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Layhoon, en una reunión con Joan Ribó y las concejalas SAndra Gómez y Lucía Beamud. IVÁN ARLANDIS

Una guerra que no tiene fin

Conflicto. El centenario del viejo Mestalla va estrechamente ligado a los vaivenes que ha vivido el nuevo estadio, con un enfrentamiento abierto entre club e instituciones

Domingo, 5 de marzo 2023, 00:05

La jugosa ATE; el cemento de Cortes Valencianas que se pudre a la intemperie; los intentos de prórroga para que la ATE no muera aunque ... acabe enterrando a todos; las contestaciones a esas intenciones de estirar el chicle; las advertencias y primeras andanadas políticas hacia la credibilidad de Singapur; la casi 'chulería' de que haremos el estadio con o sin ATE (cuando todavía CVC ni tan siquiera tenía en sus planes lo de aterrizar en España); las reuniones en despachos institucionales en los que se invitan a unos políticos y a otros no (no vaya a ser que nos estropeen la foto); las garantías que no se consideran oficialmente como tales garantías; las resoluciones de consellerias y concejalías revolcando al club; los recursos ante esas resoluciones; las demandas en el juzgado por la vía contencioso-administrativa; el re-invento de un nuevo convenio que no es una ATE pero que tiene que tener lo mismo que la ATE para que nadie tilde a nadie de antivalencianistas y menos ahora; las fichas urbanísticas que se celebran casi como un título de Copa; los matices a ese convenio no vaya a ser que nos la cuelen; los debates sobre el dichoso aforo que para unos debe ser de 70.000 espectadores y para otros, después de regatear lo suyo, de 66.000 como mucho porque la idea inicial era incluso estar por debajo de 50.000; el también dichoso parking que unas veces es a lo grande, perfecto y cómodo y otras minúsculo porque lo contrario sería una ratonera; el pabellón que ahora son casi tres millones más de lo que estaba estipulado en un principio; la pista de atletismo que aparece y desaparece a gusto del consumidor; la aspiración a ser sede del Mundial de 2030 que logra la 'unión' de todos aunque sea para quedar bien; el 'chantaje' que se denuncia desde el bando socialista del Ayuntamiento; el «hartazgo» por el supuesto bloqueo político como contestación; la instrumentalización de este conflicto a pocas semanas de las elecciones; la petición de los valencianistas descontentos con Lim reclamando a los políticos que arrimen de verdad el hombro, no se pongan de perfil y actúen para no ponérselo fácil a Meriton; voces que cada día se unen con más fuerza a esa aspiración de quedarse en el viejo Mestalla pese a esa sentencia judicial que hay pendiente para derruir el añadido...

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¿Quién entiende de verdad el lío que hay montado en Valencia justo cuando habría que estar celebrando por todo lo alto ese histórico cumpleaños de un estadio del que un altísimo porcentaje de aficionados no se querría ir?

El Valencia y sus dos estadios. Buen titular para un libro que recoja las idas y vueltas, muchas de ellas absurdas y retorcidas, que se han dado en torno al conflicto de la obra de Cortes Valencianas. En un año en el que hay que habría que hablar de ese Mestalla monumental que hay en la avenida de Suecia y que causa impresión a todo el que lo pisa, no hay día que no estalle una nueva bomba que vuelva a poner el nuevo estadio en una situación caótica por culpa de esa guerra, ya desde hace tiempo sin tapujos, que mantienen el Ayuntamiento y el Valencia. O, en otras palabras y para concretar, el área de Urbanismo de la socialista y candidata a la alcaldía Sandra Gómez, y los representantes del máximo accionista en el club.

El último en coger escudo y espada ha sido Javier Solís, portavoz de la entidad valencianista, que se despachó a gusto con el concejal –también socialista– Borja Sanjuán, siempre combativo y que nunca ha dudado incluso en acudir a charlas organizadas por Libertad VCF, por ejemplo.

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La cercanía de las elecciones hace que el definitivo convenio quede envuelto en medio de ese juego electoralista, munición que sabe aprovechar Meriton para tirotear al bando que nunca le ha dado cobertura. De momento, el convenio está todavía bajo llave. Ni el Valencia sabe si al final se va a salir con la suya. En realidad, la documentación no la conocen ni los partidos de la oposición. Al respecto, por cierto, se pronunció hace ya un par de semanas el portavoz municipal de Ciudadanos, Fernando Giner, que reclamó la intervención del alcalde, Joan Ribó.

Precisamente, si algo ha tenido Ribó–y también otros dirigentes y responsables políticos de Compromís– hasta ahora ha sido su inclinación a ser más permisivos con las teorías de Meriton. Aquí cada uno juega sus propios intereses, casi siempre con verdades a medias. La aparición en escena de Atitlan, grupo relacionado familiarmente con Juan Roig (Roberto Centeno es su yerno) añade un elemento nuevo que tampoco hay que perder de vista.

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