El decorado de 'El show de Truman', la otra mirada para disfrutar de San Francisco
'San Fran', como se refiere a la ciudad la élite progresista, parece una de las ciudades más felices, sostenibles y civilizadas del planeta. No hay que perderse la sopa de almejas, comprar zapatos en Macy's o cenar a las tantas huevos con bacon en Pinecrest Dinner
Todos aquellos fascinados por la característica luz de Valencia encontrarán una semejanza asombrosa entre el resplandor tamizado de nuestra tierra y el matiz dorado que ... viste 'San Fran', abreviatura que utiliza la élite progresista de la ciudad. También se enamorarán a los pocos minutos de sus calles empinadas, surcadas por tranvías clásicos que atraviesan una urbe que combina el encanto de las coloridas casitas victorianas con el impacto que generan los taxis futuristas (sin conductor a bordo) que circulan las 24 horas como pista del influjo de la vecina Silicon Valley.
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Dicho esto, les compartiré mis impresiones 'off the record', esa cara b del viaje que mi editora, María José Carchano, encuentra de mayor interés que cualquier devenir turístico. Lo primero que te viene a la cabeza cuando llevas unas horas en San Francisco es que se trata de una ciudad que, de tan feliz, sostenible y en apariencia civilizada, parece el decorado de una película tipo 'El show de Truman'. Sus gentes parecen más relajadas, visten mejor y conviven de manera mucho más equilibrada que en el resto del planeta. En cuanto a los estragos que el fentanilo ha dejado en las calles, y que bastantes personas me describieron como aterrador, debo decirles que sólo vi algunos casos aislados de personas enganchadas a esa droga y que todas tenían una apariencia pacífica. El motivo, nos explicó un conductor, es que el actual alcalde está apostando duro por la ciudad.
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Les lanzo cosas que no deben perderse: el rollito de canela con frambuesas de Tartine Bakery, la Clam Chowder (sopa con almejas de culto) de Fog Harbor, tomarse un coctel en el bar hotel Beacon, que además de trasladarte a los años setenta algunos dicen que está embrujado, comprar zapatos de marca con descuentos pornográficos en la tercera planta de Macy's, bajar en coche por Lombard Street y enamorarte de cada una de sus curvas, cenar a las tantas huevos con bacon en Pinecrest Dinner y observar durante horas la colonia de lobos marinos que viven en los muelles tomando el sol panza arriba para entender que, en esta vida, nos hemos equivocado de especie.
Ruta de cuatro días
En los cuatro días completos que pasamos allí conocí los imprescindibles de la ciudad: desde Union Square a la cotizada calle de NobHill con sus unifamiliares de principios del XX, el inmenso Chinatown, el Golden Gate sin niebla, las secuoyas gigantes de Muir Woods, el pueblito costero de Sausalito y Pier 39, una suerte de universo fantástico y colorido ubicado en los muelles de la ciudad.
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