El premio Nobel que España ayudó a 'cocinar'
Los primeros anticuerpos para visualizar las células reguladoras del sistema inmunitario, el descubrimiento que ha ganado el Nobel de Medicina, fueron creados por una investigadora del CNIO
C. P. S.
Martes, 7 de octubre 2025, 15:33
El premio Nobel de Fisiología y Medicina de este año fue concedido este lunes quienes descubrieron cómo las defensas del organismo evitan atacar al propio ... cuerpo. El hallazgo de Shimon Sakaguchi, Mary Brunkow y Fred Ramsdell «fue decisivo para comprender por qué no todos desarrollamos enfermedades autoinmunes graves», y ha hecho avanzar los tratamientos para el cáncer y las enfermedades autoinmunes, entre otras áreas.
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Pero es improbable que este descubrimiento, que empezó a gestarse a principios de los 2000, hubiera impulsado tantas áreas de no ser por otro desarrollo algo posterior, con sello español. En 2005 Giovanna Roncador y su equipo en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), desarrolló los anticuerpos que permiten identificar en muestras de tejido y suspensiones celulares a las células responsables del mecanismo descrito por Sakaguchi, Brunkow y Ramsdell.
Sin estos anticuerpos, desarrollados en el CNIO en colaboración con Alison Banham, de la Universidad de Oxford, y presentados en la revista 'Journal of Immunology', hubiera sido mucho más difícil estudiar las células del sistema inmunitario cuya descripción se premia ahora, los linfocitos T reguladores. No en vano estos anticuerpos se han convertido en las últimas dos décadas en uno de los productos biotecnológicos más demandados por la comunidad investigadora y farmacéutica mundial. La comercialización de su licencia genera ingresos para el CNIO de alrededor de un millón de euros anuales desde 2021; en total, más de 8,5 millones desde su creación. Es la patente más productiva del CNIO, y una de las más productivas del sistema español de I+D+1.
La noticia del Nobel alegró a Roncador, por lo que implica de reconocimiento, también, al valor de su propio trabajo: «Nuestros anticuerpos permitieron por primera vez aislar y estudiar los linfocitos T reguladores [del sistema inmunitario] tanto en muestras tisulares como en suspensiones celulares», explica.
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«Desde su publicación estos anticuerpos se han convertido en una herramienta de referencia mundial, ampliamente utilizada en el ámbito de la investigación básica y biomédica, y en el diagnóstico clínico», añade.
Se trata de anticuerpos monoclonales diseñados para engancharse químicamente a la proteína FOXP3, que es la proteína que identifica las células del sistema inmunitario linfocitos T reguladores. Estos linfocitos son los que monitorizan otras células defensivas y regulan su respuesta, para garantizar que el sistema inmunitario tolere los propios tejidos, que es lo que descubrieron a principios de los 2000 Sakaguchi, Brunkow y Ramsdell, los ganadores del Nobel de Medicina de 2024.
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Banderas de avisos
Como explica Roncador, «las células T reguladoras se distinguen del resto de los linfocitos por la expresión de la proteína FOXP3, considerada el marcador más específico de este tipo celular. La detección de FOXP3 requiere herramientas que permitan visualizar su presencia en células o tejidos, y los anticuerpos monoclonales constituyen el método más preciso y extendido para este propósito».
Los anticuerpos son pequeñas proteínas que genera el sistema inmunitario para etiquetar invasores; gracias a su forma, muy específica, se enganchan a proteínas enemigas de manera muy precisa y actúan como banderas, alertando así a otras células del sistema inmunitario, que entran en acción. En los años setenta se desarrolló una técnica para crear en el laboratorio anticuerpos a medida, contra las proteínas deseadas: los anticuerpos monoclonales.
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«Los anticuerpos monoclonales no son algo novedoso, la técnica para generarlos es de 1975, pero desde entonces han proporcionado una herramienta fundamental para conocer las funciones de determinadas proteínas, y también en el desarrollo de la inmunoterapia contra el cáncer», explica Roncador, que es fundadora y actual presidenta de EuroMAbNet, la red europea que reúne a los máximos referentes en el campo de los anticuerpos monoclonales.
La Unidad de Anticuerpos Monoclonales del CNIO, que ella dirige, diseña, genera y patenta anticuerpos novedosos con alto impacto en la investigación y el diagnóstico del cáncer. En los últimos 25 años ha generado unos 130 anticuerpos monoclonales, perfectamente publicitados en un catálogo a disposición de la comunidad biomédica mundial. Sus licencias han generado al CNIO en las últimas dos décadas casi 13 millones de euros.
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«Nuestros anticuerpos contribuyen al diagnóstico preciso del cáncer, y al desarrollo de terapias dirigidas que mejoran el tratamiento y los resultados de los pacientes», dice Roncador. Por ejemplo los anticuerpos contra FOXP3, la proteína en las células reguladoras del sistema inmunitario, tienen numerosas aplicaciones en investigación y en la clínica. FOXP3 es un reconocido biomarcador y factor pronóstico en tejidos tumorales de mama y colon. También se usan anticuerpos FOXP3 para definir biomarcadores en enfermedades autoinmunes, como lupus o artritis reumatoide, y en patologías alérgicas.
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