«En España tenemos el cóctel perfecto para que actúen las bandas juveniles»
Alberto Martínez, doctorado del programa de desarrollo local y de cooperación internacional de la Universidad de Valencia, tilda de «puntuales» los actos violentos ocurridos en nuestro país pero alerta de que «se pueden convertir en un problema a corto y medio plazo si no se toman las medidas oportunas»
La sucesión de actos violentos protagonizados por grupos juveniles que han tenido lugar durante los últimos meses en nuestro país -el más reciente, ocurrido en Madrid el pasado mes de enero, se saldó con dos chicos fallecidos y otros dos heridos en varias peleas ... -, dejan un panorama «preocupante».
Publicidad
Así lo describe el experto en relaciones internacionales Alberto Martínez, doctorado del programa de desarrollo local y de cooperación internacional de la Universidad de Valencia. Y es que, tal y como él mismo confirma, estos hechos violentos aunque «no suponen un repunte como tal, no hay que obviar que se pueden convertir en un problema a corto y medio plazo si no se toman las medidas oportunas».
Para Martínez, en estos momentos en España tenemos «el cóctel perfecto» para que este tipo de actos, que califica como «puntuales», sucedan. Según el experto, a la «probable crisis económica» que nos dejará la pandemia, se le añaden también el paro juvenil y la pobreza, además de los problemas educativos, la discriminación y el racismo. Todas ellas serían las causas que explican estos comportamientos violentos en determinados jóvenes, pero existe un factor que a Martínez le «preocupa» casi más que el resto: «las decisiones políticas que se puedan tomar y que puedan derivar en una situación, incluso, más desastrosa», ha añadido.
Aún así, asegura que, «afortunadamente», en España «este tema está muy controlado». «En nuestro país no sucede lo mismo que ocurre en otros países. En España un niño de 10 años no se integra directamente a una banda o a una pandilla, lo hace cuando ya es adolescente o joven. Sin embargo, en Centroamérica estos niños a los 10 años ya han cometido su primer homicidio». Es por ello, segura, que esa «diferencia abismal» nos está dando también «una brecha para poder atajar el problema».
Publicidad
El nuevo perfil de las bandas
Nos encontramos ante un problema que no es nuevo, asegura, sino que «está enquistado desde hace años». Sin embargo, lo que sí se han detectado han sido cambios en sus orígenes y, sobre todo, el uso de las redes sociales.
Según Martínez, «las bandas juveniles siempre han estado ahí», aunque puntualiza que en la actualidad «ya no estamos frente a esas bandas de latinos de la primera ola que llegaron a nuestro país a finales de los 90 y principios del año 2000».
Publicidad
«El riesgo que corremos es que este problema se ataje a través del populismo, ya que de esta forma tendríamos asegurado un incremento sin precendentes de este tipo de bandas»
Para el experto, «ahora estamos frente a jóvenes de segunda y tercera generación. Muchas de estas bandas que originariamente se formaban de acuerdo a nacionalidades, ahora están integradas indistintamente por personas de diversos países, incluso de España». En los 1980 y 1990, recuerda, «las bandas se agrupaban por étnias, ahora esto no es así».
Poder y búsqueda de identidad
Buscar una identidad o formar parte de un grupo son las claves por las que algunos jóvenes deciden formar parte de una banda juvenil. «Si se han sentido rechazados a nivel laboral o familiar, o incluso si han tenido problemas de integración al final lo que buscan es un grupo de pares con el que pueden compartir cierta identidad». En este sentido, Martínez destaca como «muy importante» el papel que juega la simbología, «los tatuajes, la forma de hablar, la música que se escucha y la forma de vestir». «Todos estos factores hacen que ellos se sientan 'distintos' y a la vez integrados en un grupo que ellos consideran su familia», asegura.
Publicidad
Martínez concluye que no estamos ante un problema sólo de los jóvenes, sino de toda la sociedad: «Es muy importante que nosotros, como sociedad, reclamemos a nuestros representantes políticos una toma de decisiones serias, basadas en evidencias científicas de otros casos y países que han tenido problemas con bandas juveniles». A su juicio, «el riesgo que corremos es que este problema se ataje a través del populismo», ya que de esta forma, indica, «tendríamos asegurado un incremento sin precedentes de este tipo de bandas». «Nuestro papel como sociedad es exigir respuestas concretas y certeras a este problema».
«Hecho en falta que el Estado y sus representantes se articulen a través de mesas de trabajo con organizaciones de la sociedad civil e incluso con la Iglesia, que aquí tiene un peso muy importante, y a tener en cuenta, ya que no hay que olvidar que muchas de estas personas al final acaban abandonando las pandillas, curiosamente, por que se integran en una iglesia o en una religión». «Hay que evitar que el tiempo que tienen disponible estos jóvenes lo desperdicien integrándose en estos grupos», concluye.
Suscríbete a Las Provincias al mejor precio
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión