Un amasijo de desolación y chatarra junto a la A-3
Un centenar de piezas permanecen hoy sin recoger en el barranco del Poyo y algunos afectados temen tener que devolver las ayudas si no localizan su vehículo
Alrededor de 130.000 vehículos fueron arrasados por el agua aquel aciago 29 de octubre de 2024. Durante semanas, la mayoría de ellos fueron remolcados por maquinaria especializada desde las calles de los municipios afectados a solares que se utilizaron como centros de tratamiento intermedio. Un lugar donde alejar los coches de los centros urbanos y gestionar su envío a desguaces especializados en el tratamiento de sus materiales.
Sin embargo, junto a la A-3 y dentro de los términos municipales de Riba-roja y Quart de Poblet, centenares de estos vehículos siguen abandonados un año después. Un amasijo de chatarra que sólo puede evocar a la fuerza que tuvo el agua aquel día. Un recuerdo desolador que trae consigo la pena que se siente al volver a rememorar la tragedia. Aplastados como latas de refresco, muchos coches siguen allí sin que ninguna administración se haga cargo de su recogida.
Cuando uno pasea por la zona, el único ruido que escucha es el de los vehículos que circulan por la A-3. Lo demás es silencio. Un silencio que aquel día rompió por completo la fuerza del agua, la cual bajaba con violencia por el barranco del Poyo en dirección a l'Horta Sud. Por medio, vehículos del polígono de La Reva, de la propia A-3, e incluso de lugares ubicados aguas arriba y que sólo Dios sabe de donde llegaron. De aquellas piezas de dura carrocería y diversos materiales sólo quedan los restos. Ya no quedan el morro o la parte trasera. Ya no están las puertas. Y mucho menos los neumáticos. Tan sólo hierros, pastillas de freno y cables sueltos.
Al avanzar por el terreno se ven piezas sueltas. La tapa de un altavoz, la caja de un freno de mano o la puertecilla de una guantera. Entre medio de tanta destrucción, un coche de la marca 'BYD' completamente destrozado conserva intacta la pantalla de mandos frente al piloto. La marca puede estar orgullosa de la resistencia de su pieza. El resto del coche está hecho un ovillo, sólo que no de lana. La barrancada jugó con el hierro de los vehículos como si de un material delicado se tratara. El nivel de destrucción es indescriptible. Sólo aquellos que han visto con sus ojos el estado de la provincia tras aquella fatídica tarde son capaces de entender el grado de dureza del tsunami continental.
Un año después, nadie se hace cargo de la limpieza de estos coches. Mientras tanto crecen a su alrededor las cañas que la barrancada también arrastró, y aumentan las colonias de conejos. La conselleria de Medio Ambiente denunció a la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) por culpa de estos coches. La Generalitat alega que la CHJ desenterró del Poyo estos vehículos y los ha abandonado a su suerte. La CHJ, en cambio, alega que estos vehículos no estaban en el Poyo y que todos los coches que ellos han sacado durante las labores de reconstrucción en el barranco se han trasladado como marca la Ley a los puntos de desguace autorizados.
El decreto Ley que lanzó el Gobierno de España para la limpieza de vehículos que publicó tras la dana es claro. Es responsable de los residuos la administración propietaria de los terrenos en el que se encuentren los restos. Por eso la Generalitat espera que la CHJ se haga cargo. Sin embargo, la CHJ insiste que esos vehículos están ubicados en unos terrenos privados que forman parte de los términos municipales de Quart de Poblet y Riba-roja del Túria. Mientras tanto, ahí siguen los restos. Unos restos que mantienen abierta la herida que generó el agua y su capacidad de destrucción aquella tarde.
A la vez que unos vehículos no parecen tener dueño, otros dueños siguen sin localizar su coche. La Generalitat sacó unas ayudas de 5.000 euros para reponer el vehículo tras la tragedia. Muchos la recibieron al instante, aunque había una condición. Durante el primer año que se recibe la ayuda, los afectados deberán presentar la baja definitiva en la Dirección General de Tráfico (DGT) de su coche perdido. Y aquí está el problema. Para dar de baja definitiva un coche de la dana, la DGT solicita que el desguace encargado de eliminar el vehículo lo pueda expedir. Un documento que algunos afectados no poseen porque para peritar el vehículo y enviarlo al desguace primero debían encontrarlo.
En la actualidad, el Gobierno de España asegura que son 1.371 vehículos los que todavía no se han encontrado un año después. Con lo cual, habría más de 1.000 propietarios que tal vez hayan sido beneficiarios de la ayuda y que tendrán que devolver el año que viene si no aparece su coche. Aunque eso sí, un año después es poco probable que el vehículo aparezca. Ante esta situación, existen tres situaciones que ha generado el tema de los coches. La primera de ellas, y la más sencilla, es para aquellos que pudieron encontrar el coche. La pieza se peritó, se declaró el siniestro, y ahora han podido comprar uno nuevo con las ayudas de Generalitat y Gobierno.
Existe un segundo grupo de afectados, los cuales tenían localizado el coche pero esté acabó desapareciendo. Es el caso de la siguiente afectada: «El coche lo tenía mi marido en Catarroja detrás de casa. Tras el desastre, lo movilizaron a una campa a apenas una calle de distancia. Sabemos también que de esa campa se pasó a otra de Albal. En aquel momento quisimos dar la baja definitiva porque hasta entonces teníamos la temporal. Sin embargo, cuando pedimos información del desguace al que enviaron nuestro coche, nunca más obtuvimos respuesta».
En este caso, el vehículo estaba peritado y sólo le faltaba el trámite de la baja definitiva. A este respecto, la Generalitat reclamará la ayuda de vuelta a aquellos que antes del 31 de diciembre no hayan expedido de manera oficial su baja definitiva. En el caso de la afectada, tan sólo faltaría el documento de un desguace que jamás ha dado respuesta. Ante esta situación, la DGT anunció esta semana a aquellos que se encuentren en este punto que procederá a dar de baja definitiva a partir del 27 de noviembre todos los vehículos peritados por el Consorcio. «Lo cierto es que todo este tiempo hemos pasado miedo ante la posibilidad de perder las ayudas, pero con este mensaje estamos más tranquilos», aseguraba la afectada.
Es un caso parecido al de Joaqui, aunque con matices. «En mi caso no encontramos el coche hasta pasadas varias semanas. Un día mi marido buscando en las campas improvisadas al fin lo encontró y le hizo las fotos. Gracias a esas fotos pudieron peritarlo. Sin embargo, al acabar en un desguace nunca llegamos a poder dar la baja definitiva», indica Joaqui. De esta manera, la vecina de Catarroja será otra de las beneficiarias a la que darán de baja en la DGT de manera forzada por el caos en los desguaces.
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Sin embargo, es condición indispensable que los vehículos se hayan peritado previamente para proceder a dicha baja definitiva masiva por parte de la DGT. Algo que otros muchos afectados no han conseguido, pues nunca volvieron a ver su vehículo tras la barrancada del 29-O.
Es el casode los padres de Neus, los cuales perdieron un coche cada uno. «El vehículo de mi padre estaba en el garaje. La UME lo sacó y fue trasladado a una campa. Ahí fue cuando le perdimos la pista. El de mi madre se lo llevó la riada y nunca lo volvimos a ver. Ahora se acerca el fin de año y no sabemos que hacer», comenta Neus. Y es que, estos son dos casos donde no se pudo peritar el vehículo. Sin peritaje, no hay baja defintiva. Y sin baja, no hay ayudas. De hecho, no sólo ayudas, si no también posible cobror de intereses por haber tenido que devolverla, tal y como pone en las condiciones de la ayuda cuando entras a ver el procedimiento del trámite.
Así, el amasijo de hierros y chatarra que descansa junto a la A-3 en Riba-roja sirve de recordatorio constante de toda la destrucción, dificultades y desolación que trajo consigo la barrancada del día 29-O. Un año después, muchos vehículos siguen sin recoger en zonas de campo aparentemente abandonadas. Mientras, algunos de sus dueños desesperan por encontrar su vehículo para no tener que devolver las ayudas antes de que acabe el año.
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