Los vecinos de la Malvarrosa vuelven a salir a la calle para pedir solución a las Casitas Rosas
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Reclaman el fin del mercado de la droga, una biblioteca, un local social, el plan integral para la dignificación de la zona y el acondicionamiento de dos plazas que esperan desde hace varios años'La Malva está farta'. Sí, los vecinos del barrio de la Malvarrosa están cansados, hartos, de que no se les escuche, de que sus reivindicaciones no obtengan respuesta. Y no es cosa de un día, ni de meses. Están cansados «gobierne quien gobierne». Es un asunto de años. Hoy han vuelto a manifestarse, han salido a la calle para alzar una voz ya indignada por tan larga espera. Se ha concentrado en ese punto que ya es tradicional para las protestas: las cuatro esquinas. El plan integral para las Casitas Rosas, punto del barrio donde los vecinos están hartos de soportar la venta de droga y los conflictos sociales.
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Quieren un barrio como los demás. Reclaman un centro social y biblioteca, que se acabe el mercado de la droga, el acondicionamiento de las plazas Simón Bolívar y Francisco Montblanch, así como disponer de áreas de aparcamiento son las peticiones -ya enquistadas- que vuelven a plantear. Además han mostrado su inquietud por la proliferación de los alojamientos turísticos con los problemas que ello conlleva. La protesta no se ha detenido a pesar de que el Ayuntamiento de Valencia desplegara esta misma semana un amplio equipo multidisciplinar del Ayuntamiento para proceder a una inspección en las polémicas Casitas Rosas.
Varios centenares de personas se han citado en ese lugar bajo una pancarta en la que se leía «Gobierne, quien gobierne, la Malva se defiende» y han coreado consignas en las que se les ha oído decir: «Catalá escucha, la Malva está en lucha». Piden soluciones al Ayuntamiento de Valencia. «Han pasado dos años de gobierno de María José Catalá», han recordado esta tarde, y consideran que necesitan un plan y también un calendario de actuaciones para «que se lleven a término los proyectos que necesita este barrio».
Las pancartas que se leían entre los asistentes ofrecían el retrato de la situación de una zona de la ciudad que carece de servicios y de noches tranquilas, sin ruidos. Algo que para ellos parece muy complicado conseguir, pero que en otras partes de la ciudad resulta lo más normal del día a día. En declaraciones a este diario, una representante de la asociación vecinal mostraba su preocupación ante la degradación de las Casitas Rosas y los problemas que ello comporta «para las condiciones de vida en todo el barrio», donde la okupación es otra de las razones de la inquietud social. «Hay personas con casas okupadas que ya las han dejado perder», ha señalado la representante vecinal.
Lo que esta tarde se adivinaba en esas cuatro esquinas, ya demasiado acostumbradas a las protestas, era la reclamación de aquello que consideran que puede aportar el bienestar al que tienen derecho. Además bajo cada reivindicación subyace la tardanza, esa constante en la gestión de los asuntos que dependen de la Administración, sea la instancia que sea. «Sobre el Plan Integral para las Casitas Rosas, sólo se nos presenta una intervención social con las familias vulnerables que si comienza este mes de junio, habrá tardado año y medio desde que se anunció en 2024». Ésta ha sido una de las quejas que se han dado a conocer con la lectura del manifiesto.
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Han sido los propios niños quienes han tomado el megáfono para solicitar una biblioteca. Si no es el único, sí es uno de los pocos barrios de la capital que no tiene este servicio, ha apuntado una vecina a LAS PROVINCIAS. «Si queremos biblioteca tenemos que ir a la de la calle de la Reina». Y ante cualquier actividad de alguna asociación se ven en la necesidad de pedir locales prestados. Llevan dos años pidiendo el acondicionamiento de las plazas mencionadas. Y bastante tiempo pendientes del día que lleguen los puestos de aparcamiento y el adecentamiento de solares.
Todo se leía resumido en los carteles que ha vuelto a enarbolar un barrio entrañable de la ciudad: «Pla d'actuació ja», «No al mercado de la droga», «No volem escàndol nocturn», 'Solución a las Casitas Rosas«. Las voces se han vuelto a levantar en vísperas de la inminente llegada del verano, un tiempo en el que los inconvenientes para la convivencia en la Malvarrosa, tal como han señalado, se acrecientan en la medida en que la vida se extiende a la calle.
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