de 74 años, cumplió 40 años de cárcel por matar a tres personas, entre ellas a una niña de once años, vive ahora en A Bola (Orense): «No soy peligroso, mire mis muletas, ahora sólo quiero morir tranquilo»

Manuel García

Valencia

Martes, 14 de octubre 2025, 15:44

La vida de una pequeña aldea gallega, A Bola, se ha visto alterada en los últimos meses por la presencia de un hombre. Tiene 74 ... años, de hecho cumplirá los 75 el próximo 26 de diciembre, nació en la ciudad de Valencia, y tiene dificultad para caminar, por lo que necesita unas muletas. No sale mucho de su casa y apenas mantiene conversaciones con sus vecinos.

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¿Y qué ha hecho que este hombre, casi indefenso y aparentemente inofensivo, haya generado este revuelo que ha saltado en las últimas semanas a las noticias de toda España? Pues que se trata de un asesino en serie, juzgado y condenado por tres asesinatos y que ha pasado más de la mitad de su vida en la cárcel.

Ahora, ya en libertad tras haber cumplido su condena, se ha instalado en esta pequeña aldea gallega, donde pudo pasar desapercibido unos meses después de que intentara que su terrible vida anterior no saliera a la luz.

Intentar hablar con él es casi misión imposible. Muchos medios de comunicación lo han intentado y apenas han logrado sacar algunas palabras de su boca. Reporteros del programa de Ana Rosa consiguieron mantener una pequeña conversación: «Con la prensa no hablo porque me hicieron mucho daño. Ahora lo que quiero es vivir tranquilo. Mi pasado lo han sabido ustedes, por la prensa«, comenta desde la ventana sin muchas ganas de hablar pese a la insistencia del reportero de este programa.

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«Ahora sólo quiero morir tranquilo», comenta desde su ventana. Cuando le pregunta si se considera una persona peligrosa tras conocer su sangriento currículum, este expresidiario responde al reportero mostrando a sus amigas inseparables: «Mire las muletas», dando a entender que sería incapaz ahora de hacer daño a nadie. Pero sí lo ha hecho, y mucho, a lo largo, de su vida.

Antonio Gali Balaguer, como se llama el protagonista de esta historia, es mucho más que un anciano normal y corriente. Tras de él hay una historia que comienza precisamente en la capital del Turia un día después de la Navidad de 1950, cuando llegó a este mundo.

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De sus primeros años apenas se sabe nada. Su primer rastro, y por causas nada buenas, se localizan en otra comunidad autónoma, en Aragón. En los años 80 comenzó una trayectoria delictiva que le ha hecho pasar más de la mitad de su vida en la cárcel.

Desde el pasado año 2006 estuvo ingresado en la cárcel de A Lama por asesinar a una prostituta en Orense. Casi veinte años después, en este 2025, ha salido a la calle.

En esta sentencia, a la que ha tenido acceso LAS PROVINCIAS, además de los 19 años de prisión, se le condenaba también, por parte de la Audiencia Provincial de Orense, a pagar 100.000 euros en concepto de indemnización a cada uno de los dos hijos de la víctima, la tercera de su vida criminal, y la que le incluyó en la lista negra de los asesinos en serie.

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En primera instancia fue condenado por un tribunal popular, y, posteriormente, la Audiencia Provincial incidió en el sentido de la misma. La defensa del acusado, en sus conclusiones definitivas, estimó que los hechos no eran constitutivos de delito de asesinado ni de homicidio, interesando su libre absolución; subsidiariamente y para el caso de que se considerase que los hechos constituyen un delito, el acusado sería autor de un delito de homicidio imprudente previsto en el artículo 142.1 del Código Penal.

El nombre del asesino en el buzón de su vivienda. LP

Último crimen

Este crimen tuvo lugar el 21 de noviembre de 2005, sobre las 2 horas de la madrugada, el acusado recogió en su vehículo en la zona de la Alameda de Orense a una mujer que se encontraba ejerciendo la prostitución, y tras haber solicitado sus servicios sexuales, la condujo a una carretera cercana a la localidad de Listando, en el municipio de Maside.

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Una vez en dicho lugar, el acusado, con ánimo de acabar con su vida, la agarró con fuerza con ambas manos por el cuello hasta ocasionarle la muerte por asfixia. Antonio, señala la sentencia, condujo a propósito a esta mujer a un paraje solitario y deshabitado, con la intención de darle muerte, para que no pudiese recibir ningún tipo de auxilio y sin que tuviese posibilidad de defenderse. La fallecida tenía dos hijos mayores de edad que convivían con la misma.

El jurado justificó su resolución en varios aspectos: la propia declaración del acusado, los informes facilitados por psicólogos (persona sádica, fría, calculadora, desconfiado,....), forenses (que destacaron que utilizó ambas manos para estrangularla).

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El acusado «no mostró arrepentimiento, no pidió perdón, no se preocupó por el estado de la mujer, ni esa madrugada ni al día siguiente, que volvió a pasar por el lugar de los hechos. Se enteró de lo sucedido por la prensa. No llamó a los servicios de urgencia para que le prestaran auxilio ni comunicó los hechos a la justicia».

El jurado consideró también que Antonio «conocía la zona por haber vivido allí anteriormente. Opinamos que la condujo conscientemente a un paraje solitario para asesinarla. Sabía que en aquella zona a esas horas de la madrugada era poco o nada probable que la víctima recibiera auxilio o que le vieran cometer el delito».

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El jurado concluyó que la muerte de la mujer «se produjo dolosamente, esto es, con intención de matar, y si lo hizo de manera alevosa, esto es, empleando en la ejecución del delito medios o modos dirigidos a asegurarla, neutralizando la capacidad de defensa de la víctima y soslayando todo posible riesgo propio». Tampoco estimó probada la concurrencia de la eximente incompleta o de la atenuante de alcoholismo alegada por la defensa del acusado.

Crímenes en Aragón

Pero éste no fue, ni mucho menos, su primer acto delictivo. Antes había acabado con la vida de una niña de 11 años, amiga de una de sus hijas, a la que agredió sexualmente en Zaragoza para después asfixiarla en una bañera. En su terrible currículum también figura otro crimen, su primer asesinato, el de un pastor que era marido de una mujer con la que Gali mantuvo una relación sentimental. Tráfico de drogas, robos y violaciones a menores acaban de completar un pasado que la puesta en libertad de este convicto ha desempolvado, desatando la tensión en su nuevo hogar.

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Antonio, recordaba la sentencia de la Audiencia gallega, ya tenía antecedentes penales computables a efectos de reincidencia, al haber sido condenado en Sentencia dictada el 3 de junio de 1985 por la Audiencia Provincial de Zaragoza a una pena de 64 años de reclusión mayor por dos delitos de asesinato y abusos deshonestos, extinguiéndose la condena el 24 de abril de 2014.

El pasado mes de febrero de 2025 cumplió su condena y decidió instalarse en este municipio. Con discreción pero sin asustarse, ya que incluso puso su nombre completo escrito con un bolígrafo en el buzón de su humilde casa.

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Los vecinos, ajenos en una primera instancia a todo, se ofrecieron a ayudarle al ver que se trataba de un hombre mayor y con dificultades para caminar. Incluso, y ante la ola de calor que azotó a toda España, Galicia incluida, se unieron para que Antonio tuviera una nevera. Se acercaron hasta el Ayuntamiento de este pequeño municipio y contaron el caso a la alcaldesa.

Poco después, e investigando sobre el paradero de su nuevo vecino, ya que en esta población todos se conocen, salió a la luz el terrible currículum de Antonio. El secreto se mantuvo unos meses hasta que los medios de comunicación se hicieron eco de ello y la alcaldesa del municipio, la popular Teresa Barge, puso el grito en el cielo y expuso el caso ante medios de toda España. Por el momento, no ha habido ningún incidente con él, pero la intranquilidad, según algunos vecinos, se ha instalado en esta pequeña población, cuyos pocos vecinos, apenas un centenar, saben que conviven con un asesino en serie aunque ahora parezca un anciano inofensivo.

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A partir de aquí, el debate sigue abierto sobre si es posible que Antonio pueda reinsertarse y vivir de manera normal el resto de su vida o si siempre sigue abierto el riesgo de que reincida.

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