El exdirector de Terra Mítica aduce que era el último eslabón de control
Argumenta que firmaba «montañas» de cheques y que todos contaban ya con el visto bueno del responsable financiero del parque temático
EFE
Jueves, 16 de abril 2015, 01:43
El ex director general de Terra Mítica Miguel Navarro, uno de los 34 procesados por el supuesto fraude mediante facturas falsas en la construcción del parque temático, defendió ayer que era «el último eslabón de la cadena» y que firmaba cheques ya aprobados por la dirección financiera. En su declaración en la quinta sesión del juicio por estos hechos que se celebra en la Ciudad de la Justicia de Valencia, Navarro afirmó que firmaba «montañas» de cheques e insistió en que cuando lo hacía ya les había dado el visto bueno y estaban rubricados por el director financiero.
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El exdirectivo de este parque de atracciones ubicado en Benidorm sostuvo, además, que no conocía a los contratistas de los trabajos ni recomendaba «a nadie». Según dijo, en el organigrama del parque él era un «ente unipersonal» frente al departamento de contratación, que contaba con una treintena de personas. Tras «todos estos años» y su procesamiento, trasladó a la sala que sigue sin saber qué es lo que hizo «mal».
Navarro indicó que no tuvo constancia de que ninguna empresa facturase al parque de forma simulada y, al igual que hizo un día antes el expresidente Luis Esteban, atribuyó la responsabilidad de control a sus subordinados Miguel Izquierdo, Antonio Rincón y Justo Valverde.
Reconoció que desconoce el motivo por el que Vicente Conesa (padre), uno de los proveedores e imputados en la causa, firmó alguna de las actas de recepción de trabajos. Según explicó, en todos los casos debían firmar quienes ostentaban la dirección facultativa de las obras (Global-Idom o Vobis) y reconoció no tener «ni idea» de por qué no sucedió así.
La fiscal preguntó a Navarro si pidió explicaciones a Conesa por haberse arrogado la dirección facultativa de unas obras, a lo que respondió que él no tuvo «ningún tipo de relación» con aquél y que no le conocía, si bien cree recordar que «estuvo en una UTE, colaborando en la redacción de proyectos con Global» y que obtuvo el contrato de mantenimiento del parque.
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Sobre la existencia de contratos de obra que supuestamente no pasaron por la comisión ejecutiva, expuso que no recuerda ninguno y añadió que él, como director general, no firmó ninguna certificación de obra. Según declaró, en las actas de la sociedad consta que un año antes de su incorporación, en 1998, «ya se habla de modificaciones del proyecto que supondrían unos 4.500 millones de pesetas».
Asimismo, detalló que el parque se proyectó por el sistema de 'fast track', para que se fuesen acometiendo fases antes de disponer del proyecto ejecutivo total, por lo que «evidentemente el coste total no se sabe hasta que se dispone del último proyecto entregado».
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«Lo que se quería era tener el parque en verano de 2000», manifestó Navarro, quien detalló que a principios de ese año la dirección se dio cuenta de que «había un retraso enorme», lo cual podría ocasionar pérdidas porque «estaba toda la estructura contratada, más de 2.000 personas preparándose para la apertura». La fiscal le mostró dos contratos de ajardinamiento y riego que suponían el desembolso mensual respectivo de 16 y 21 millones de pesetas y le preguntó si no le llamó la atención la existencia de estas dos facturas, una emitida por una UTE (Terraverd) y la otra por una firma de Conesa, a lo que el ex director general respondió: «Dos veces al mes me pasaban una montaña de más de 500 o 600 cheques para firmar, de todo tipo de facturas».
«Firmé más de 1.900 contratos laborales y no conozco a las personas que fueron contratadas. Solo en referencias de productos de 'merchandising' había más de 1.800», relató Navarro. Al igual que explicó Esteban, Navarro atribuyó la responsabilidad del control económico y financiero y de la supervisión de los trabajos realizados a Miguel Izquierdo, como responsable de esa área.
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A preguntas del abogado del Estado, Navarro dijo que no conoce a ninguna de las empresas que supuestamente facturaron a Terra Mítica por trabajos no realizados, entre ellas C3 Ingenieros de Vicente Conesa, que llegó a facturar hasta 293,5 millones de pesetas. «Es completamente imposible que conozca la relación de facturas, no tuve ninguna relación con proveedores y contratistas», aseguró Navarro, quien agregó que en los últimos meses antes de su apertura Terra Mítica pudo realizar inversiones por valor de unos 35.000 millones de pesetas.
«Si hubiese conocido alguna irregularidad la hubiese denunciado, pero ni por consejeros ni por empleados o directivos me llegó. No lo hubiese consentido», remachó. La mujer de Vicente Conesa, Matilde Ripoll, también imputada en la causa, declaró desconocer los detalles de la actividad empresarial de su marido, con la que no tiene nada que ver, y que firmó con total confianza todo lo que le pidió éste.
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