Baraja quiere seguridad en su contrato para aceptar la renovación hasta 2026
El técnico testa la ambición del Valencia en su proyecto deportivo en una negociación que desea cerrar la próxima semana como máximo
Han pasado dos semanas desde que, una vez que terminó la temporada, el Valencia volviera a poner encima de la mesa de Rubén Baraja la ... opción de ampliar su contrato hasta 2026. La negociación está en un punto en el que Peter Lim debe autorizar, un clásico ya dentro del proyecto de Meriton, los aspectos que quiere modificar el técnico de la oferta inicial. Como todo lo que suponga una mayor inversión, unas obligaciones de pago a futuro, deben tener el visto bueno del máximo accionista desde Singapur.
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Más allá de trabajar en un proyecto deportivo, que es lo más importante para convencer a Baraja, a nivel contractual el pucelano ha solicitado que el incremento salarial de esa temporada extra, la de la 25-26, ya se aplique a la próxima (que está firmada en el contrato actual). Algo que, por otra parte, ya autorizó Lim para las extensiones contractuales de Gayà, Diakhaby o Jaume. La segunda petición obliga a hacer números a Meriton. Baraja contempla la temporada extra como una forma de poner, en negro sobre blanco, la confianza en su trabajo. Los precedentes de la hemeroteca (Marcelino o Bordalás) tienen el efecto de que el técnico esté más cómodo, así lo ha trasladado su agente al club, sin ninguna cláusula de salida. Es decir, que en un caso de despido antes de cumplirse el nuevo contrato el Valencia tenga que hacerse cargo de la totalidad del mismo. El deseo del técnico, que ayer estuvo en Paterna, es que la decisión no se demore más allá de la próxima semana, que es cuando tiene previsto comenzar un breve espacio de vacaciones antes de arrancar el lunes 8 de julio el trabajo en el césped de la pretemporada.
El técnico pucelano es consciente de que esa ampliación de contrato que está negociando no es un vaso comunicante con un compromiso de Lim de mejorar la plantilla para el próximo curso pero sí que es cierto que el avance de las negociaciones lo que sí ha llevado aparejado es que el club –entendiendo como tal los ejecutivos que trabajan en Valencia– está escuchando sus demandas. Desde el primer momento en el que Layhoon Chan y Javier Solís le pusieron encima de la mesa la opción de ampliar un año su contrato, Baraja no se centró en su futuro, o en el montante económico del mismo, sino en la plantilla de la que va a disponer el próximo curso. Ahí, en privado, su discurso está siendo calcado al último en expresar en público, en su última rueda de prensa en Paterna de la pasada temporada: «Al final lo que todo entrenador quiere es estabilidad y que dentro de lo posible se tenga continuidad en la plantilla y en los jugadores importantes, y que en las posiciones que se pueda mejorar, se mejore. A pesar de que la afición entiende que estamos en una travesía por el desierto de la historia del Valencia, quieren tener la sensación de que su club, a pesar de que tiene una dificultad importante a nivel económico, está buscando ilusionarlos a ellos». El técnico asume que este verano es el de la salida de Mamardashvili, aunque si eso ocurre ha demandado que más allá de Dimitrievski venga otro portero. En los jugadores de campo, las prioridades para el técnico son las de un mediocentro de ida y vuelta, dos extremos (la demarcación más desatendida en los últimos mercados) y un delantero. Todo ello partiendo de un escenario sin ventas de jugadores titulares en esas demarcaciones, como Javi Guerra, Pepelu o Hugo Duro. En el caso de que no llegar a un acuerdo para la ampliación de contrato el técnico arrancará el curso con el actual, pero con el peligro de que empiece a escuchar ofertas.
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