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Diseño del templo que creará Miguel Arraiz en el festival de arte efímero Burning Man del desierto de Nevada. Yousef Eid-Masheh

Un valenciano, en el corazón del Burning Man

El arquitecto Miguel Arraiz, que ya llevó un diseño inspirado en la Lonja al festival de arte efímero del desierto de Nevada, creará el templo de la conexión espiritual del certamen y contará con los maestros de la vareta de la saga Manolo García

Lola Soriano Pons

Valencia

Jueves, 26 de junio 2025

A primera vista podría parecer un decorado de la taquillera saga cinematográfica de Star Trek, pero en realidad será el elemento central conocido como 'templo' que el arquitecto valenciano Miguel Arraiz creará para el festival de arte Burning Man que cada verano se levanta en medio del desierto de Nevada, en la ciudad de Black Rock.

No será la primera vez que Arraiz plante la 'Senyera' en esta muestra de arte efímero que tiene como escenario el desierto, ya que en 2016 este valenciano ya fue becado, junto al artista fallero David Moreno, para formar parte de uno de los 160 proyectos que se expusieron en EE. UU. Entonces el proyecto se bautizó con el nombre de 'Renaixement' y se inspiró en la arquitectura del gótico valenciano de la Lonja de la Seda.

Si en aquella ocasión fueron los primeros del territorio nacional en participar en el festival, ahora Arraiz dará un paso más: ser el primer español en diseñar y levantar el monumento central de este festival, que es el templo de la sanación o de la conexión espiritual, donde los miles de asistentes al certamen acuden, como si se tratase de un refugio emocional, para recordar a los seres queridos que se han perdido durante el año.

Tal como detalla Miguel Arraiz, que ha plantado varias fallas innovadoras en comisiones como Nou Campanar y Castielfabib y que fue director de proyectos en la Capital Mundial del Diseño Valencia 2022, «se presentaron una veintena de aspirantes para crear el templo, pero finalmente escogieron mi propuesta».

Miguel Arraiz, en el Burning Man de 2016; también con la pieza inspirada en la Lonja que llevaron al desierto; y recreación del interior de vareta que hará la saga García para Arraiz en el templo de 2025. Yousef Eid-Masheh
Imagen principal - Miguel Arraiz, en el Burning Man de 2016; también con la pieza inspirada en la Lonja que llevaron al desierto; y recreación del interior de vareta que hará la saga García para Arraiz en el templo de 2025.
Imagen secundaria 1 - Miguel Arraiz, en el Burning Man de 2016; también con la pieza inspirada en la Lonja que llevaron al desierto; y recreación del interior de vareta que hará la saga García para Arraiz en el templo de 2025.
Imagen secundaria 2 - Miguel Arraiz, en el Burning Man de 2016; también con la pieza inspirada en la Lonja que llevaron al desierto; y recreación del interior de vareta que hará la saga García para Arraiz en el templo de 2025.

El lema del proyecto es 'Temple of the Deep'. «Será un refugio para la reflexión, un lugar donde los participantes podrán explorar sus emociones y experimentar una transformación personal. Será un lugar de sanación y de conexión espiritual, siempre en mi línea de conectar la arquitectura con lo experimental y emocional, un espacio donde los asistentes podrán confrontar sus miedos y deseos».

A nivel estructural, el templo, presentará una imagen de espacio fracturado en su superficie y simbolizará los corazones y almas fragmentados, mientras que el brillo interior de la pieza representará la sanación. Tal como describe, «el diseño invita a la exploración personal del duelo a través de siete entradas, cada una representando una etapa del proceso, que conducen a un espacio central de conexión comunitaria».

Esta obra de arte se creará con 150 toneladas de pino de Oregón, «medirá 13 metros de altura y 32 de diámetro con múltiples capas donde se hablará de la luz y la oscuridad, de lo personal y lo colectivo y del poder que tiene honrar nuestro propio camino», según describe.

18 días de montaje y participación de un millar de voluntarios

Esta construcción se levantará en sólo 18 días. «El festival se celebra entre el 24 y 31 de agosto y es en la clausura cuando miles de personas se acercan en silencio al templo y es la última creación artística en arder».

Arraiz argumenta que el templo está construido en madera, «pero evoca un monolito de roca negra: un símbolo de conexión con nuestras profundidades personales, las que se revelan en los procesos de pérdida y transformación. Su forma remite a espacios de refugio primitivos como las cuevas, las rocas o las montañas; lugares donde uno puede detenerse, respirar, encontrar sentido y reconectar con lo místico de la Tierra».

También añade que su «superficie fragmentada representa un alma rota en mil pedazos. Pero en lugar de esconder esas fracturas, el templo las ilumina desde dentro. Esta idea se inspira en el 'kintsugi', el arte japonés de reparar la cerámica rota con oro: una forma de celebrar las heridas como fuente de belleza y fortaleza, en lugar de ocultarlas». Y añade que sólo se iluminará de oro al arder el 31 de agosto.

Como dato llamativo, en el interior del edificio habrá una creación muy especial «ya que vamos a traer a los maestros de la vareta de Valencia, la saga de Manolo García (padre e hijo) y dos personas más de su equipo para que hagan la cúpula interior de vareta. Estarán 20 días conviviendo con nosotros en el desierto».

Llegar al reto, como describe el arquitecto, no ha sido fácil. «Llevo desde enero viviendo en San Francisco para defender el proyecto. Si bien la organización aporta 150.000 euros, hay que conseguir patrocinadores anónimos que sufraguen hasta los entre 800.000 y un millón de euros que lleva desarrollar la iniciativa y la logística, ya que se necesitan meses para crear las piezas en un taller, se precisan 14 camiones para trasladar las piezas desde Oakland hasta Nevada y preparar las caravanas, cocinas y alimentación que se precisa para vivir durante casi un mes en el desierto».

En cuanto a la preparación de la pieza, durante tres meses han estado unos 90 carpinteros trabajando de forma voluntaria durante los fines de semana, en todo el proceso han colaborado entre 800 y 1.000 voluntarios y «luego 150 de ellos se desplazarán el 5 de agosto al desierto para montar el campamento y el templo tiene que estar listo en 18 días».

Confiesa que tampoco ha sido fácil encontrar patrocinadores, «casi todos de empresas tecnológicas de San Francisco y para dar a conocer el proyecto he impartido muchas conferencias sobre las Fallas de Valencia y el Burning Man en Chicago, Los Ángeles, Nueva York o San Francisco».

Si bien la primera vez que participó en el Burning Man el Ayuntamiento de Valencia y la Diputación de Valencia sí participaron con una ayuda de 25.000 euros, en esta ocasión, todas las aportaciones han sido estadounidenses. «A pesar de ello, llevaremos al Burning Man una gran representación de la artesanía valenciana, con la vareta», explica.

Una vez arda el templo de Arraiz en este festival de arte efímero, tocará cerrar el ciclo con la limpieza del desierto, para que no quede ni rastro del paso de los miles de asistentes al evento cultural anual.

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