Ahogados por la cuarta ola de calor
Los termómetros no dejan de subir y los trabajadores se enfrentan a ellas como pueden
Paula Hernández, Ángela Amador, María Asad
Miércoles, 23 de agosto 2023, 00:47
Una nueva ola de calor sofoca a los valencianos. Cada vez se hace más difícil encontrar un remedio para sobrellevar las altas temperaturas. Ventiladores, agua ... y sombreros ya no son suficientes. Pero la tarea se complica aún más cuando se debe cumplir con una jornada laboral que obliga a estar en constante movimiento y contacto con la calle. La Comunitat alcanza en esta nueva ola una máxima de 38 grados en municipios como Carcaixent, Llíria o Xàtiva, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Le siguiron las localidades de Jalance y Elche con unas temperaturas de alrededor de 37 grados.
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John Alexander Castro, más conocido como «el gorila de la plaza del Ayuntamiento», ha tenido que soportar hasta 47º en el interior del disfraz. Todos los días se enfunda en un enorme y pesado traje hasta que ya no puede soportar el calor. Sus descansos dependen de lo que pueda aguantar dentro del disfraz. «Cuando veo que no puedo más me toca salirme», dice. El ventilador que tiene dentro para mantener inflado al gorila no es suficiente. John cuenta cómo al comienzo de la jornada «hace más calor fuera del traje porque dentro el ventilador remueve el aire que aún está fresco». Pero, a medida que avanza el día, «ese aire se vuelve caliente y me ahoga, por eso tengo que salir». John asegura no haber pasado nunca antes un calor tan intenso.
Noelia y Mercedes son dos trabajadoras que se encargan del mantenimiento del arbolado de las calles de Torrent. Ellas cortan las ramas y rebrotes para que no dificulten el tráfico y el paso a la ciudadanía. En los días de más calor, gracias a los sindicatos, les han cambiado el horario para que no se empleen tantas horas al sol. Esto les facilita que puedan entrar y salir media hora antes. «Buscamos sombra cada cierto tiempo, y nuestros superiores nos proporcionan botellas de agua, si no se hace insoportable trabajar», aseguran las empleadas.
A las de ocho de la mañana comienza Rafael su jornada laboral hasta las seis de la tarde. Es albañil y dedica su esfuerzo a colocar techos y paredes. Trabaja en una planta baja y la temperatura allí se encuentra siempre seis o siete grados por encima de la de la calle. Junto a su compañero busca cada día que ni él ni si compañero sufran un golpe de calor. «A nuestra edad sabemos que un sobresfuerzo bajo el sol nos puede causar daños más graves», cuenta el trabajador.
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Desde el puesto número 6 de la plaza del Ayuntamiento de Valencia cuida Manu de sus flores. Preocupado, expresa que lo pasa «fatal» cuando por el calor tan intenso se ve obligado a deshacerse de sus flores de «género perecedero» que no soportan la temperatura. «Intento mantenerlas lo mejor posible», dice: «Pongo sombrillas, meto las flores más delicadas dentro con el aire acondicionado y las que resisten un poco más las dejo fuera». Aun así, los días que hay ola de calor o temperaturas demasiado altas no le queda otra que cerrar para perder las mínimas flores.
Cerca del mar
A 23 kilómetros de distancia, en las playas de la Malvarrosa y el Cabanyal, la situación es muy distinta. Esther Naranjo, trabajadora de la escuela Alfa Náutica, asegura que para aquellos que desarrollan una rutina prolongada en la playa, las altas temperaturas no son obstáculo. «Es nuestro hábitat. Los que trabajamos en el mar normalmente lo hacemos porque tenemos pasión por la playa y por el verano», asegura. Esther afirma que una vez en el mar, ya sea en paseos de embarcaciones o en clase, es muy difícil protegerse: «Estás expuesto. Si acaso sacamos el toldo en los veleros o nos duchamos en la Marina cuando hay altas temperaturas».
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Jorge Pascual, entrenador del Club de Voley Playa de la Malvarrosa, asegura que los monitores pueden llegar a pasar de cinco a seis horas diarias al sol. Sin embargo, no es algo que parezca incomodar a Jorge: «Es duro, pero el volley playa se practica aquí. Si te gusta, te compensa». Además de impartir clases de volley o de yoga, organizan torneos todos los meses en los que, de 7 a 22 horas, están al aire libre. Los torneos, agrega, son la actividad más peligrosa en cuanto al sol, por la cantidad de horas que pasan, tanto alumnos como monitores, expuestos: «Intentamos acomodar las pistas con carpas que den sombra, regamos la arena, mandamos correos informativos sobre el calor y establecemos cada media hora de juego una ducha.
En el caso del personal de la Cruz Roja, la coordinadora provincial Ana Gómez asegura que, desde Prevención de Riesgos Laborales, envían a sus trabajadores medidas preventivas. Además, en muchas de las postas y ambulancias tienen aire acondicionado y hay zonas de sombra en todos los puntos con presencia de Cruz Roja. La coordinadora añade que se les entregan pautas de autoprotección y material como gorras, hidratación adicional o protección solar. Los socorristas acuáticos, que son los más expuestos al sol, realizan turnos de rotación en silla cada hora y, los días de alerta roja, sus entrenamientos diarios son suprimidos.
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