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Palabra de vikingo

La nueva princesa de Suecia, Sofia Hellqvist, proviene de una región donde a duras penas sobrevive el elfdaliano, lengua de los antiguos escandinavos. Sólo la hablan 3.000 personas

Borja olaizola

Sábado, 11 de julio 2015, 21:20

Hay cosas que solo están al alcance de las princesas. Lo que no habían logrado durante décadas de paciente trabajo los especialistas en lenguas minoritarias lo ha conseguido en un abrir y cerrar de ojos Sofia Hellqvist. A esta antigua modelo le ha bastado contraer matrimonio con el príncipe Carlos Felipe de Suecia para que medio mundo descubra el elfdaliano, un antiguo dialecto vikingo. La flamante princesa es originaria de una población del centro de Suecia que ha conservado, gracias a su aislamiento, un idioma que se hablaba antes incluso de la aparición de las actuales lenguas escandinavas. Es probable que la feliz coincidencia cambie el rumbo del elfdaliano, que parecía destinado a desaparecer por la exigua cifra de personas que aún lo emplean, no más de 3.000, casi todas ellas de edad avanzada.

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La familia de Sofia Hellqvist procede de Älvdalen, una comarca de unos 30.000 habitantes situada en el centro geográfico de Suecia. Es una comunidad de población dispersa que pertenece a Dalarna, una provincia salpicada de bosques y pequeñas aldeas de vocación autárquica y marcada impronta rural. Sus habitantes fueron autosuficientes durante siglos, lo que creó un caldo de cultivo idóneo para la conservación de su idioma. Con la intensificación del comercio y la llegada de la televisión a mediados del siglo pasado, la situación empezó a cambiar. La cadena de transmisión se interrumpió y el elfdaliano pasó a ser una lengua anacrónica que se interponía en el proyecto de homogeneización lingüística que perseguían los gobiernos que legislaban desde la lejana Estocolmo.

La prueba más evidente de que al elfdaliano no le han ido muy bien las cosas es que la nueva princesa no lo llegó a aprender, a pesar de haber nacido en Älvdalen. Dicen los lugareños que hay que remontarse a su abuela para encontrar en la familia a alguien que se exprese con soltura. El sueco y el inglés, lengua que dominan la práctica totalidad de los escandinavos, han dejado casi sin reservas de oxígeno al viejo idioma, que ya solo se utiliza en los hogares habitados por las personas de más edad.

Muchos vecinos de Älvdalen, sin embargo, no se resignan a ver desaparecer el habla de sus antepasados y han comenzado a presionar para que el Gobierno sueco incluya al elfdaliano en la lista de lenguas minoritarias. Ese simple gesto liberaría automáticamente fondos públicos para articular una política de recuperación de un idioma que en estos momentos tiene sus días contados. Hasta ahora, Estocolmo había hecho oídos sordos a las peticiones que llegaban desde Älvdalen, aunque puede que con la entrada en la casa real de la princesa elfdaliana haya un cambio de rumbo y el Gobierno muestre una mayor sensibilidad al respecto.

En preescolar

De momento, los esfuerzos de los defensores de la vieja lengua empiezan a dar sus frutos y una escuela de preescolar de Älvdalen incluirá a partir del próximo curso el elfdaliano entre las materias de aprendizaje. Se trata de una medida imprescindible para su mantenimiento, ya que se estima que los menores de 15 años que son capaces de hablar el idioma con fluidez no pasan de 60. Si su implantación en los centros escolares se generaliza se habrá dado un importante paso adelante en el camino hacia su supervivencia. "La iniciativa es muy importante porque es un idioma altamente amenazado", observa Yair Sapir, un lingüista de la universidad sueca de Lund que ha vivido en Älvdalan.

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Sapir cree que el elfdaliano reúne todos los requisitos para que el Gobierno lo incluya en la lista de lenguas minoritarias. "Durante tiempo se rechazó esa posibilidad alegando que era un dialecto del sueco, pero ha quedado demostrado que se trata de una lengua anterior emparentada con el antiguo nórdico". El lingüista recuerda que sus estructuras gramaticales nada tienen que ver con el sueco contemporáneo, tal y como se ha puesto de manifiesto en un congreso que sobre el elfdaliano se celebró el pasado mes de mayo en la Universidad de Copenhague. "Hay que darle la oportunidad de sobrevivir", sostiene.

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