Una dieta vegetariana minimizaría los daños al medio ambiente y a la salud
El consumo de carne, pescado y lácteos acelera el cambio climático y la contaminación y es responsable del 55% de las enfermedades que nos devuelve por ello la naturaleza
La salud individual y la del planeta son un todo indisociable. Lo que perjudica al medio ambiente, a corto o largo plazo, siempre termina dañando a las personas. Un equipo de investigadores españoles ha cuantificado por primera vez los daños que le causa a nuestra salud el medio ambiente como consecuencia de las agresiones y alteraciones que provocamos en la naturaleza por nuestra forma de alimentarnos. Su conclusión es que el impacto en la naturaleza de nuestra forma de comer es muy elevado, lo mismo que los daños que nos devuelve por ello en forma de enfermedades, y que lo única forma que tenemos de minimizar ambos problemas es apostar decididamente por una dieta vegetariana.
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Los investigadores del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), un centro impulsado por la Fundación La Caixa, calcularon en primer lugar el impacto que la demanda de alimentos de los españoles provoca al medio ambiente en el plazo de un año. Más de las tres cuartas partes de este daño, el 77% del impacto total, era su contribución a la aceleración del cambio climático, seguido por el empeoramiento de la contaminación, con el aumento de partículas en suspensión en la atmósfera (16%) y la elevación de la toxicidad (7%). El 95% del maltrato a la naturaleza se deriva de nuestro consumo de alimentos y el 5% restante del desperdicio que realizamos.
Lo siguiente que hicieron los científicos fue traducir los impactos ambientales de nuestra alimentación en daños concretos para nuestra salud, vinculados sobre todo a aumentos de dolencias cardiovasculares, respiratorias, cánceres, malnutrición y diarreas. Su conclusión, con cifras de 2022, es que el daño que nos devuelve la naturaleza por la agresión de nuestra forma de comer equivale a la pérdida en un solo ejercicio de 447.152 años de vida saludable, que suman tanto las muertes prematuras como los años que se viven con enfermedades o discapacidades.
La agresión alimentaria al medio natural le cuesta cada ejercicio a los españoles la pérdida de casi medio millón de años de vida saludable
El tercer paso fue la búsqueda de responsables, para lo que analizaron los efectos y daños de 16 grupos alimentarios. La conclusión también fue clara. Nuestro excesivo consumo de carnes, pescado y marisco y productos lácteos es el responsable directo del impacto ambiental que revierte en el 55% de los daños a nuestra salud (sin tener en cuenta las lesiones directas de ese tipo de alimentación).
A la vista de estas conclusiones, se preguntaron qué cabe hacer para frenar este círculo vicioso de daños al planeta y al ser humano. La primera hipótesis, la sustitución de la carne roja y procesada -con una producción especialmente agresivas con el medio ambiente- por carne blanca (pollo, pavo, conejo) solo aportaba pequeñas mejoras. El mayor beneficio, sin discusión, se observó cuando se sustituía toda la dieta de carnes y lácteos por alimentos vegetales. La dieta cuasivegetariana reducía en un 30% los daños a la salud humana derivados de las alteraciones ambientales provocadas por nuestro consumo de alimentos. Si se le sumaba la eliminación del desperdicio de alimentos, la reducción de enfermedades para los españoles fue del 35%.
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El equipo investigador dio un último paso y evaluó las implicaciones nutricionales para los españoles de tendría el cambio a la dieta vegetariana. El resultado fue un perfil nutricional más alineado con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La ingesta de proteínas, calcio y vitamina B12 disminuiría, pero los niveles se mantendrían dentro de los rangos recomendados por la OMS. Por contra, la ingesta de fibra y hierro aumentaría de forma significativa, un dato especialmente relevante dado el actual déficit de estos nutrientes en la dieta española.
Dos aportaciones sociales
El equipo de ISGlobal destaca dos aportaciones sociales de su trabajo. La primera, que abre nuevas oportunidades para mejorar la salud pública mediante una dieta más sostenible y responsable. «Los cambios propuestos no solo reducirían el impacto ambiental sino que también acercarían la dieta promedio en España a las recomendaciones nutricionales de la OMS, avanzando así hacia una dieta más saludable en un sentido integral», señala Ujué Fresán, primera autora del estudio.
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Creen, además, que la investigación proporciona una base científica sólida para guiar el desarrollo de futuras políticas alimentarias. «Nuestros hallazgos pueden servir como punto de partida para diseñar e implementar políticas que impulsen la transición hacia hábitos alimentarios más saludables en España, considerando tanto los beneficios directos como indirectos para la salud humana», completa Fresán.
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