Aparatos de música en una de las primeras ediciones de discomóvil. Cedida por Pedro Sancho

El valenciano que inventó la discomóvil

Pedro Sancho Edo estudiante de la Politécnica en los años ochenta registró la «ocurrencia» con la que se estrenó la exitosa fórmula para servir la música de cualquier fiesta

Laura Garcés

Valencia

Sábado, 23 de agosto 2025, 00:20

Decir discomóvil es decir fiesta. Pronunciar el nombre es invocar a la diversión de jóvenes y de no tan jóvenes. ¿Y saben lo mejor? El ' ... invento', que tantos bailes ha acompañado y acompaña, nació de la creatividad de un valenciano al calor de la marcha de los años ochenta del pasado siglo. Desde el primer momento despertó pasiones aún hoy muy vivas.

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¿Acaso es posible imaginar unas Fallas, las fiestas del pueblo, el cumpleaños de un amigo o cualquier celebración que se le ocurra sin discomóvil? Fue la idea que, para siempre, cambio el perfil de las verbenas en aquellos días que los discos de vinilo expandían las voces de Alaska, Hombres G, Gabinete Caligari... Y tantos más.

Montar una discoteca en la calle o en cualquier local se convirtió, sin duda, en una gran alternativa en una década prodigiosa para la música. Y Pedro Sancho Edo, un joven de entonces de residencia desde la infancia, estudios y trabajo en Valencia, aunque con origen en Mora de Rubielos, es el responsable de que la discomóvil sea un invento con marca registrada. «Entonces estudiaba en la Universitat Politècnica de València y tuve la ocurrencia de mezclar iluminación y sonido», explica Pedro Sancho cuando recuerda la génesis de su creación.

La idea surgió en una fiesta en Benetússer. Sólo había que ponerla en marcha. Pedro, junto con su amigo, que era especialista en cuestiones de iluminación, se puso manos a la obra y pronto estuvo todo preparado. «Lo monté con unos andamios de obra», relata Pedro. Sobre tan rudimentario esqueleto se levantó la primera discomóvil. Mora de Rubielos, el polideportivo de la localidad fue el espacio que la acogió en los albores de los años ochenta. La creación llevaba escrito el éxito en los genes.

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Tanto fue así que «en 1984 hicimos unas cuatrocientas», recuerda Sancho. Ante el hito alcanzado la decisión de aquel estudiante de ingeniería industrial tuvo muy claro, «justo antes de irme a la mili», que Discomóvil se debía registrar. Y así lo hizo. «Solicité el registro industrial en la Oficina de patentes y Marcas». Era el pasaporte a la fama. Y en 1985 ya tenía la marca que es «Discomóvil, discoteca móvil es la actividad», puntualiza su impulsor.

El camino emprendido a partir de la «ocurrencia» de un estudiante se iba a transformar en un sin parar de viajes por pueblos y ciudades a los que acudían con el material cargado en una furgoneta. El equipo humano que tuvo que crear Pedro Sancho se ocupaba de llevar los aparatos donde poner los discos de vinilo y también las luces. Poco a poco los rudimentarios medios con los que todo comenzó se fueron sofisticando.

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Pedro Sancho, con bigote a la drecha de la imagen, junto a los amigos. Cedida por Pedro Sancho

La fama les atrapó muy pronto. Un año después del estreno en Mora «organizamos una discomóvil en la falla de Abastos, una cita en la que había estado Ramoncín, a quien nosotros superamos», relata Pedro al tiempo que recuerda actuaciones en La Eliana y también en Bétera.

El equipo humano y los medios de los que disponían les permitió ir abriendo nuevos caminos que les llevaron a servir la música, ellos mismos se convirtieron en pinchadiscos, en las fiestas de las distintas escuelas técnicas superiores de la Universitat Politècnica y también en distintas facultades de la Universitat de València. Organizaban «las fiestas de Paso de Ecuador y de Fin de carrera» de muchos grupos de universitarios. Y un día, el gran salto: a obtener la gestión de Tropical Universidad, un local en la Ruta del Bakalao.

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Discomóvil, la marca, llevaba la música a donde se solicitara como si se tratara de una discoteca al uso. La trayectoria fue ganando espacio, tanto que llegaron a contar con DJs de renombre como Ximo Bayo.

Algo más que una ocurrencia de un estudiante. El día que Pedro Sancho registró aquel invento nació una nueva manera de hacer sonar los cientos de discos que atesoraba la propuesta. La iniciativa creció y se convirtió en una empresa, ADM Comunicación (Audiovisuales Discomóvil) hoy activa, que ha llegado a servir el sonido a grandes eventos. El impulsor menciona algunos como aquella cita del Banco Mundial que se celebró en Valencia recibiendo a grandes personalidades de Estado o trabajos dirigidos por el mismísimo Bigas Luna. Una nueva manera de ofrecer la música tras el apasionante viaje con origen en Valencia.

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