En Valencia el calor va por barrios

La cercanía al mar o al centro, la densidad de edificios o la falta de zonas verdes provocan diferencias de hasta cinco grados entre una zona y otra

Domingo, 3 de agosto 2025, 00:42

El calor en Valencia va por barrios. Lejos de ser una frase hecha, el mapa de temperaturas de los distritos de la ciudad la ha ... convertido en una evidencia. Los datos, registrados por la Cátedra de Cooperación y Desarrollo Sostenible de la Universidad Politécnica de Valencia, a través de imágenes de Google Earth Engine, y enriquecidos con código específico, a lo largo de cuatro años (entre 2020 y 2024), revelan diferencias de más de cinco grados entre una punta de la ciudad y otra. El estudio de Nicolás Dósil, uno de los investigadores de la Cátedra, permite trazar el mapa de las desigualdades térmicas. Con esas imágenes, recogidas entre el 15 de junio y el 30 de septiembre de esos años, se ha logrado una medida del comportamiento general de la distribución general del calor en la ciudad y las medias de cada sección censal.

Y ahí, las diferencias son claras, con islas de calor definidas en partes de la ciudad especialmente cálidas. Las imágenes estudiadas son de temperatura superficial, distinta a la ambiental que vemos marcada en los termómetros, porque ésta se toma en las superficies de la ciudad como fachadas o pavimentos. Y siempre es más alta que la del ambiente, pero más útil para determinar estas islas de calor de la ciudad.

Las islas de calor en Valencia

  

Hay dos factores que marcan la diferencia a la hora de percibir el calor con mayor o menor intensidad en una ciudad como Valencia: la cercanía al mar y al centro. En concreto, los barrios más cercanos a la fachada marítima son mayores receptores de la brisa, que ayuda a refrescar el ambiente. Sin embargo, cuando mayor es la cercanía al centro neurálgico de la ciudad, peor es la temperatura por el efecto isla de calor. Este fenómeno se produce a causa de la pérdida de permeabilidad del suelo. En espacios con una gran superficie pavimentada, como suelen ser los centros, la temperatura aumenta por la gran superficie asfaltada, que no puede absorber el calor. Falta de tierra o arbolado son algunos de los condicionantes, según explica la profesora del departamento de composición arquitectónica de la UPV Núria Matarredona. Según el estudio de la Cátedra de la UPV, en Valencia destacan como zonas más cálidas los barrios densamente edificados como Patraix, Jesús, Benicalap, Rascanya o Benimaclet. Aquí, la presencia de cemento, asfalto y menor vegetación son definitivos para las mayores temperaturas registradas. La cercanía a polígonos industriales como Vara de Quart, infraestructuras urbanas como las estaciones de metro o bus, o centros comerciales, también suben los grados.

Por contra, las zonas más frescas de la ciudad se encuentran en la periferia o en barrios con mucha zona verde, en contacto con la huerta. Este patrón se debe a la influencia de la vegetación, que aporta sombra y espacios frescos. Los parques, jardines y zonas verdes son los sitios más frescos de la ciudad, además de las alamedas centrales con gran cantidad de vegetación, como las grandes vías. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya habla de este fenómeno como un efecto en la merma de la salud de los ciudadanos.

  
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Las soluciones pasan por aumentar la presencia de naturaleza en las ciudades. «Renaturalizar las calle, porque todos sabemos que debajo de un árbol, con su sombra natural, la temperatura y la calidad del aire mejoran», señala. En este sentido, habla de la aparición de movimientos en favor de los refugios climáticos. «Se habla de pobreza energética siempre desde el punto de vista de las bajas temperaturas, pero los territorios del sur vivimos otra emergencia climática relacionada con el calor, las inundaciones y la crecida del mar, que requiere una nueva visión», señala.

Nicolás Dosil atribuye a las altas densidades edificatorias los mayores picos de temperatura de la ciudad. Por una parte debido a que donde hay alta concentración de población hay más actividad humana por lo que también hará más calor por aumento. Pero también a un aspecto urbanístico, puesto que donde hay más densidad de población, significa que hay menos verde urbano y sombra porque los jardines, el arbolado o las láminas de agua bajan mucho la temperatura. Pero también los materiales de construcción como el asfalto o el hormigón son capaces de retener más calor. El color de las superficies también influye: colores más oscuros absorben más calor y suben las temperaturas.

Fachadas a casi 60 grados en Valencia

Ya en el interior de las viviendas, enfriar un hogar se está convirtiendo en tarea casi imposible este verano en la Comunitat, porque con las altas temperaturas llueve ya sobre mojado. Las fachadas han comenzado a convertirse en hornos que acumulan el calor de semanas, sin posibilidad de refrigerarse a tiempo durante las noches tropicales, para comenzar una nueva jornada de calor sin haber bajado la temperatura. Las cifras a estas saunas las ha puesto la ONG Greenpeace, que se ha servido de cámaras termográficas para estudiar los distintos comportamientos de las viviendas según su nivel de construcción o factores tan importantes como los colores de las fachadas, su aislamiento o la arquitectura exterior. En un informe sobre la pobreza energética en España, la entidad ha puesto la vista inmuebles de varias provincias de España. Entre ellas, Valencia.

Con una muestra de fotos hechas con una cámara térmica de los exteriores e interiores de algunos edificios de viviendas, la ONG ha podido tomar la temperatura de algunos domicilios y observar qué condiciones pueden mejorar o empeorar la habitabilidad en pleno verano.

Fachadas de varios edificios de Paterna Greenpeace

En el caso de Valencia, la organización ha tomado como muestra un inmueble de Paterna, construido entre las décadas de los 80 y los 90. Se trata de un edificio sometido a una alta exposición solar. Es decir, el sol pega directo en una de sus fachadas durante buena parte del día. Además, tiene escaso aislamiento térmico, por lo que la temperatura del exterior se transmite, amplificada, al interior de las viviendas. De hecho, según las imágenes del mapa de calor, a pesar de que la temperatura ambiental en el exterior era de 32 grados durante los días en que se tomaron las muestras (26 de junio), la fachada alcanzó los 49,2 grados. 17 grados más. Y ahí, tienen mucho que ver elementos como el color de las persianas, el tono de la fachada o las ventanas.

Con las fotos térmicas se observa que las persianas oscuras, en el mismo inmueble, marcan 58,8 grados, frente a los 39,1 de una persiana de color beige. Los colores oscuros absorben la energía del sol y, por lo tanto, más calor. Los claros, sin embargo, reflejan la mayor parte de la luz y se calientan menos. Lo mismo sucede, por ejemplo, con los colores de las fachadas. En la misma calle, una fachada oscura marca 48,9 grados en la foto, por los 37,5 grados de una fachada pintada de blanco.

Interior de una vivienda valenciana Greenpeace

En el interior de las viviendas, la situación se complica. En este caso, un salón cualquiera del mismo edificio expuesto al sol se pone a temperaturas muy altas. La ventana que recibe la radiación, de carpintería de aluminio sencillo y vidrio simple, sin aislamiento, alcanza los 48,3 grados. La pared, sin aislante, llega a 34,1 grados. Como curiosidad, las fotos térmicas muestran también un aparato de aire acondicionado en el exterior, cuyo ventilador, que irradia el calor a la calle, está a 52,5 grados. A la hora de ayudar a reducir las altas temperaturas que alcanzan los interiores, el aislamiento de las fachadas, de ventanas, cubiertas o la vegetación exterior, los toldos o voladizos, pueden ayudar.

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